Ú N I C A P A R T E .

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Diciembre tres... Vaya mierda de día.

Podria decirse que es el día oficial de la pro homofobia, por lo menos aprobar una ley para constatar que los tres de diciembre generan depresión, depresión gay. Porque si, vez que llega está fecha, vez en la que Katsuki no pretende tocar ninguna de sus suéteres de poliéster.

Y no es algo que todos necesiten saber, nadie sabe en realidad, es simplemente una pequeña tradición que se propuso seguir, respetando su oculta admiración hacia Conan Gray, y era difícil, porque una de las sentencias más crueles de estar en el closet, es saber cuándo tienes ropa de esa persona.

Y Katsuki no tenía ninguna.

Sus primeras cuatro fases de la negación las había pasado ya hace meses, una parte de sí mismo sabía que no era logico sentir "odio" entre muchas comillas, cada vez que le veía sonreír, entrenar, o incluso murmurar. Siendo sincero, lo que le dió la pista para darse cuenta que esas mariposas que sentía no eran ganas de vomitar, fue querer perder un concurso de natación únicamente para ver su espalda marcada, sus hombros llenos de pecas y los trabajados brazos llenos de cicatrices, moviéndose ritmicamente con sus piernas.

Nunca antes se sintió ganador a pesar de quedar en segundo lugar, para el asombro de sus propios compañeros, no hizo rabietas ni explotó la cara de los participantes, solo aceptó el premio con el ceño levemente fruncido.

Y aquí va, la tercera vez que aquella canción sonaba en sus auriculares, entendía que mantenerla en bucle haría que se enfadara poco tiempo después, podría odiar la canción sin quererlo. Pero el sabía que eso era imposible, pues el anterior tres de diciembre la escuchó hasta dormirse, y ahora que le encontraba un apego emocional, podría tenerla en mente por una semana por lo menos.

No sentía ningún tipo de vergüenza, si alguno de los amigos de Katsuki le preguntase que era lo que estaba escuchando, se sentiría en el amparo de responderle únicamente la verdad: "Heather, porque soy una perra depresiva." Y tan campante como vino, tan propio de sí, no lo pensaria dos veces para irse a su habitación para explotar la página del anuario que traía la foto de Uraraka Ochako, su Heather.

Y no era tonto, es más, era un chico demasiado listo, observador por excelencia. Sabía que algo traía la castaña con aquel muchacho de ojos jade.

"Deku-kun, ¡vamos al centro comercial!" "Deku-kun, te guardé un espacio al lado mío" "Deku-kun espérame, ya casi termino de cambiarme a mi traje de héroe." Deku-kun esto y Deku-kun lo otro, tenía claro que ese apodo lo patrocinaba su servidor Bakugo Katsuki, e inicialmente fue para burlarse de él, pero ahora le hervía la sangre cuando con aquella voz tan melosa, ella le llamaba sin escrúpulo alguno, frente a él, él precursor del apodo que ella se dignó a glorificar.

"Era algo entre él y yo", no había razón para repetirse esa aclaración, ya que el propio pecoso decidió publicarlo haciendo del apodo su nombre de héroe, a su vez, era una necesidad sentirse por encima de los demás, saber que algo entre ambos es exclusivo, así como el "Kacchan", "Deku" era su símbolo de cercanía. Al parecer debía ponerse creativo y buscar algo innovador con qué llamarlo después.

Y tenía varias ideas, pero el miedo al rechazo y a ser demasiado obvio, le impidió siquiera intentar.

Además, el título de Heather de Uraraka no es solo por decoración, tenía totalmente en claro que Izuku Midoriya podía pasar de pálido a rojo en un decir amén, con la más mínima de sus interacciones.

El sí que era un obvio, todos le notaban a leguas cuán nervioso parecía verse en el momento en que la chica pisaba la sala. "Dios no podía hacer un homosexual más en esta clase." Katsuki se sentía completamente cansado, de toda la situación y de su poco control con todo el Deku-tema.

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