ESTO NO ES UN ESPEJISMO

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El amanecer nos encontró desnudos y revueltos entre sábanas, besos, abrazos y caricias, disfrutábamos al máximo nuestra sexualidad y procurábamos mantener viva la llama de la pasión ya sea con algún juego o intentando cosas nuevas.

Se levantó de la cama, entró a la ducha mientras yo acomodaba la cama, me gustaba oler sus almohada, su olor varonil siempre me pareció que era sexi, lo deje para que se arreglara y baje a preparar el desayuno, eran las siete de la mañana una buen hora para comenzar con mis pendientes, en cuanto despidiera a mi novio iría donde los vecinos a ver qué encontraba de toda mi lista.

Mario entró a la cocina con su traje impecable, me quedé mirándolo con una sonrisa y ojos enamorados, cada día crecía mi amor por él y estaba segura que él sentía lo mismo.

Si me sigues viendo con esos ojos y esa expresión tendré que poseerte de nuevo en este mismo instante

Y yo no pondré resistencia a eso

Siempre provocadora - me dijo acercándose y dándome un beso largo para ver si me echaba para atrás, se lo respondí pasando mis brazos por su cuello y pegando mi cuerpo al suyo.

Me encanta tu forma de encenderme

A mi me encantas tu - beso mi nariz y nos sentamos para desayunar, unos ricos huevos revueltos con tostadas y café.

¿A qué hora irás a ver a los vecinos?

Después de darme una ducha, no quiero madrugarlos

Dudo mucho que alguien en este pueblo duerma hasta tarde.

Terminamos el desayuno y fue por sus cosas mientras yo limpiaba la cocina.

Debes empezar a buscar alguien que te ayude con el lugar

No quiero tener ese gasto sin tener clientes, ya lo hemos hablado, yo puedo hacer las cosas, de todas formas no se ensucia mucho, además hoy vendrá la sargenta y seguro querrá poner patas arriba el lugar.

Por suerte no estaré para verlo, solo apreciaré el resultado, nos vemos en la noche bebé

Nuestro hogar quedaba lejos del trabajo de Mario por eso no venía a almorzar y solo teníamos las noches y los fines de semana para estar juntos, no me importaba estar sola aquí excepto cuando escuchaba las cadenas, anoche nos las había escuchado y eso me tenía algo intranquila, no estaba segura si todo lo que había vivido los últimos días habría sido parte de mi imaginación.

Subí a nuestra habitación a tomar una ducha rápida, me vestí con unos pantalones cómodos, una camiseta y zapatillas deportivas, busqué mis guantes para alzar pesas, no quería lastimarme moviendo las cosas y perderme la diversión del fin de semana por estar incapacitada.

Baje al salón recogí mi lista de pendientes y me dispuse a salir de casa, cuando cruzaba el enorme estar comenzaron a sonar las cadenas me quedé petrificada en medio de todo, respire profundo mire hacia arriba y grite, - Noooooooo, no me vas a vencer. - Salí rápidamente del lugar antes de que pueda enloquecer, me dirigí a la casa de Helen ella sabría quien tendría las cosas que necesitaba para terminar de acomodar mi comedor, las calles estaban un poco desoladas como siempre por la mañana ya que los niños iban a clases, los hombres a trabajar mientras las mujeres se quedaban en casa haciendo las labores del hogar, me di cuenta que la situación era un poco machista y yo a pesar de estar siempre velando por los derechos de la mujer había caído en la misma situación, solo esperaba que no por mucho tiempo, pensándolo bien capaz a todas ellas no les quedaba de otra como a mi, me estaría volviendo como estas mujeres? ¿Acaso perdería eso que me hacía sentir una mujer de libre expresión? Llegué a la puerta de Helen con un montón de preguntas en la cabeza.

Detrás del espejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora