Capítulo 2

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Habían decido aprovechar los rayos de sol que, a esas horas doran la piel de a poco, y desayunaban en el gran jardín de la casa junto a la piscina.

Az: ¿Podremos cenar juntas hoy?

- No lo sé, te llamaré con lo que sea. ¿Qué vas a hacer?

Az: Hoy empiezo en el gym que te comenté y después del almuerzo tengo la reunión con el director de artes plásticas.

- Verás que te contrata seguro, no hay un currículum como el tuyo.

Az: No eres imparcial en eso cariño.

- Como sea. Este fin de semana es nuestro, no hagas planes. Por cierto ¿qué tal anoche?

Az: Bien, la verdad es que el grupo de Lore es simpático y ¿porque sonríes?- preguntaba tras ver como lo hacía.

- ¿Lo estoy haciendo?- sonreía aún más.

Az: Si en fin, todavía no conozco a mucha gente aquí y según Lore tenemos que tener mucho cuidado con la prensa.

- Haz como yo entonces- le guiñaba un ojo.

Az: No, yo lo prefiero natural- se levantaba de su asiento para sentarse en las rodillas de su mujer- con lo bien que lo teníamos en Nueva York.

- Si, pero tenía que volver y retomar las riendas del negocio- la rodeaba con sus brazos.

Az: Tengo muchas ganas de que llegue el sábado- decía contra sus labios.

- Ejem- llamaba la atención e interrumpía el beso entre ambas- la señora Reche ha llegado.

Az: La recibiremos aquí Carmen- contestaba a su ama de llaves- ¿Qué quiere ahora Encarna?- se incorporaba para tomar asiento en su silla.

- A saber. Está muy pesada.

Az: Cuidado ahí llega- se levantaba al igual que su mujer para recibirla.

En: Natalia, Azucena, buenos días- llegaba hasta ellas, con sus cincuenta años recién cumplidos, ataviada conforme era habitual en ella, falda y chaqueta del mismo tono, zapato de medio tacón y su cabello, castaño oscuro, suelto con caída hasta los hombros y las saludaba a ambas con dos besos.

N: Siéntate, ¿has desayunado?

En: Si, pero tomare un té, gracias- tomaba asiento.

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En otro lado de la ciudad.

Dormía con la habitación totalmente a oscuras, cuando su sueño era roto por el sonido de su teléfono móvil. Se movía entonces lo justo para cogerlo de su mesita y sin mirar su pantalla descolgaba.

- ¿Si?

- Hay un cambio en tu agenda de hoy

Sin escuchar más, cortaba la llamada, pasados unos instantes su teléfono volvía a sonar.

- Ni se te ocurra volver a colgarme Alba.

A: Me he acostado hace solo un rato y me llamas diciendo no que se de mi agenda, muy normal que te cuelgue ¿no crees?

- Será un minuto, a las tres tienes la sesión de fotos para la promoción del nuevo vino, a las siete sesión de estilismo, recuerda que esta noche tienes que asistir a una entrega de premios.

A: Anula lo de los premios Oscar.

O: Jajaja te has despertado de humor por lo que veo, tú entregas uno, ¿Cómo quieres que lo anule?

La SexólogaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora