Capítulo 2

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UN DÍA ANTES...

Verónica.

Intento abrir los ojos, pero termino cerrándolos de inmediato por la luz mañanera que se entromete a mi cuarto por la ventana y, Joder, siento que alguien está atornillado mis sienes.

Pataleo en mi cama tal cual niña pequeña mientras, con un gran esfuerzo, estiro las sábanas hasta cubrirme la cabeza.

Si tan solo pudiera seguir durmiendo...

Esa mirada intensa se dibuja en mi cabeza y el marrón oscuro vuelve a hacer estragos en mí.

—Verónica —y adiós diversión, adiós todo—. ¿Cómo que sigues dormida? Jovencita, el desayuno familiar fue hace veinte minutos, espero que tengas una buena justificación.

>>Mierda, el estúpido desayuno familiar<<.

Me siento en la cama fingiendo que apenas me voy despertando... no, realmente me voy despertando. Mejor dicho; fingiendo que ayer no me escapé a un antro, no bebí hasta por los codos y no amanecí con tremenda resaca.

—Buenos días, mami —saludo, poniendo mi mejor cara.

No me responde. Sí está enojada y todo por un dichoso desayuno que, según ella, es para "mantener la armonía del hogar y la familia". Boberías.

Eleva una ceja, mirándome severamente, esperando mi justificación.

—Lo siento —mi nivel de mentir ya es lo suficientemente alto como para sonar realmente sentida. Y no, no es que me haga la víctima porque no estoy culpando a nadie de algo que yo hice...—. Me quedé hasta muy tarde haciendo tareas y estudiando porque no quería tener más pendientes para hoy, iremos a la casa del lago ¿no?

Bueno, no sé si culpar a la tarea que no tenía por hacer que me durmiera tarde; cuente.

—No, tu papá tiene mucho trabajo aquí.

Cambio mi expresión a una desanimada, pero por dentro estoy feliz, no me gusta ir ahí, no hay internet ni nada bueno, solamente hay molestos mosquitos.

—Y date prisa en vestirte, pediré que te hagan el desayuno.

—¿Qué hay de desayunar?

—Hot cakes, waffles, fruta, licuado....

Reprimo una mueca. Yo necesito algo picante.

—¿Puedo ir a desayunar con Jade? ... Prometo que no volveré a faltar al desayuno, y esta vez fue por una buena causa, las tareas son importantes para mantener mi buena racha académica.

—Bien, puedes ir, pero no llegues tarde.

—Gracias, mami —le sonrío inocentemente y ella solo asiente para volver a tomar su camino hacia afuera de mi habitación.

—Ah —me habla antes de que cierre la puerta—, en la noche será cena familiar para compensar lo del desayuno.

—Okay, ma.

Se cierra por completo la puerta y me dejo caer en la cama, tanteándola con la palma de mi mano en busca de mi celular.

Entre cuanto lo encuentro; llamo a mi mejor amiga, quien no se demora en responder.

—Sí, Verónica, yo le digo a tu mamá que te viniste a dormir conmigo —dice de inmediato, con su voz adormilada.

—¿Qué? No, estoy en mi casa, dormí en mi casa.

—Pero...

—Después te cuento, ahora, ¿vamos a desayunar?, ya le dije a mi mamá que voy a ir a desayunar contigo, así que me tienes que decir que sí.

Rompiendo lo coherente [borrador] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora