Capitulo 31

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La oscuridad de la noche inundaban el puente de la catedral, el viento soplaba fuerte y el agua del lago golpeaba las rocas debajo de el; en aquel puente se encontraba recargada en su costado derecho aquella mexicana, mirando el oscuro y lejano cielo; pérdida en sus recuerdos e intrigada por lo que pasará

Con la mirada arriba, desprevenida escuchó a lo lejos el sacudir de algunas hojas; debido a la oscuridad la mexicana no pudo localizar el sonido

-¿Quién está ahí?- preguntó la mexicana mirando al frente en posición de defensa

[...]

-¿Quien está ahí?-

-¿Quién eres tu?-

-Austria ¿quien eres tu?- preguntó

-Que haces aquí?,- de la oscuridad salió aquella figura tan imponente, con preocupación en su rostro y tono

-No te diré nada hasta que me digas quién eres y por que la estás siguiendo?- amenazó el segundo hombre sacando su arma y apuntando a la cabeza del contrario

-Soy Estados Unidos- de igual forma sacó su arma de entre su saco, apuntando al estadounidense

-tu deberías de estar con ella-

-No- pauso -alguien me trata de inculpar imbecil- bajando el arma y sacando una carta maltratada y arrugada de su pantalon preguntó
-¿sabias de esto?-

-Dame eso- bruscamente austria jalo la carta de las manos del estadounidense -¿Por que la tienes tu?-

-Yo controlo su correspondencia- sentenció mirando la carta entre sus manos -y yo nunca mande eso- señalo con la mirada la carta en las manos del Austriaco

[...]

Poco a poco acercando su andar a los arbustos cercanos habló -Trece?- preguntó desconsertada a la gran oscuridad que la cubría en su alrededor

únicamente siendo resguardada con la pobre luz del candelabro que llevaba

-No, afortunadamente- las risas y el sarcasmo de una voz gruesa se hicieron escuchar, acompañadas de repetidos pasos que eran dados por una botas pesadas, probablemente militar

-Hola princesa- esa voz definitivamente la reconocía la mexicana

-Nazi?-

Siguiendo el sonido de los pasos, una figura masculina se hizo presente el la luz del candelabro

-El mismo- la mexicana al verlo, inhalo profundo y de golpe

-¿que te asusta princesa?, tanto te deslumbró mi belleza-

De pronto un fuerte golpe inpacto el rostro del aleman -¿que fue eso?- reclamó

-Ahora si ya te cargo la chingada- gritó la mexicana mientras se lanzaba sobre el Alemán y lo volteaba boca bajo, sujetando sus manos atrás de su torso y haciendo presión en la espalda con su rodilla

-ay mi princesa- entre risas habló el aleman 
-conmigo no funcionan esas cosa- susurró, mientras subía voluntariamente sus brazos hasta romper o en el mejor caso dislocar sus hombros

El crujido y el exagerado movimiento de sus brazos sonaron de inmediato, lo que ocasionó que la mexicana se asustara y se quitara de encima

-Que pedo wey!- gritó asqueada -estás enfermo cabron- reclamó

𝒕𝒆𝒏𝒆𝒓𝒕𝒆 𝒄𝒐𝒏𝒎𝒊𝒈𝒐 (México × todos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora