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La verdad era que Dio se consideraba bueno para cualquier cosa, aquí humildemente.
Podría ser una cosa del destino, o sencillamente el hecho de que era un hombre increíblemente capaz. Lo cierto era que todo le salía siempre como él quería, aún trabajando bajo presión.
Y vaya que había estado presionado ese 24 de diciembre. No solo porque había logrado cocinar una cena espléndida sin la ayuda de todos sus modernos utensilios de cocina, sino también porque logró que la casa de su padre se viera presentable, siendo que esa mañana hubiese sido difícil diferenciarla de un chiquero.
Porque sí, ese año, él y su pequeño Giorno, de 12 años, habían ido a pasar la navidad a la casa de Darío.
Esto no era una tradición ni mucho menos. A Darío poco le importaba la navidad, y de hecho, cuando Dio era niño, nunca la celebraban. El abogado apenas tenía unos vagos recuerdos de que había tenido navidades felices cuando su madre aún vivía, pero bueno, luego ella había muerto y desde ahí las cosas solo habían ido mal para el pequeño Dio.
Así que nada, Dio no visitaba a su padre en navidad, aunque sí se aseguraba de que alguien le llevara comida especial, aún sabiendo que el viejo probablemente estaría demasiado ebrio como para recordar que era un día festivo.
Dio hacía las cosas a su manera, y desde hacía muchos años, pasaba la navidad con su hijo y la familia que él había elegido: Diavolo y su hija Trish.
Este año, sin embargo, había sido la excepción. Diavolo y Trish habían ido a pasar las fiestas a Nueva York. La niña solo había tenido que mencionar una vez que le gustaría celebrar en año nuevo en Times Square cuando Diavolo ya había mandado a preparar su avión privado y reservado el penthouse del hotel Four Seasons por un par de semanas.
Dio habría estado más que feliz de acompañarlo, pero justo estaba en medio de un caso muy importante que había arruinado por completo sus vacaciones decembrinas. Pero bueno, iba a ganar mucho dinero con eso, y ya tendría tiempo de ir de viaje con Giorno después para compensar esto.
Había pensado que él y Giorno tendrían una cena de navidad ellos dos solos en casa, para luego ver una película o algo, pero el niño había sugerido que podían visitar al abuelo, porque quizás él querría compañía. La respuesta a esa inquietud era un rotundo no, pero como Giorno insistió, Dio terminó por ceder, y así habían terminado en su casa de la infancia.
La mayor parte de la tarde transcurrió sin incidentes. Se habían dedicado a limpiar, y luego Dio había comenzado a cocinar mientras su hijo y su padre jugaban poker. Al principio solo escuchaba a Giorno admirarse de que su abuelo ganaba una y otra vez, hasta que el viejo decidió confesarle que no había estado jugando limpio. Luego de eso, Darío le había estado explicando a su nieto como hacer trampa.
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Especial Navideño 2
FanfictionEn la navidad de 2016, las familias Brando, Abbacchio-Bucciarati y Joestar celebraron la navidad de maneras muy distintas. Eso sí, todos metiéndose en situaciones incómodas. Del AU de la página Jojotos Tercermundistas