Capítulo 29 - Mi hermano

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Isabel

Quince días han pasado desde que vi a mi mejor amigo lanzarse al vacío con esa maldita loca.

Me siento tan culpable de haberla provocado; tal vez Dilan estaría aquí con nosotros si tan solo no lo hubiera hecho, probablemente sacándonos de quicio a todas.

No he salido del departamento desde hace una semana, lo último que escuché después de salir del hospital fue que su cuerpo fue llevado a la morgue y cremado junto a su padre a petición de la única a cargo; "su madre".

Solo he hablado con Vallolet.

Ambas permanecimos todo ese tiempo en el hospital para estabilizarnos, sabiendo que nuestros bebes corrían riesgos debido a los golpes y la impresión de ver a Dilan caer de la azotea.

Ella entiende el vacío que siento.

Aunque sé que debo ser fuerte por mis bebes.

Hoy me toca hacer el único esfuerzo que estoy dispuesta a hacer, y es presenciar la lectura del testamento del padre de Dilan.

Gracias al abogado la lectura se hará aquí, en su departamento porque para mí sigue vivo.

A paso lento me doy una ducha y me coloco un pijama decente; lo único que mi estado de ánimo me permite usar. Veo la hora siendo el momento para que vayan llegando los que fueron citados.

Salgo de la habitación encontrándome con Vallolet y el abogado del señor Susext, los saludo y al acercarme a Vallolet me abraza, haciéndome imposible no llorar.

—Cálmate Isa, piensa en nuestros bebes, recuerda que debemos estar bien por y para ellos —susurra a mi oído

—Lo siento tanto —digo sin poder continuar por la voz ahogada

—Te lo he dicho muchas veces no fue tú culpa, la única culpable fue esa loca.

—¿Por qué la lectura del testamento de mi esposo es en este lugar? —Escucho decir y no hay que ser adivina para saber quién es—, puedo asumir que soy la única heredera, no hay nadie más de la familia, que no entiendo porque están estás dos presentes —Termina por decir y volteo; tan elegante que no parece haber perdido a un hijo, ni haber asesinado a su propio esposo.

—En un momento lo sabrá señora, por favor tome asiento —dice el abogado

El abogado empieza a leer el testamento a lo que dejo de escuchar.

Mis pensamientos se van al recordarlo cuando nos reíamos y jugábamos en este departamento, y las veces que nos emborrachamos.

Sin olvidar el día que compró el departamento, parecía un niño con juguete nuevo; cuando quiso regalarme uno y me negué pues no tenía intenciones de abandonar a mi padre, ese que solo me envió un mensaje diciendo que lamentaba la muerte de Dilan.

El hermano que la vida me dio, la misma vida me lo arrebató de la peor manera.

Una lagrima se desliza por mi mejilla cuando recuerdo verlo sonreír al enterarse de que sería padre.

Al menos supo que sería padre

Soy sacada de mis pensamientos al escuchar el grito de —¿Cómo que el único heredero de la fortuna era Dilan? es una locura, yo era su esposa.

—Y su asesina también —murmura Vallolet

—Cálmese señora

—¿Qué me calme?, está loco, soy la madre de Dilan, imagino que todo pasa a mí.

—Eso hubiese sido posible si su hijo no tuviese testamento

—Mi hijo no tenía testamento, él era muy joven para esas cosas

—Se equivoca, su hijo hizo un testamento hace unos años

—Pero como...

—Si me deja proseguir podrá enterarse —dice el abogado, y ella solo asiente, el abogado toma lo que asumo es el testamento de Dilan.

Estúpida

No me acordaba que firme de testigo

Jamás pensé que se haría realidad porque él lo hizo en un momento de rabia y dolor.

—Yo Dilan Susext en pleno uso de mis facultades mentales y poseedor de diferentes bienes, dejo como heredera universal de todo lo que poseo y poseeré a Isabel Weber, mejor amiga y confidente, hermana que la vida me regaló. Si al momento de mi muerte tengo esposa, Isabel será quien decida acerca de la repartición de la herencia.

<<A mi señora y amada madre si sigue con vida, te digo que quedaras sin nada porque hace años supe que soy el único heredero de mi padre. Dejo como clausula no darle ni un centavo a mi madre, aprende a trabajar o consíguete otro que te mantenga porque de la familia Susext no volverás a vivir.

El abogado termina de leer todo y Vallolet me sonríe —Vas hacerlo bien, Dilan creía en ti.

—¡Espera!, vamos a hacerlo bien, te toca por lo menos más de la mitad, eras su esposa y la madre de su hijo.

—Yo no lo necesito Isabel, lo sabes.

—No es que lo necesites o no, es lo que corresponde.

—Está bien, pero vamos mitad y mitad —Me dice con su sonrisa triste—, y por favor quiero conservar su oficina, si no es mucho pedir.

—Es tuya —A lo que digo, un grito me interrumpe.

—Esto es una maldita trampa de esta puta arribista.

—Le voy a pedir señora que a mí me respete, la única puta aquí es usted, ¿quiere que le diga la fecha exacta de la firma del documento? —pregunto con enojo—, fue el día en que su hijo la encontró revolcándose como la gran puta que es, con la que era la prometida de su hijo —Me levanto enojada a lo que siento un leve mareo—. Así que no tiene de que quejarse, le voy a exigir que se largue de este lugar y abandone la mansión solo con sus pertenecías, como escucho su hijo no quiso dejarle un solo centavo.

—Voy a impugnar ese documento

—Haga lo que quiera, pero si tenga esto en cuenta —Volteo al abogado—, quiero que entable una demanda en contra de esta señora por el asesinato del señor Susext —exijo a lo que la veo perder el color—, no me mire así señora, la loca de Katiana le grito a Dilan delante de mí y de otras personas, que usted había matado a su esposo y apuesto que todos van a estar más que felices de atestiguar en contra de una maldita puta como lo es usted.

—Por favor Isa cálmate, recuerda que no puedes alterarte —Me recuerda Vallolet—, Richard —llama y el mencionado aparece al instante—, por favor acompañe a la señora a la mansión y asegúrese que no saque más que su ropa, ni el auto se puede llevar.

—Si señora —dice Richard llevándosela del brazo.

—Lo vamos a hacer bien, ya verás —Me alienta y solo puedo asentir.

Me siento mirando al techo.

Sé que podremos salir adelante, pero... este dolor seguirá también.

Frenesí en la Perla IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora