VIII

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Habían pasado tres días desde que Chloe había roto con Pierce y aunque estaba feliz de haber tomado esa decisión, todavía no se lo había contado a Lucifer. Las palabras de Pierce seguían rondándole la cabeza "dile que te muestre quién es en realidad". Todavía no había encontrado significado a eso y estaba muy lejos de pensar que se refería a su lado diabólico.

Al acabar la jornada de trabajo y después de haber soportado un par de órdenes bastante bordes de parte de Pierce, Chloe marchó al ático de Lucifer para enfrentar lo que fuera que estaba pasando. Estaba decidida a contarle que había roto con Pierce y ha averiguar, de una vez por todas, quién era en realidad Lucifer Morningstar.

No tardó mucho en llegar a Lux y pasar por las cuerdas rojas, bajo los gritos indignados de la gente que hacía cola para entrar. Una vez dentro se posó en la barandilla, buscando con la mirada a Lucifer, por si estaba entre la multitud, cuando se percató de que estaba en una de las cabinas, acompañado de dos señoritas bien escasas de ropa. De pronto, una oleada de celos la recorrió. Aunque era absurdo sentirse así, ya que no había nada entre ellos y al parecer Lucifer no parecía estar haciendo nada con ellas, más que hablar, Chloe no lo pudo evitar. En cuestión de poco tiempo, Chloe se paró enfrente de él.

-¡Detective! ¡Qué sorpresa! – dijo Lucifer enderezando su postura - ¿Qué haces aquí?

Chloe miró con recelo a las dos chicas que ahora la miraban a ella con mala cara antes de dirigirse a Lucifer.

-¿Podemos hablar?

-Por supuesto – contestó él poniéndose de pie y acercándose a ella - ¿Está todo bien?

-Te lo contaré arriba – respondió Chloe y marchó hacía el ascensor.

Lucifer giró la cabeza para lanzarles una sonrisa de disculpa a las dos chicas y siguió a Chloe al ascensor. El viaje hasta el ático no fue más que silencioso, algo que preocupó a Lucifer. Una vez llegaron allí, Lucifer se dirigió a la barra a servirse una copa, ofreciéndole otra a Chloe. Ella aceptó y fue a sentarse al sofá mientras él traía las bebidas y se sentaba junto a ella, manteniendo cierta distancia. Chloe bebió un gran sorbo antes de hablar.

-Hace unos días rompí con Pierce.

-¿Y estás bien?

-Sí, me sentí aliviada una vez que se terminó.

-¿Pero? – preguntó él sabiendo que algo ocurría.

-Me dijo algo que me desconcertó y a lo que llevo dándole vueltas desde entonces – contestó Chloe haciendo una pausa mientras Lucifer le hacía un gesto con la cabeza para que continuara – durante nuestra ruptura apareció tu nombre. Él sabía que había algo entre nosotros, que siempre lo ha habido y me dijo algo sobre ti.

-¿Qué te dijo?

-Me dijo que hay muchas cosas sobre ti que no sé y que cuando las sepa, no querré estar cerca tuya – dijo Chloe mientras Lucifer se empezaba a tensar – y también me dijo que te pidiera que me muestres quién eres en realidad.

Lucifer terminó de escuchar las palabras de Chloe y se levantó del sofá nervioso. Se dirigió de nuevo a la barra y se sirvió otra copa que bebió de un trago antes de volver a servirse otra. Chloe lo miró preocupada y se acercó a él, parándose justo detrás.

-Lucifer – susurró ella poniendo una mano sobre su hombro.

Lucifer saltó ante el repentino contacto y se apartó de ella, colocándose delante de las escaleras de su dormitorio y procurando mantener una distancia prudente.

-Lucifer ¿Qué ocurre? – preguntó ella - ¿A qué se refería Pierce?

-Detective, yo... no puedo... - contestó él asustado.

- Siempre dices que no mientes, pero hay veces que tampoco muestras toda la verdad. Llevamos tres años trabajando juntos, creo que merezco saberlo.

Lucifer se quedó callado mirándola con ojos de preocupación. Había pensado muchas veces en cómo sería el día en que le mostrara a la detective su verdadera identidad. Había pensado en mil posibilidades de lo que pudiera ocurrir al hacerlo, pero no estaba preparado para ello. Nunca lo estaría. Sabía cómo afectaba su lado demoniaco a las personas que lo veían y lo que más temía en el mundo era perderla, pero tampoco podía mantener una relación con ella si no le mostraba toda la verdad. Había llegado el momento de darle la prueba definitiva para que le creyera cuando decía que él era el diablo.

-Lucifer, por favor – insistió Chloe con tono suave.

-Está bien detective – contestó él cogiendo aire – pero antes de nada, quiero decirte que nunca te haría daño ni a ti, ni a Trixie. 

Chloe lo miró confundida antes de ver como el rostro de Lucifer cambiaba de una manera horrible ante sus ojos. De pronto el ser que estaba delante de ella no era el Lucifer que ella conocía. Tenía la piel roja, llena de quemaduras y cicatrices, sin pelo y los rasgos eran muy acentuados y prominentes. Sus ojos ardían en rojo y su mirada imponía terror.

-Esto es lo que soy Chloe – dijo Lucifer suspirando – soy el diablo.

Chloe se quedó mirándolo horrorizada, mientras se llevaba las manos a la boca para cubrir un pequeño grito de terror. Lucifer la miró con pesar, viendo lo terriblemente asustada que ella estaba de él; jamás había querido que ella le tuviera miedo. Así que en apenas un parpadeo, volvió a su forma humana. Chloe jadeó en respuesta, todavía sin saber cómo procesar lo que había visto hace unos segundos atrás.

-Detective, sigo siendo yo – dijo Lucifer derrotado.

-Eres... eres... el verdadero diablo – contestó ella tropezando con sus palabras.

Lucifer asintió abatido antes ver a Chloe andar rápidamente hacía el ascensor, pulsando el botón de llamada frenéticamente mientras se giraba para mirarlo por si se movía de su sitio. Lucifer no movió ni un musculo, viendo como ella huía de él, quizás para siempre. La vio entrar al ascensor y vio por última vez su cara de pánico antes de que las puertas se cerraran.  Jamás podría borrar de su mente la mirada asustada de ella. Este momento se convertiría en su bucle infernal para siempre.

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