¡JOU HEY JOU!

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Akaashi Keiji recibió una llamada «urgente» el día antes de Navidad. Una llamada, cómo no, del mayor grano en el culo de su vida: Bokuto Kootaro.

Le había pedido o, más bien, rogado su ayuda.

A Akaashi no le había dado tiempo a procesar del todo la llamada de Bokuto: solo insistía en que necesitaba su ayuda con urgencia. Le había mandado una dirección a la que debía acudir lo antes posible y lo único que había dado como explicación había sido un: «es cuestión de vida o muerte».

Akaashi, que ya estaba acostumbrado a las peticiones absurdas, repentinas y exageradas de Bokuto, no se preocupó demasiado. Por supuesto, sabía que el asunto no debía ser de extrema urgencia. Para la simple y escueta mente de Bokuto, debía ser algo gravísimo;para el resto de humanos, seguramente fuese un problema tan sencillo que, solocon pensarlo durante unos segundos, se podía solucionar.

Y todo el mundo sabía que eso de pensar era algo que no se le daba demasiado bien.

Lo que le había extrañado, no obstante, había sido que lo citase en un centro comercial. Teniendo en cuenta la fecha en la que se encontraban, lo más probable era que no hubiese comprado algún regalo y necesitase su ayuda para hacerlo; pero, si ese fuera el caso, ¿para qué lo necesitaba allí? Con una llamada o unos mensajes por Line, podría ser todo más cómodo.

Pero no. Había insistido en que necesitaba que Akaashi fuese allí, sin tardar. Así que el chico se arregló (había pasado todo el día en pijama leyendo en la cama), se abrigó bien y cogió el metro en dirección al centro comercial donde se requería su presencia. Por el camino había probado a mandarle algunos mensajes exigiéndole explicaciones, pero Bokuto ni siquiera llegó a leerlos. Tampoco cogió el teléfono, del que saltó el contestador: «¡Hey, hey, hey! Si tienes algo importante que decirme, ¡espera a que suene el Beeeeep! Y, si no es muy importante, prueba a llamarme más tarde. Aunque sería mejor que...»

El mensaje se cortaba con la propia voz de Akaashi, que decía de fondo: «Bokuto-san, es demasiado largo», y así finalizaba. Akaashi puso los ojos en blanco al oír el contestador y se preguntó por qué no lo habría cambiado. Tal vez ni supiese cómo hacerlo.

Bajó en la parada más próxima al centro comercial y caminó hacia él sin prisas, pero sin pausa: por mucho que le hubiese metido prisa Bokuto, él no iba a arriesgarse a acabar atropellado en medio de la carretera.

Una vez en el centro comercial, se preguntó hacia qué punto exacto del enorme edificio de tres plantas e infinitas galerías debería ir. Bokuto solo había dicho el nombre del centro comercial, pero no el de ninguna tienda en específico.

Pero no le hizo falta buscar mucho más, porque lo encontró a primera vista. Se pasó una mano por la cara con gesto de abatimiento al ver a un montón de niños congregados alrededor de un pequeño teatro montado a la entrada del edificio: el escenario era de madera, decorado con varias luces de colores y guirnaldas brillantes. Tras el tablado, un gran árbol de navidad, adornado por bolas de todos los tamaños y colores, alegraba la vista de los clientes.

Los niños rodeaban a un hombre disfrazado de Santa Claus, vestido de rojo y con larga y falsa barba blanca.

No necesitó acercarse para ver quién era:

—¡Hey, hey, hey! —canturreaba el Santa Claus con alegría, revolviéndole el pelo a los niños. Akaashi se acercó hasta ellos—. ¡Feliz Navidad! Portaos bien y así podré dejaros un montón de regalos esta noche, ¿eh?

Los niños asintieron a coro y sus padres, que habían permanecido en silencio al otro lado del escenario, se los llevaron de la mano con una sonrisa agradecida dedicada al Santa Claus falso.

¡JOU HEY JOU! (Haikyuu/Bokuaka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora