Navidad || ShikaSara

Navidad

Estar entre bodegas húmedas y frías jamás fueron sus planes navideños, sin embargo, él era un ninja y nunca se ha atrevido a darle la espalda a los que lo necesitan.

No había sido un buen año para nadie y menos para los habitantes de Konoha.
La guerra nuevamente había atacado la paz del mundo en el cual vivían, aunque en ese momento no estaban bajo ataque, las personas temían a cada segundo que pasaba, pues la posibilidad de que la amenaza regresara era latente y muy posible.

Desde hace semanas estaban todos en el cuidado de los refugios subterráneos de sus aldeas.

Los ninjas habían recibido indicaciones de tratar de darles a los civiles una navidad calida para disminuir la angustia y sus miedos.

A cuestas, pero pudieron conseguir juguetes para los niños, cena tradicional y decoraciones navideñas.

Todos los civiles y niños parecían contentos y, por unos momentos, olvidaron los desastres que ocurrían afuera de los refugios, sus hogares abandonados y sus familiares muertos, en misión o desaparecidos.

Shikadai había logrado escabullirse de la celebración, estaba cansado de todo y solo quería estar un rato solo para poder relajarse, o al menos intentarlo.

Su padre estaba lo que sigue de ocupado, con la desaparición del séptimo hokage, él era la maxima autoridad de la aldea y tenía muchas cosas de las cuales encargarse. Su madre estaba en Suna, había sido doloroso verla irse, pero la entendía, aunque llevaba años viviendo en Konoha y le tenía mucho cariño, Suna era su verdadera aldea, ella no pudo negarse al ver como Suna agonizaba por el peligro.

Shikadai estaba sentado sobre el frío suelo de aquella bodega, podía percibir el leve sonido de la fiesta que se celebraba al lado de ese bodega como susurros, las gruesas paredes no dejaban pasar mucho ruido.
Tenía un plato a medio comer, no tenía mucho apetito.

Era noche buena, víspera de navidad, y él no podía sentir la calidez de la fecha.

Era la primera vez que pasaría este día en soledad, sus padres no estaban, Inojin y Chouchou estaban custodiando la frontera y sus demás compañeros estaban trabajando en diferentes misiones, todos tratando de sostener la aldea la cual parecía caerse a pedazos.

Estar solo entre tanto estrés le quitaba el aliento, su respiración era pesada y no parecía cambiar.

Apartó el plato de comida, metió sus manos a los bolsillos de su pantalón y alzó su cabeza para ver el techo.
Se sentía asfixiado.

Escuchó como la puerta de la bodega se abrió, él estaba escondido entre unos estantes y cajas así que se quedo en silencio para evitar ser descubierto, se escuchó como la puerta se cerro, creyó que se habían ido pero unos pasos se acercaban a su escondite.
Se iba a poner de pie para irse del lugar pero una sensación llegó hasta su cuerpo, reconocía aquel ambiente.

Se quedo quieto, impaciente esperando que aquella persona lo encontrara, o bueno, que estuviera frente a él, ya que era muy probable que ella ya supiera que estaba ahí.

— Sabía que estarías escondido en vez de convivir Shikadai, eres un vago —a pesar de que sus palabras suelen ser irónicas, esta vez se escucharon amables y dulces.
Como si la calidez hubiera llegado a su navidad.

— Será la sangre Nara... —Shikadai estaba sorprendido de verla, se supone que ella estaba a cargo del escuadrón que vigilaba la abandonada aldea en espera a que los enemigos regresaran— ...pensé que estabas en Konoha...

— Uno de mis compañeros se lastimó, no pretendía abandonarlo, así que lo acompañé hasta aquí y le dejé el liderazgo de la misión a Mitsuki... —se explicó Sarada mientras le extendía la mano a Shikadai, él no dudo en tomarla y recibir ayuda para levantarse— ...partiré de regreso mañana por la mañana así que pensé en venir a hacerte un poco de compañía...