Daniel está solo en su casa, aburrido después de haber cocinado bastante tiempo platillos que le durarán toda la semana, ya que no tiene con quién compartir esa navidad.
Suspira pensando en qué hacer, hasta que se le vino una idea a la mente y fue a su cuarto para vestirse adecuadamente.
Fue a la playa y se sentó a la mitad de la arena, dándole un vistazo a aquel mar que cautivaba sus ojos y oídos con su majestuosidad.
Incluso cerró un momento los ojos para disfrutar del bello sonido y el aroma tan fresco que emitía ese lugar.
Johnny lo mira de lejos y su corazón se para por un segundo, para comenzar a pensar cosas sin sentido para sacar su coraje.
Seguro LaRusso sabía lo estúpido que era y había ido a la playa solo para joderlo, y cómo no?, su estúpido padrastro se lleva a su madre lejos en navidad y él se queda solo?, por supuesto que no lo va a dejar así, ese idiota no se saldría con la suya, así que se acerca a paso lento sin que Daniel sospeche al menos que esté ahí y está a punto de patearlo, cuando se da cuenta de que el humano más bajo estaba realmente tranquilo.
Ni siquiera cree que haya notado su presencia...
Suspira con cansancio y toca su hombro suavemente tratando de no exaltarlo, pero al parecer no funcionó, ya que Daniel voltea, mirándolo con esos gigantes ojos a los que Johnny no había prestado atención como esta vez y dice algunas palabras que Lawrence no puede escuchar por estar concentrado analizando la mirada ajena.
Juraba que podía sentir las emociones contenidas en LaRusso con solo mirar sus ojos, hasta que Daniel frunció el ceño y se levantó de la arena algo asustado, haciendo que despierte de su ensoñación y sienta de nuevo esas ganas irrefutables de golpear al azabache al pensar que comenzaría a burlarse.
─ ¿John Lawrence?─ preguntó con duda misma. Johnny tomó un puñado de tela de la prenda superior de Daniel y con esta logró ponerlo frente a frente de él sin notar que Daniel ya no tocaba ni con las puntas de los pies la arena.
─ ¡¿Vienes a burlarte de mi?!─ escupió el rubio sin controlar la caída de sus lágrimas furiosas y Daniel solo seguía confundido mirándolo con aquellos ojos de cachorro que Lawrence se negaba a arruinar con algún golpe.
─ ¿De qué hablas?─ con temor a ser golpeado, cerró los ojos con fuerza y puso sus brazos frente a él como si Johnny no pudiera quitarlos y darle una paliza como el primer día que se conocieron.
Johnny no quería eso... por qué debía molestar a todos?!, por qué no podía ser feliz sin tener que arruinar la vida de alguien?.
Daniel al darse cuenta de que el rubio no tenía intención de golpearlo, quitó sus manos de enfrente suyo y miró aquellos ojos azules que si no se equivocaba, eran el mismo tono que el mar que miraba hace algunos minutos... eran realmente majestuosos.
Pero... a diferencia del mar que reflejaba el brillo de la luna o del Sol propio, los iris de Johnny estaban apagados y eso hizo que se sintiera algo mal por el rubio.
No sabía controlar sus emociones y al parecer está imaginando cosas que no son...
Así que, con sus brazos rodeó el cuello del rubio y se acercó a él impulsándose adelante, creando así un abrazo que expresaba lo que Daniel quería brindarle al rubio, confianza. Quedó con los ojos abiertos de impresión, pero su mueca de enojo, ahora mostraba lo que su corazón sentía, dolor, por lo que rodeó con sus fuertes brazos la pequeña cintura del moreno y lo apretó, correspondiendo el necesitado abrazo.
Daniel aún no podía tocar el piso, pero eso era lo que menos importaba en ese momento...
─ Johnny, ¿qué ocurre?─ cuestionó con curiosidad el moreno y Johnny solo sollozó en su hombro, por lo que dio una leve palmadita en la espalda del rubio- déjalo salir, estás bien Lawrence- dijo con voz tranquila y Lawrence moqueó un poco antes de responder.
