Una foto de Clara~
—¡Mierda, llego tarde!—Maldije mientras iba corriendo hacia el metro de Barcelona.
Después de un verano bastante ajetreado había vuelto a mi rutina más común. Aunque, como dato a mencionar, había empezado la carrera de historia. Al principio pensé que para ser profesor debías estudiar magisterio, pero no. Los profesores de secundaria se tenían que especializar en su materia, y fue por eso que me metí a historiador. Por suerte había hecho el bachillerato humanístico en vez del artístico, por lo que tenía una gran ventaja. La universidad era muy diferente al instituto. Las salas eran enormes, la mitad de ellas vacías, y el profesor se posicionaba en lo más bajo, explicando su materia y marchándose sin mediar palabra. Aunque no había empezado muy bien el curso...
No me había acordado de conectar el despertador y llegaba tarde.
Nunca he sido de llegar antes a un sitio, siempre me he considerado puntual extremo. ¿Qué es puntual extremo? Un minuto más y llegas tarde. Pero esta vez no llegaba justo, llegaba muy tarde. ¿Cómo me presentaba ahora en medio de una clase? Cuando finalmente llegué a la boca del metro descendí las escaleras de tres en tres, causa por la qual casi me mato, y esperé a que el transporte llegara. Me apoyé en la pared y empecé a escuchar música con mi móvil. No tenia caso ponerse nervioso, a pesar de que lo estaba, porque el metro no llegaría antes a causa de nuestros nervios. Esperé un poco más de cinco minutos hasta que el transporte llegó y me metí en él de un salto.
Era hora punta, así que me tuve que quedar en una esquina de pie. Cerré los ojos y esperé a llegar a mi destino.
Después de un poco más de veinticinco minutos al fin llegué a la universidad. Entré con prisas y corrí por los pasillos hasta encontrar mi clase.
—Es por eso que...—Entré e interrumpí la explicación del profesor.
—Siento llegar tarde.—Dije jadeando.—Soy Gabriel Martín Clariana, si no recuerdo mal esta es una de mis clases.—Intenté no sonar muy estúpido, aunque más de uno se carcajeó por lo bajo.
—Oh Srto. Martín, tome asiento, estamos explicando las sociedades afroamericanas desde los esclavos hasta los presidentes.—Movió exageradamente las cejas.—¿No le parece emocionante?
—Sin duda...—Dije no muy convecido y me senté en la primera silla que mi vista captó.
—Bien, como iba diciendo es por eso que ya no hay, en teoría, división entre el hombre blanco y el negro. Y digo en teoría porque ya sabéis que los americanos pueden resultar ser un poco... salvajes.—Un gran número de personas soltaron una risa.
El principio de la clase me costó pillarlo, pero una vez capté el tema presté la máxima atención. Además, me gustaba como explicaba aquel profesor. Conciso, sencillo y ameno. Después de aquella clase tocó historia del arte y, a continuación, literatura del siglo de oro. Por suerte todo aquello se me daba bien, por lo que no tuve muchos problemas.
Pero, a parte de llegar tarde, aquel día pasó otra cosa.
Era la hora del almuerzo, pues el concepto de recreo ya se había extinguido en el pasado, y decidí sentarme en uno de los bancos para comer mi bocadillo. Vi como se acercaba una chica, cosa que agradecí, pues aún no tenía amigos. Aunque ella no buscaba exactamente amistad.
—Hola. Gabri, ¿verdad?—Asentí sin despegar mis dientes de la comida y ella se sentó a mi lado.
—¿Y tú?—Dije una vez que hube tragado el trozo de bocadillo.
—Puedes llamarme Anna.—Contestó junto a una sonrisa.
—Hm, bonito nombre.—Volví a atacar mi comida, hambriento.
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Sweetie (inacabada)
RomanceGabriel, un chico que desde los catorce años sabe que es gay, se enamorará de Daniel trayendo consigo un sinfín de situaciones, tanto cómicas, románticas o algunas un tanto dramáticas para explicarnos, en primera persona, la vida y las dificultades...