Salió de su cama con los ojos hinchados y trató de pestañear un par de veces hasta acostumbrarse a la clara luz del día. Caminó descalzo hacia el cuarto de baño y buscó el interruptor con los dedos. Hipó. Se miró al espejo. Estaba avergonzado de sí mismo, sintiéndose extraño.
Pasó los irises por su reflejo antes de lavarse el rostro; desde la frente hasta la curvatura de sus hombros desnudos. En la pureza de su intimidad, era un completo caos sin salvación alguna. Hipó otra vez, atorándose al respirar. Jamás bajaría esa hinchazón de sus párpados si seguía llorando, así que se comió la frustración para seguir analizándose.
Sus manos... sus malditas manos.
Un par de guantes de cuero le cubrían elegantemente. Los usaba en todo momento, todo el día, hasta para dormir.
Chistó.
Taehyung se los quitó para poder lavarse apropiadamente las manos, y entre el remolino de sus pensamientos, jadeó de dolor cuando el material de cuero rozó una de sus heridas abiertas que anoche olvidó cubrir.
—Ah... —gruñó lastimosamente.
El dolor le electrificó la zona, arrasando con su paciencia. Estuvo a punto de arrancarse todo el guante de un movimiento, pero por el bien de su salud física y mental, no lo hizo. No era un hombre de mucha tolerancia, pero sí de bastante sabiduría.
Respiró hondo.
Terminó de alistarse, de vestir su uniforme bien planchado, de perfumarse y de cubrir las imperfecciones de su rostro con un poco de maquillaje. Llevaba un bonito reloj plateado en la muñeca, un accesorio que Jimin se esmeró en regalárselo para su cumpleaños pasado. Oro blanco, con un fondo de cristal zafiro y cierre desplegable; un clásico modelo insignia de los relojes Patek Philippe. También traía consigo un collar muy delicado en el cuello que metió bajo su camisa. Era un encantador colgante de oro blanco que culminaba con una seductora mariposa de diamante en forma de pera. Fue el primer regalo de muchos que recibió por parte de Hoseok, hace un par de veranos atrás.
Suspiró.
Se miró al espejo por última vez y creyó ver a una persona totalmente distinta. Lleno de accesorios, de ropa planchada y cabello bien peinado. No era él. Se veía bonito, quizá guapo, pero Taehyung sabía que ese no era él. No era al mundo que pertenecía o que creía merecer.
Chimmy:
«¡Hay que salir a comer el domingo!»
Recibió un mensaje al celular por parte de su persona favorita, quien estaba demasiado despierto para ser las seis de la mañana.
¿A qué hora empezaban las clases de yoga de Jimin? ¿Cómo podía despertarse tan temprano y sonreír todo el día al mismo tiempo?
Hobi:
«Es domingo de películas, no creo que estés insinuando lo que creo que estás insinuando, Park Jimin. ¡Ni se te ocurra suspender el domingo de películas!»
Respondió Hoseok, en el chat grupal donde solo estaban ellos tres. Bueno, tenía a los mejores amigos que amanecían con los rayos del sol. Y por la ortografía bien redactada de Hobi, diría que su delgado amigo ya estaba listo para las clases del día.
Tata:
«¿Y si mejor estudiamos para la semana de exámenes?»
Escribió él y su celular no tardó en vibrar a los segundos consecutivos. Taehyung no era psíquico, pero sabía con anticipación lo que sus amigos irían a decir. Se le escapó una sonrisa, como si pudiera leerles la mente.
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Martirio mío. {Taekook}
FanfictionSi el diablo reviviera del purgatorio, posiblemente tendría su rostro... porque Jeon Jungkook es un personaje inigualable e incomparable con el resto de los mortales. Todos querían ser como él, todos... menos el hijo de puta de Kim Taehyung. © TODO...