Llegaron a la fiesta cuando esta ya llevaba un rato empezada. Tanto así, que Brina podía jurar haber visto a un chico conversando tranquilamente con uno de los tantos arbustos que rodeaban la casa, y a una chica besando el buzón de la entrada.
Al llegar al porche de la atestada casa, Thalía desapareció con un moreno que supuso que debía ser Güngör, el chico misterioso con el que no quería nada serio. Nuestra morena decidió entonces dar un paseo para poder analizar el ambiente.
Desde luego las fiesta de Chiara no eran famosas en vano. No había ni un minúsculo centímetro del lugar que no fuera ocupado por alguien, adolescente o no. La famosa triple B se apoderaba del lugar, chicos y chicas Bebiendo, Bailando y Besándose.
Se encaminó despacio hasta la cocina, intentando que ningún otro cuerpo tocara el suyo. Al llegar, cogió un vaso de lo que parecía cerveza y le dio un largo trago. Odiaba la cerveza, pero la mayoría de los presentes eran menores y sabía era lo único que sería capaz de encontrar por la casa, a no ser que asaltara la despensa de los Smith, lo que consideró detalladamente, dada la cantidad de gente que tenía alrededor, sabía que necesitaría algo mucho más fuerte que una simple cerveza.
Se acomodó sobre la encimera con un barril entero a su izquierda y bebió hasta que le picó la garganta mientras observaba con detenimiento los cuerpos de las personas moviéndose de forma descontrolada por todo el salón en lo que ellos consideraban una forma sensual, pero que a sus ojos parecían pulpos haciendo la danza de apareamiento.Transcurridos alrededor de diez minutos, un moreno de ojos caramelo y adorables pecas coloreando su rostro se acercó a ella con un sonrisa.
− Hola - saludó.− Hola – respondió Brina devolviéndole la sonrisa. Ni siquiera se reconoció a si misma, tres cervezas y ya le sonreía a un extraño.
− Soy Aytac – se presentó extendiendo la mano, a lo que la morena contestó chocando el puño.
− Brina -
− Eres amiga de Thalía, ¿cierto? -
− Esa soy yo, la amiga del bombón rubio. Lo siento campeón, está pillada. Vas a tener que coger turno como todos los adolescentes hormonados aquí – se encogió de hombros.
− Oh, no, no. Nada de eso. Verás, conozco a Güngör de toda la vida y jamás sería capaz de hacerle algo que le rompiera el corazón de esa manera – colocó su mano derecha sobre el pectoral izquierdo, dándole entonación – Además soy gay – finalizó. Brina tuvo que aguantarse la carcajada que luchaba por abandonar sus labios de tal manera, que sintió sus ojos picar por las lágrimas.
− Le has dado el toque dramático para después confesarme que bateas para el otro lado. Me gustas – respondió como pudo mientras se secaba los ojos con la punta de los dedos.
− Lo siento cariño, tú tampoco tienes oportunidad conmigo – le guiñó un ojo juguetón mientras se subía a la encimera con la morena, dejando el barril de cerveza en medio de ambos. La chica carcajeó.
Después de varias horas en las que estuvo conociéndose con Aytac, bailando y riendo como nunca antes, Thalía y, según supuso, Güngör, aparecieron en su campo de visión.
Su rubia amiga tenía el pelo alborotado y las mejillas sonrosadas, mientras que los labios de ambos se encontraban hinchados.
No hace falta decir en qué habían estado aprovechando el tiempo.
Aytac y Brina rieron al escuchar las pobres excusas que la pareja frente a ellos estaba poniendo. No era para menos, pues entre ambos habían acabado no solo el barril de cerveza, que permanecía entre ellos, sino un par de botellas de vino que Brina había decidido robar de la despensa Smith. Por lo tanto, el alcohol se había apoderado completamente del sistema nervioso de ambos morenos.
Tras una muy breve charla en la que pareja intentaba comprender lo que sus respectivos amigos estaban intentando decir, Thalía se despidió de Güngör y obligó a Brina a hacer lo mismo con los dos chicos, lo cual no resultó una tarea muy complicada. En cuanto Brina fue capaz de entender que su rubia amiga tenía planeado abandonar la fiesta, saltó de la encimera y abrazó con todas sus fuerzas al pecoso, quien respondió de la misma manera, para después repetir el proceso con el novio de su amiga, quien le devolvió el gesto extrañado.
Esa demostración de cariño por parte de su casi hermana fue la señal que necesitó la rubia para arrastrarlas a ambas fuera de aquel infierno.
No habían avanzado ni la mitad del camino hacía la puerta, cuando el mismísimo diablo hizo su aparición.
Chiara vestía aquella noche un corto vestido azul escotado que combinaba con sus ojos y las mechas de su pelo.
Masticaba goma de mascar y miraba al dúo sin ninguna intención de dejarlas marchar.
Thalía intentó ocultar a su amiga tras su espalda y le rogó a los Cuatro Elementos porque mantuviera la boca cerrada.
− Vaya, pero si son la versión barata de Zipi y Zape – su corrillo de amigas rió, pero fueron las únicas.
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𝑺𝒆𝒓𝒆𝒏𝒅𝒊𝒑𝒊𝒂 ~
FantasiaEn el pequeño pueblo de Royal Earth, jóvenes y adultos están condenados a vivir bajo las estrictas reglas del poderoso Gobierno de Control de Elementos. Teniendo prohibida la relación entre individuos de fuera de "la gueto", Brina aprenderá a vivir...