Era una mañana de sábado, soleada y optimista. Los pájaros cantaban en los alrededores y los niños jugaban en las calles. La primavera adornaba el pueblo con sus colores y calidez trayendo unas cuantas alergias. Las florerías estaban repletas y los cerezos flotaban en el aire de un cielo azul.
Hyejoo y su madre caminaban a la iglesia como acostumbraban para la misa y confesión de la quincena. Vistiendo lindos vestidos florales hasta los pies en tonos pasteles que disimulaban sus figuras por la holgura. Caminaban a paso lento de la mano como lo hacían ya desde hace años. Su madre llevaba en su lindo bolso de tela algunas donaciones y Hyejoo protegía su rostro con el adorable gorro de los años cincuenta.
Ingresaron a la capilla santiguándose. Sonrieron como saludo al resto de personas en el lugar y fueron a tomar asiento en los mismos asientos de siempre.
Una misa rápida y relajada, se respiraba aire puro y el lugar era iluminado refrescantemente por el sol desde el tragaluz. Hyejoo sin darse cuenta ya estaba conversado con las amigas de su madre sobre cómo le estaba yendo en la escuela y que no tenía novio.
Todo normal y trivial, como siempre. Hasta que por un rayo de Sol en la puerta abierta notó una linda melena rubia centelleante y labios rojizos.
Se disculpó y se retiró con la excusa de que saludaría a alguien.
Una vez que salió en la calle empedrada ya no había nada más que la brisa primaveral haciendo danzar a sus cabellos.
Aun así, lo supo, supo dónde estaba esa cabellera brillante de vestido blanco.
Recorriendo con emoción los mismos jardines de hace ya tiempo con una sonrisa inconsciente en el rostro. Ahí mismo encontró a Chaewon viéndose como un ángel con un lindo vestido de encajes blanco holgado y danzando con él al regresarla a ver.
Era un sueño de ojos abiertos. Tan real como el Sol de esa mañana, pero también tan ficticio como la presencia de alguien por sobre el cielo.
Ambas sonrieron y se resguardaron detrás de la pequeña caseta de jardinería amarilla tomadas de las manos balanceándose de un lado al otro.
"¿No que no vienes los sábados?" Hablo Hyejoo juguetona acomodando el fleco de Chaewon para poder mirarla bien a los ojos y jugando a querer robarle un beso.
"No, pero hoy no tenía nada que hacer y te quería llevar a un lugar." Respondió la más baja riendo coqueta colgándose de la estatura de la otra.
Si Hyejoo pudiera describir que era su corazón en ese mismo momento tal vez pudiera decir que era algo cercano a fuegos artificiales de chispas en corazonadas. Aunque si lo pensaba bien, le quedaba corto, era mucho más que eso. Era como tocar el cielo, pero más allá. Era cálido y relajante, tal vez como un respiro en el reino de los cielos o algo mayor. Algo así, en realidad no encontraba las palabras. Una sensación satisfactoria en los brazos y en el alma, como si calzaran a la perfección y deseando que esa armonía pacifica se petrificase en el tiempo y quedarse ahí para siempre. Incluso siendo un poco excesiva, ya no le tenía miedo a la muerte o a la voz de Dios. Si llegase a morir ese mismo día a manos del Señor, estaría bien porque ya no necesitaría de nada más, ya no hacía falta nada más.
Sonriendo y rozando sus labios de vez en cuando rodeada por sus delgados brazos. Disfrutaba esa espontaneidad a la que no estaba acostumbrada.
"¿Ah sí?" La más baja asintió "¿A dónde?"
Chae tomo las manos de la otra, entrelazando sus dedos y las levanto como si quisiera danzar a un vals que ni siquiera sonaba.
Tal vez sería el silbido del viento la sinfonía, las rosas cantantes y músicos, las gardenias bailarinas y las margaritas el público.
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𝐆𝐎𝐃 𝐒𝐀𝐕𝐄 𝐌𝐄 ❛𝓗𝔂𝓮𝔀𝓸𝓷❜
FanficHyejoo es una chica que ha crecido en un ambiente fanático religioso dónde poco sabe lo que es vivir. Y Chaewon una misteriosa chica de lindo cabello rubio y piernas finas que vino a darle un vuelco a todo lo que creía en su vida. ❝No tengas miedo❞ ...