" 𝑨𝒉𝒐𝒓𝒂 𝒕𝒆 𝒅𝒆𝒔𝒆𝒐 𝒚 𝒕𝒆 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒐, 𝒑𝒆𝒓𝒐 𝒏𝒐 𝒎𝒆 𝒂𝒇𝒍𝒊𝒈𝒆 𝒏𝒊 𝒍𝒂 𝒅𝒊𝒔𝒕𝒂𝒏𝒄𝒊𝒂, 𝒏𝒊 𝒆𝒍 𝒂𝒎𝒐𝒓. 𝑷𝒂𝒔𝒂𝒓𝒂́𝒏 𝒆𝒔𝒕𝒐𝒔 𝒎𝒆𝒔𝒆𝒔 𝒚 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒓𝒂́𝒔 𝒅𝒆 𝒏𝒖𝒆𝒗𝒐 𝒂 𝒎𝒊 𝒍𝒂𝒅𝒐; 𝒑𝒂𝒔𝒂𝒓𝒂́𝒏 𝒕𝒐𝒅𝒂𝒔 𝒍𝒂𝒔 𝒂𝒖𝒔𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒐𝒔 𝒆𝒔𝒑𝒆𝒓𝒆𝒏 𝒆𝒏 𝒍𝒂 𝒗𝒊𝒅𝒂, 𝒚 𝒔𝒊𝒆𝒎𝒑𝒓𝒆 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒓𝒂́𝒔 𝒂 𝒎𝒊 𝒍𝒂𝒅𝒐, 𝒏𝒐 𝒑𝒐𝒅𝒓𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒅𝒆𝒋𝒂𝒓 𝒅𝒆 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒓 𝒋𝒖𝒏𝒕𝒐𝒔; 𝒚𝒐 𝒃𝒆𝒃𝒊𝒆𝒏𝒅𝒐 𝒅𝒆 𝒕𝒊 𝒕𝒐𝒅𝒐 𝒆𝒍 𝒂𝒎𝒐𝒓 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒆𝒄𝒆𝒔𝒊𝒕𝒐, 𝒚 𝒕𝒖́ 𝒆𝒏𝒄𝒐𝒏𝒕𝒓𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒆𝒏 𝒎𝒊́ 𝒕𝒐𝒅𝒂𝒔 𝒍𝒂𝒔 𝒇𝒖𝒆𝒓𝒛𝒂𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒕𝒆 𝒇𝒂𝒍𝒕𝒂𝒏. 𝑺𝒐𝒎𝒐𝒔 𝒏𝒆𝒄𝒆𝒔𝒂𝒓𝒊𝒐𝒔 𝒖𝒏𝒐 𝒂𝒍 𝒐𝒕𝒓𝒐; 𝒆𝒔𝒐 𝒆𝒔 𝒕𝒐𝒅𝒐."
— 𝐉𝐚𝐢𝐦𝐞 𝐒𝐚𝐛𝐢𝐧𝐞𝐬.‧‧‧‧‧‧‧‧‧‧‧‧‧‧‧ㅤ‧‧‧‧‧‧‧‧‧‧‧‧‧‧‧‧
La vida da muchas vueltas y sin duda, todo lo que se hace en algún punto se paga, nadie puede salir ileso de lo que llamamos destino y Kazutora tuvo que aprender esa lección de una manera no muy amable. Los diez años que estuvo en prisión fueron todo menos fáciles, tuvo que hacer y soportar muchas cosas con tal de garantizar su supervivencia, con tal de asegurarse de llegar con vida al día en que por fin le darían su libertad. El tiempo que pasó encerrado en esas cuatro paredes fue como haber estado sumergido en el fondo del océano sin un tanque de oxígeno pero sin la posibilidad de morir, o de una forma más precisa, esos 10 años en aquel limbo murió y revivió en un eterno sufrimiento tantas veces que incluso las dejo de contar.
Durante su tiempo encerrado fue sometido a una infinidad de tratamientos psicológicos, todo con el propósito de poder reintegrarse a la sociedad, sin embargo, aunque Kazutora quisiera decir que le sirvió de algo, lo cierto era que su pasado pesaba más que toda esa ayuda que en algún momento recibió. Las noches eran su peor martirio, pues sus sueños solían jugar en contra suya, muchas veces incluso prefería mantenerse despierto con tal de no pasar por los tormentos que de una u otra manera él y solo él provocó. Aún así, trató con todas sus fuerzas aferrarse a las esperanzas que le brindaban sus amigos, aquellas personas a las cuales tanto hizo sufrir y que lejos de juzgarle o maldecirle, decidieron procurar por su bienestar.
Al obtener su libertad intentó con todas sus fuerzas ser una mejor persona, ayudar al prójimo y aportar algo bueno a la sociedad, reintegrarse fue todo menos fácil, los lugares concurridos aún le generaba ansiedad y se había perdido de tanto, que su cabeza dolía solo por intentar analizar su ahora realidad.
Su mayor sorpresa fue la atrocidad en la que ToMan se terminó convirtiendo, Chifuyu intentó ponerlo al corriente con los detalles más desagradables, por lo que, no tuvo tiempo de mostrar debilidad, no cuando sus amigos estaban sufriendo en aquel ambiente lleno de violencia y sangre. Tomó como propósito ayudar al chico de ojos azules tanto como pudiera, mientras él trabajaba dentro de la organización Kazutora lo hacía fuera, en varias ocasiones incluso llegó a enfrentarse con escorias de lo que ahora era ToMan.
Infinidad de recuerdos desagradables rondaban por su mente cada vez que se involucraba en ese mundo, sin embargo, trató de ignorarlos en lo mayor posible, por su bienestar y por el de su misión. Para su sorpresa, sobrellevar todo fue mejor gracias a la presencia de cierto chico de ojos color cian, no iba a mentir, al principio, creyó que sus visitas eran para culparle y atormentarle, sin embargo, terminó siendo todo lo contrario, Chifuyu fue el soporte que Kazutora no sabía pero realmente necesitaba. Durante esos 10 años Matsuno fue la compañía de Hanemiya y viceversa, la confianza entre ellos fue en aumento e incluso podría decir, que una especie de cariño también se formó entre ellos, un cariño que sus torpes mentes no terminaban de conectar ni de aceptar.
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Eres Mío
FanfictionUna historia donde la oscuridad de ToMan ha afectado a Chifuyu más de lo que él piensa volviendolo alguien impulsivo y posesivo, o donde Kazutora busca ayudar al de orbes color cian para volver a ver la luz y la esperanza convirtiéndose así, sin dar...