En el gris de la dualidad

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Recostada bajo la sombra de un árbol a la mitad del campo y con la mirada perdida en el cielo, mientras el vértigo invadía mi cuerpo comencé a imaginar con las nubes un mundo perfecto, donde no existiese violencia ni hambre, tampoco tristeza ni desmanes. Aquella fantasía comenzó a verse eclipsada con nubes grises cargadas de realidad y lluvia.

Sintiéndome sofocada sentí pequeñas gotas de agua golpear mi rostro que comenzaron a mezclarse lentamente con mis lagrimas para caer en la tierra y unificarse finalmente. En una sociedad en continua disputa, donde la dualidad de ideologías nos hace perder la cordura, pues cada uno busca la manera de defender con base en su moral manchada y marchitada por la incoherencia entre sus propias acciones.

Blanco o negro, Izquierda o derecha, bien o mal, ya no existe un punto medio, hombres o mujeres, eliminamos de nuestro recorrer cotidiano el hecho que más que idea es una realidad el que ambos somos iguales sin importar nuestra raza, sexo, género o condición. ¿realmente el campo es el único lugar donde la calma pudiese llegar a mí? Enfocados únicamente en sobre salir y peleando por siempre tener la razón. Las lagrimas depurando mi pena me hacen cuestionar el lado que tomo en todo esto. Me niego a escoger un lado, yo quiero amor y felicidad, blanco y negro y gris y rosa, abrir las puertas a un mundo lleno de posibilidades. No quiero que mi alma se siga marchitando con las grietas de un corazón manchado, ¿es la sangre el precio a pagar por la gloria eterna?

El tomar partido de algún lado de la historia será más fácil que cuestionarse así mismo de lo que es bueno y malo, y mucho menos doloroso que quedarse en el gris de la dualidad, sintiendo que nunca podrás pertenecer.

Correr el riesgo de polemizar cada parte de nuestra vida sin ser atacado se convierte en el objetivo principal de estar a la mitad de todo, y se convierte en un motivo suficiente para dar el derecho que por omisión se auto proclama la sociedad para, mas de fuerza que por voluntad convertirte en su enemigo. Porque hoy en día nadie respeta, nadie ama, todos pelean, nadie tolera.

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