Kev
Después de una noche traviesa, como ella bien podría describirla, despertar sola y encontrar solo una nota como respuesta, no era la mejor de las maneras, ni la forma que imaginó que ocurriría. Y no especialmente cuando había querido que llegaran hasta el final; sin embargo, William insistió en que tomaran las cosas con calma.
Ella quiso devolver las atenciones que él le mostró, sabía que la mayoría de los chicos esperaban ese tipo de acciones y no era tímida para negarse, sobre todo, con lo bueno que fue, pero él fue inflexible, asegurando que no esperaba devolviera el favor.
Él pareció casi enojado, ante su sugerencia. A lo que tuvo que confesarse.
Sintiéndose aún sensible y expuesta, aunque su ropa continuaba en su lugar, se encontró admitiendo su inexperiencia. Fue vergonzoso aceptar que no era buena en los orales o eso afirmó uno de los pocos tipos con los que enredo. No es que los otros hubieran lanzados halagos de sus habilidades. Su sentir apenado fue casi olvidado ante la cara que William mostró al escucharla, no tuvo precio y solo eso evitó que quisiera salir corriendo. Él parecía realmente pasmado y cuando explicó que imaginaba que claramente él conocía mujeres más expertas en ese campo, que no podrían compararse a ella, simplemente negó con un rápido movimiento de cabeza y se tumbó en la cama, arrastrándola con él.
Fue lindo estar simplemente tumbados uno al lado de otro, aunque su expresión seguía siendo confusa y su posterior declaración le hizo entender la razón.
―No tengo idea de lo que todos piensan de mí ―afirmó, negando de nuevo, mirándola de reojo―, y no, no negaré todas mis aventuras, pero puedo asegurarte que en esta cama solo hay y había dos personas en ese momento.
―Pero...
―No existe punto de comparación. Si quisiera alguien experto, lo buscaría y lo tendría aquí. No lo hago y como dije antes, era mi turno. No tienes que hacer nada por mí. Estoy bien.
Aquella era una mentira evidentemente, aun podía ver el abultamiento de sus pantalones, pero sus "no intentos" por hacerla sentir mejor fueron bien recibidos. Claramente, no era el tipo de hombre que mentiría si algo le disgustaba, apostaría que simplemente lo diría y punto, no se cortaría solo para no herir los sentimientos de la otra persona y eso le daba la suficiente confianza para desnudarse delante de él, en sentido figurado hasta el momento, por supuesto, porque no parecía tener prisa porque llegaran a ese punto. Cosa que estaba bien para ella.
Los hombres usualmente no eran dados a esperar o andar por las ramas cuando del sexo de trataba. Ni siquiera si iban en plan serio, y precisamente con su historial, imaginó que William priorizará la intimidad al trato. Era inesperado y lindo.
Deseaba no sentirse tocada por él, pero lo hacía.
―¿Quieres dejar de dar vueltas? Me estás mareando ―protestó, dejando caer el libro que sostenía en esos momentos y que debía aceptar, ni siquiera leía.
Su amiga pareció no escucharla, o fingió no hacerlo, continuó caminando de un lado a otro en su salita. Podía hacerse una idea de lo que pasaba por su mente, no podía ser muy diferente de lo que ella pensaba.
Heize no era la única que tras dos días sin noticias de los hermanos Meller estaba preocupada, pero obviamente, no podía expresarlo abiertamente. Ella era positiva, pero su amiga no ayudaba.
La nota que William dejó tras su partida, no fue para nada clara, únicamente mencionó que había problemas y debía marcharse, pero que ella se tomara su tiempo e incluso podía quedarse si lo deseaba. Era bueno que ella no hubiera esperado, porque ni siquiera un mensaje recibió tras casi 48 horas. A pesar de que aseguró la llamaría.
Hasta cierto punto se sentía un poco abandonada, pero su mejor amiga estaba en la misma situación y dicho por ella, tuvo que haber ocurrido algo muy serio para que ambos continuaran sin dar señales de vida.
»¿Quieres que llame para preguntar por él? Podría hacerlo. ―Aquello tenía el propósito de ayudar a Heize, pero también quería saber de William.
Su amiga pareció considerarlo un instante, pero rápidamente negó.
―No.
―Creo que te quedarías más tranquila. Puede ser directo a su celular. Incluso podría hacerme pasar por una de esas compañías que ofrecen paquetes.
―No hace falta. Además, casi debo irme. Mi padre quiere hablar con nosotros. ―No le gustaba sentirse como si acabaran de pinchar su globo, pero la determinación de ella no cambiaría, así que tuvo que recordarse que él la llamaría como había prometido.
Solo debía esperar.
―Auch. Las reuniones de tu familia me dan miedo ―dijo fingiendo estremecerse. Aunque solo estuvo una ocasión de forma accidental en una de sus reuniones, quiso escapar por lo incomoda que le hizo presencial los alegatos familiares―. ¿Cenamos juntas? Puedo preparar algo. ―Cocinar sin duda le ayudaría a combatir su ansiedad y al mismo tiempo la de su amiga.
―Me gustaría, aunque no estoy segura si vaya a prolongarse ―explicó tomando sus cosas―. No quiero hacerte esperar.
―Te espero, no pasa nada. Podemos hacer pijamada, con eso de que en las próximas semanas estarás muy ocupada, debo aprovechar. ―Y vaya que lo estaría, no conocía con detalle los asuntos de su trabajo, pero sabía que las cosas se pondrían complicadas.
―De acuerdo ―asintió con una sonrisa, pareciendo un poco menos tensa.
La vio irse y demoró un poco, permaneciendo tumbada sobre el sofá, pensando si debía intentar continuar su lectura o ponerse a preparar algo de comer. Sin embargo, replanteó sus planes, Heize demoraría al menos un par de horas, si tenía suerte.
Tomó el libro que había dejado de lado, leyendo mentalmente el título "consejos de amor para un tonto". Era una historia pura, sin contenido erótico detallado, cosa que la hizo sonreír y pensar en las burlas de William.
―No es porno lo que leo ―masculló sonriendo aún.
Un poco de salseo o intimidad nunca hacia daño para acompañar un buen romance; había muchas formas de relatar la entrega de dos amantes, pero definitivamente, el contacto de piel con piel, era una de las que podían enmarcar a dos amantes. Y no es que fuera dada a historias tan subidas de tono, pero justamente el libro que acabó en manos de él había sido bastante candente.
Recordó la forma en que la tocó, como su boca y sus dedos jugaron con sus partes intimas y lo mucho que le gustó.
―Si, definitivamente, la realidad supera a la ficción ―suspiró dejando el libro sobre el mueble antes de incorporarse.
Realmente esperaba que las cosas no fueran tan serias y que estuviera bien, aun si no la contactaba.
―Suficiente de pensar, mejor vamos a ponernos a limpiar un poco ―se reprendió a sí misma, considerando si tenía ropa para lavar y que prepararía para invitar a su amiga.
Ocuparía su tiempo para no pensar demasiado, eso nunca era bueno.
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Lamento la demora y sea cortito, pero como comente en mis redes, tuve problemas técnicos (no se guardaron mis notas T.T). En fin, para quienes leyeron la otra historia, de aquí vamos a tener algunos saltos de tiempo y falta poco para que nos descubran a este par, pero luego se viene un poco de drama. Supuestamente, esta sería una historia corta, jajaja, aja, pero creo que no será tan cortita. Ya me surgieron más ideas, espero avanzar en esta semana, antes de volver al trabajo. ♥