Firefly · Nico González

Capítulo 8.

Tiro de las mangas de la sudadera, el viento mueve mi pelo a pesar de haberlo recogido en un pequeño moño. Muevo los pies en el agua, algo doloridos por la caminata hasta el faro de Cíes, en la parte sur de la isla. El sol se esconde detrás de la línea del horizonte, los tonos anaranjados ya estaban ahí cuando bajábamos de la pequeña ruta. Los cinco jugadores están en el agua, con ellos Hugo. Nuria mueve los dedos de sus pies a mi lado, en silencio.

— Nunu — murmuro, aunque ellos estén lejos, no tengo intención de que escuchen nada.

— Espero que me digas que realmente sí que sientes algo por él — gira la cabeza hacia mi con una sonrisa, abro la boca para responder pero no digo nada, resoplo.

— Era para decirte que tenía hambre.

— Mentirosa, para decir eso no hablas tan en bajo — rodea mis hombros con cariño y me atrae hacia ella, apoyo la cabeza en su hombro sin dejar de mirar al grupo que ríe como niños en el agua—. Lo raro sería que no lo hicieras, Bela... — algo queda sin decir, soy consciente de ello, pero no insisto.

— Es que... es tan bueno.

— Y lo está — río apartándome de ella, mi amiga me agarra del mentón y deja un sonoro beso en mi mejilla.

Busco el móvil con la mano y le doy un toque a Nuria, ambas posamos para un selfie a la luz del atardecer. Agarro la cámara analógica y la enciendo para hacer una foto a las seis sombras, complicadas de distinguir. Aprovecho además para sacar alguna que otra instantánea al paisaje y al sol.

— Chicas, ¿cenamos? — la voz del canario hace que gire la cabeza hacia ellos bajando la cámara, sonrío y asiento.

Nuria extiende la mano hacia él para que la ayude a levantarse, observo la sonrisa tímida de mi amiga al encontrarse de frente con el jugador. Observo aguantando una carcajada la manera en la que la mano que tiene libre le tiembla. A mi lado pasan Nico y Gavi murmurando algo entre ellos, me permito observar al alto de los dos, el pelo le cae por la frente y la salitre del mar brilla en su cuerpo.

— Una foto te dura más — la voz del andaluz hace que desvíe mi mirada hacia él, y que el gallego me mire a mi.

— Cállate, mocoso — resoplo sonriente, él me guiña el ojo antes de irse hacia las tiendas, Nico extiende hacia mi su mano—. Gracias — me sostiene con fuerza mientras me levanto, sacudo la parte de atrás de los pantalones para quitar un poco de arena.

— De nada — me agacho para coger las cosas, solo quedamos nosotros dos atrás—. ¿Lo estás pasando bien? Quiero decir, todos... Tú, Nuria y Hugo. A veces nosotros nos aislamos un poco pero... — poso una mano sobre su brazo con una sonrisa.

— Tranquilo, hacía mucho tiempo que no venía a Cíes y está siendo genial — amplío mi sonrisa, unas arrugas se forman al final de sus ojos—. Además tus amigos son buena gente, ahora entiendo por qué te juntas tanto con ellos  — le guiño un ojo mientras juego con la arena al caminar, escucho su risa suave a mi lado, cálida como el sol de verano.

— Sí... — se hace el silencio entre nosotros, el sol a nuestras espaldas.

Llegamos hasta las tiendas callados, allí veo reír con ganas a Nuria y a Gavi. El niño mira hacia nosotros de reojo y alza una de sus cejas, es tan expresivo ciertas veces. Veo como aparta la mirada al poco tiempo. Entro en la tienda grande donde duermen los chicos, abro una de las neveras y saco una botella de agua. La tienen demasiado bien ordenada para ser una tienda de campaña.

— Bela — giro la cabeza, Ansu entra con una amplia sonrisa —, ¿estás bien? — asiento guardando de nuevo la botella— Hay unos chicos fuera, dicen que van a hacer algo de una fiesta o algo así, realmente no me ha quedado claro, pero estos me han dicho que te preguntase a ti.