5: Regla de diez minutos

50 17 2
                                    

Abro la reja, que temía que esté cerrada, pero no lo está, así que salto como estúpida, cayendo al suelo. Al mismo tiempo he hecho el ridículo al Rebel descubrirme, por lo tanto él se ríe.

—¿Qué estás haciendo? —expresa gracioso, pero sin sus habituales gestos, porque tiene una caja de frutas en las manos—. Así que madrugando.

Me levanto rápido y me limpio el vestido, avergonzada.

—Yo estaba... —No me descubrió, ¿y ahora qué digo?—. Estaba... —Su vista baja a mis pies, así que le grito—. ¡No seas desvergonzado!

—La desvergonzada eres tú, por andar descalza, te vas a lastimar y si alguien te descubre...

—¡Cállate! Mi etiqueta es impecable. —Miro para todos lados, viendo que nadie nos esté observando.

—Tranquila, es muy temprano, nadie vio nada. —Me tranquiliza.

Suspiro.

—Qué miedo.

Sonríe.

—Si te ven hablando conmigo más de diez minutos, te van a matar —se burla.

—Salvador te va a matar. —Camino con orgullo, ignorándolo, pero me vuelve a doler el pie, así que me detengo—. Auch.

—¿Te lastimaste? —consulta—. Tengo vendas en la cabaña.

—Estoy bien, luego lo veré. —Me giro a sonreírle—. Recuerda, regla de diez minutos, no puedes hablarle a un Rebel por tanto tiempo, o te convertirás en uno —me burlo.

—Ya quisieras. —Se ríe y sigue su camino, así yo continuo el mío.

Directo hacia mi casa.

Pétalos de rosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora