Capítulo 5

1.4K 75 4
                                    

Y los días se fueron sucediendo con encuentros entre Azucena y Alba

Tumbadas en la cama después de otro encuentro pasional, con Azucena sentada en sus piernas y ella apoyada en el cabezal de la cama, se dejaba acariciar, mientras ella hablaba por teléfono.

M (Az): Que llegaras tarde...? no... estoy comiendo fuera- guiñaba un ojo a Alba- sí, después volveré al Museo, vale entonces cuando puedas... si yo también te quiero - terminaba la conversación telefónica y dejaba el móvil en la mesa. Una vez hecho, la besaba en los labios- tengo que volver al trabajo- se incorporaba abandonando la cama- era mi mujer- dejaba caer a propósito entrando en el baño, debido a que, en todo ese tiempo, Alba, no había hecho indagación sobre ello.

Sin contestarle y, después de casi un mes de encuentros, sin sorprenderse porque estuviera casada con una mujer, pensaba:

A: Con que facilidad puede cierta la gente decir eso de te quiero, que no me meto yo en el tipo de relación que lleven, que lo mismo su mujer lo sabe o no, que se yo. Pero estas aquí conmigo, acariciándome después de... y le dices yo también te quiero, así como si dijeras compra una barra de pan cariño, bueno este no sería el caso. Que harta estoy de eso, el cariño, amor o como quieras llamarlo no se dice, se demuestra joder. Me cabrea tanto eso que... que hasta me olvido de la tesis y de la suerte que es, que este casada con una mujer.

M (Az): Lo sabe- decía dentro de una bañera.

A: ¿El que sabe?- preguntaba dentro de la misma bañera y enfrente de ella.

M (Az): Lo nuestro

A: ¿Tu mujer?

M (Az): Si y no le importa- contestaba y disimulaba como podía las ganas de saber su opinión al respecto.

A: Ah... - se guardaba para ella, lo que esa información le producía.

M (Az): Ah... solo ah- insistía y pensaba en la vida he conocido a alguien tan parca, menos mal que compensa con creces esa falta

A: ¿Que quieres que diga?

M (Az): No lo sé Alba, pero te confieso algo tan íntimo de mi pareja y de mí, y lo que menos espero es que me digas ah

A: Pues tú me dirás, pero ¿quién soy yo para opinar sobre vuestras cosas?

M (Az): Tienes razón- suspiraba disimulando la frustración- tengo que ducharme, debo volver al trabajo- se levantaba de la bañera.

Mientras la veía aclararse y después secarse, todavía en la bañera, pensaba:

A: Jajaja, no puede ser verdad. Osea... joder he pensado osea, eso es por culpa de Eva que lo dice mucho y me lo pega. A lo que voy, su mujer lo sabe joder. Toma ya y a ver, Maria esta genial su mujer debe de estarlo también, ya sabe lo nuestro... ¿querrá participar?... por favor que necesito terminar la tesis.

Y también transcurrieron con encuentros entre Natalia y Alba

Sentada en un restaurante compartiendo comida con Encarna por motivos laborales y con su mujer que había acudido en su pausa laboral, callaba mientras Encarna hablaba por teléfono.

En: Si estas a cinco minutos pásate, te tomas un café con nosotras... vale... Alba serán... bien, te esperamos- cortaba la comunicación- a esta hija mía, hay que hacerle una petición formal para poder quedar con ella.

N: ¿Viene?- preguntaba disimulando el temor de encontrarse allí las tres o peor, las cuatro.

En: Si, estaba cerca.

La SexólogaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora