(68)

429 57 46
                                    

Una semana después.

Los días pasan. Mi salud mejora y cada día me siento más fuerte. La rutina se vuelve repetitiva y lo único que me hace sonreír es mi familia. Los días se resumen a tratamientos para recuperar mi movilidad y medicamentos para respaldar mi sistema inmunológico que quedó débil después de tanto. Aún no me dan el alta porque necesitan que me recupere más y aun me cuesta recuperar el control total de mis extremidades. El doctor dijo que necesitan hacerme estudios para asegurarse de que todo esté bien.

A veces no escucho lo que me dicen.

Jessica aún no se despierta.

Por eso ya no puedo pensar.

No quiero pensar.

Porque si pienso demasiado termino en la conclusión que tal vez fue mejor para mí, morir en la cirugía.

Por lo menos mi familia habría tenido el consuelo de que lo intenté. De todas formas no me habría quedado más que un par de semanas.

Ahora tengo una vida por delante a la cual no me quiero enfrentar. No soy lo suficientemente fuerte.

Lo único que puedo hacer es quedarme despierta en la madrugada, esperando.

Esperándolo.

Pero él no llega. 

Él no viene.

Y creo que nunca vendrá porque ya no tengo mi tumor. Estoy cansada de sentirme tan decepcionada. Antes era el malestar de mi enfermedad y ahora el malestar de mi tristeza no me deja en paz. Mi prima está en coma, mi hermana en investigación por intento de asesinato y sus abogados quieren salvarla alegando que yo enloquecí por tener un tumor cerebral.

Mis padres no la mencionan y mis tíos parecen fantasmas vagando por todo el hospital, como si estuvieran cuidando a Jessica de algo o alguien.

Cecilia, la enfermera que me cuidaba en casa y me daba kinesiología me visitó. Me disculpé por haber sido grosera y me comentó que me ayudaría con mi recuperación. Intenté fingir que me entusiasmaba pero creo que todos se dan cuenta.

Creí que estaba enamorada pero no lo estuve nunca.

Creí haber dado mi primer beso pero no lo di en ningún momento.

Creí haber perdido mi virginidad pero creo que me lastimé sola.

Creí que alguien miraba más allá de mi enfermedad. Alguien que me amara a mí.

Pero no hubo nadie.

Ojalá pudiera estar feliz porque voy a vivir. 

Pero ahora no sé que es lo que quiero después de tantas cosas. Ahora todo lo que quedan son preguntas.

¿Y si Jessica nunca despierta?

¿Cómo seguiremos adelante con mis padres después de lo de Laura?

¿Cómo podré lidiar con el hecho de que Benjamín nunca existió?

                                ~•~

Narrado en tercera persona.

El hombre se tomó la cabeza con ambas manos.

— No sé si pueda hacerle esto a mi hija.

— Es lo mejor y lo correcto. — Soltó el Doctor Bernal.

— ¿Ya le hicieron las pericias psicológicas a Laura? — Preguntó María Larson mientras se limpiaba las lágrimas.

Mi maravillosa creaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora