XIII • La Esperada Unión •

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3 años después...

El castillo ucraniano dejó de ser habitado poco tiempo después de la abdicación del príncipe George. Los únicos dos miembros de la casa real de los Khozlov comenzaron a residir en una casa modesta, aunque la reina fue llevada a un centro psiquiátrico en días posteriores a su último ataque hacia su hijo y su esposo. El ahora ex-monarca vivía solo, pero tranquilo en la capital de lo que alguna vez fue su reino.

George y Helmut habían tenido la oportunidad de rescatar sus pertenencias más preciadas antes de abandonar lo que alguna vez fue su hogar. El rubio mayor tuvo entre sus manos algunas piezas de joyería e, incluso, la corona con la que pudo haber sido coronado, pero decidió dejarlo en la que sería una exposición de cuadros y piezas de la recién caída monarquía.

La princesa Winnifred y el joven George continuaron con su relación de noviazgo, siendo cada vez más aceptada por el rey Ikaris. La chica fue de gran ayuda para la adaptación de Helmut y George dentro de la sociedad rumana, enseñándoles cada rincón y tradición del reino. Zemo y Khozlov estuvieron durante todo ese tiempo en el servicio militar, donde aprendieron lo suficiente y se ganaron un lugar importante dentro del reino. George fue nombrado teniente y en la ceremonia estuvo presente Winnie, el rey Ikaris y Paul Wilson; mientras que Helmut quedó como cabo, ya que comenzó a ser instruido por el consejero del rey Barnes, al sospecharse que tarde o temprano la pareja se comprometería y, además que, el joven Zemo demostró ser una persona con grandes conocimientos que podían ser aplicados en el castillo.

—El caballo está listo, alteza— le informó un mayordomo antes de retirarse con una reverencia.

—Gracias— pronunció con amabilidad mientras observaba el ventanal, en espera de la llegada de su amado George. Mientras ajustaba el saco de su traje de amazona. Esa tarde cabalgarían por las praderas colindantes con el pueblo más cercano en una cita rápida antes de que finalizara el día.

~*~

—¡Vamos, Helmut! Es algo importante... Además yo no sé de esas cosas— le suplicó el rubio a su primo, quién en un principio se rehusó a ayudarlo. Lo había seguido de arriba a abajo entre constantes peticiones dentro de la residencia Wilson y Helmut no cedía, pero George no se rendía con facilidad.

—Pero aquí el enamorado eres tú, no yo— dijo mientras intentaba leer un libro, que encontró en la oficina del vizconde, y caminó hasta el ventanal más cercano para la iluminación perfecta de su lectura que se veía interrumpida a más no poder.

—¡Por favor!— el rubio más joven aceptó con tal de no escuchar más peticiones y que lo dejara leer en plena tranquilidad— Te lo agradezco— dijo antes de entregarle una bolsa con dinero que pesó sobre las manos de Helmut

—¡¿De dónde sacaste todo eso?!— exclamó al ver varias monedas relucientes cuyo valor en conjunto era exagerado.

—Ahorros, el trabajo con Paul y parte de lo que tuve guardado entre mis pertenencias— respondió.

Zemo abrió la boca indignado, ya que con esa suma de dinero podían comprarse varios lujos que reprimieron desde su llegada a la nación. Antes de reclamarle, él ya se había ido. Bufó con ironía y se puso a contar el dinero, ya que no podía llegar así nada más a la joyería más cercana. En sus manos estaba una gran responsabilidad que, aunque no le correspondía, trataría en que fuera el mejor anillo de matrimonio que el dinero podía pagar.

~*~

Los pasos del joven fueron veloces hacia el castillo y, en cuanto los guardias lo reconocieron, las puertas se abrieron ante él. Era grande el cambio desde la primera vez que intentó entrar al palacio hasta ahora. Entró a las caballerizas y ahí estaba ella, cepillando los cabellos del corcel. Caminó sigilosamente hacia Winnie que estaba muy atenta. Colocó sus manos en su pequeña cintura y ella se sobresaltó al igual que dejó salir un pequeño grito emocionado.

LINAJE BARNESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora