Desde el principio, Francisca sabía de la presencia de Herneval.
No le prestó mucho interés al inicio, pensó que quizás se trataba solo de su mente figurando cosas después de haber pasado noches escuchando y escribiendo sus historias, o que tal vez se trataba de un alma en pena que simplemente vagaba por su hogar, y que si no fuera porque ya había visto su sombra desde antes de la muerte de su madre, tal vez también hubiera pensado que se trataba del espíritu de esta aún cuidándola de alguna manera desde el más allá.
Solo lo vio de reojo un par de veces; no quiso averiguar más a fondo que era, y él obviamente tampoco hizo algo para querer llamar su atención. Se mantuvieron así por un buen tiempo, como dos tramas paralelas que levemente repercuten una con la otra, pero Francisca siempre supo que él estaba ahí.
Pero fue cuando de repente empezó a ver cómo en sus dibujos había líneas y garabatos nuevos que estaba segura que ella no había puesto ahí, y que esto se volvió más obvio cuando con el paso de los días aquellos garabatos pasaron a convertirse en pequeños dibujitos en las esquinas de las hojas, que la curiosidad por ese ente que la acompañaba surgió.
Empezó a reconocer su risa escondida en los rincones, a ver más seguido el brillo de sus ojos merodeando la casa, o a encontrar una que otra pluma roja perdida por los pisos. Sabía que venía por sus historias, fue él su segundo lector de alguna manera (porque la primera siempre sería su mamá), fue su compañero escondido en la penumbra a la hora de escribir, y estaba totalmente segura que fue él quien le trajo el libro y el tintero esa navidad; y se lo quería agradecer, quería acercarse, hablar con él y conocerlo, o ya como mínimo quería poder verlo bien para comprobarse a sí misma que no estaba loca. Sí logró atraparlo más de una vez con su libro en sus manos, pero eran solo segundos en los que podía verlo antes de que este despreocupadamente la durmiera; odiaba esa manía suya, porque eso le hizo dudar más de una vez si lo que estaba viendo era real o solo era una mentira producto de su imaginación infantil.
Tal vez su deseo por verlo fue la que la llevó a empezar a quedarse despierta un poco más tarde de lo usual, a revisar seguido cada esquina de su hogar, a colocar sus libros cada vez más cerca de la orilla de su cama, a buscar como paranoica detrás de cada puerta y ventana, y demás detalles que pasaron a ser parte de su rutina; todo en un intento de lograr ver y comprobar la existencia de aquel ser. Fue un tipo de cacería extraña que realmente por sí sola jamás dio frutos porque él siempre logró escaparse. A veces piensa que a lo mejor fue el destino que, ya aburrido de su juego del gato y el ratón, decidió cumplirle su capricho y dejar que por fin se juntaran en una de esas noches en las que el viento golpea fuerte contra la ventana, y dónde el enojo y la inocencia infantil fueron sus cómplices.
Recuerda que estaba sentadita en la mesa de la cocina, escribiendo alguna de sus historias que ahora lamentablemente ya ni logra saber de que se trataba. Estaba perdida en su mundo como todos los días, y sobre todo a esa hora, pero esa noche en específico fue sacada bruscamente de sus pensamientos.
—¿Aún sigues con tus cuentos, Panchita? —preguntó burlesco uno de sus hermanos, a la vez que le arrebataba su libro. —Vamos a ver que tantas tonterías escribiste esta vez.
—¡No, dámelo! —rápidamente se levantó de la mesa e intentó recuperar su libro, pero no pudo hacer más que saltar intentando quitarle el libro que el otro sostenía en lo alto.
Otro de sus hermanos llegó y se metió en la discusión intentando ayudarla, aunque al ser un poco más joven y débil que el primero, lo único que pudo hacer es que el otro bajara un poco el libro, lo suficiente para que ellos dos pudieran tomarlo e intentar quitárselo. El forcejeo entre los tres duró un par de minutos hasta que su padre, abuela y un empleado llegaron para separarlos. Su padre fue el que se encargó de regañar a sus hermanos, mientras que su abuela se encargó de regañarla a ella.
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Tinta y Pintura. «Frankelda»
Fanfiction❝Francisca siempre supo que él estaba ahí; bueno... no es como que Herneval fuera muy bueno disimulando su presencia en ese entonces. ❞ AU-Canon divergencia: Francisca y Herneval son mejores amigos desde niños. ✒Two-Shot ✒Inspirado en las ilustraci...