Estos hechos se dice que ocurrieron al oeste de la provincia de Vizcaya situada al norte de España, concretamente en el valle de Karranza durante el invierno de 2014.
“Ha llegado a su destino” dijo con su monótona voz el GPS y Leire detuvo su viejo corsa a la derecha de la carretera. Había estado conduciendo por interminables curvas rodeadas de vegetación durante más de media hora esperando llegar a una casa de campo, pero el lugar donde el GPS le indicaba que estaba su destino era simplemente un ligero ensanchamiento al borde de la carretera. Paró el motor y se bajó del coche. “Debo haber apuntado mal la dirección” se dijo llena de preocupación.
Éste era su primer trabajo desde que dejó el bufete de abogados de su padre y no quería llegar tarde.
Tras estudiar la carrera de derecho había entrado a trabajar como ayudante, pero después de varios meses se dio cuenta de que eso no le llenaba en absoluto. Su intención al estudiar esa carrera era la de ayudar a la gente, quizá movida por un sueño adolescente o por las series de abogados que tanto le gustaba ver. Pero la realidad era mucho más aburrida. Tras dejar ese trabajo se matriculó en educación social con la esperanza de sentir que ayudaba a alguien. Solamente un mes después de acabar sus estudios ya le habían llamado para ofrecerle un trabajo.
Contempló el zarzal que rodeaba la pequeña explanada donde había detenido su vehículo. Allí no había nada más que maleza. Decidió volver un poco por la carretera a ver si se había pasado una salida y vio un camino que parecía poco transitado por la cantidad de hierba que lo ocultaba. Leire pensó que no había más remedio, debía probar a seguir esa senda. Casi corriendo volvió al coche y dando la vuelta de mala manera condujo hasta la entrada del camino. Metió primera y lentamente empezó avanzar entre zarzas y enredaderas. El vericueto era muy estrecho, apenas pasaba su pequeño corsa. Altos robles cubiertos de maleza impedían la visión a larga distancia lo que le daba la impresión de estar sumergiéndose en una selva. Además el cielo encapotado no dejaba pasar suficiente luz, lo que le daba un aspecto poco tranquilizador al bosque.
La llamada que había recibido días antes para ofrecerle el trabajo fue bastante extraña. Le dijeron que habían leído su curriculum en una página de Internet y que su perfil encajaba con lo que necesitaban. Su trabajo consistía en cuidar a un niño con problemas de motricidad y un retraso mental leve. No le dieron más detalles.
Después de avanzar varias decenas de metros y no ver ninguna casa, bajó del coche e intentó mirar a lo lejos a ver si localizaba su objetivo. Notó como una zarza se le enganchaba en la falda. Contrariada se agachó a desenganchar una a una las espinas que se clavaban en su ropa cuando oyó una voz a su espalda.
– ¿Qué hace usted aquí?
El susto al oír esa inesperada voz le hizo dar un paso en falso y al estar aún enganchada por las zarzas cayó al suelo mientras sentía como varias espinas atravesaban su piel. Con una expresión de miedo y dolor en su cara alzó la vista y lo que vio fue poco tranquilizador. Era una anciana vestida con ropas de trabajo de campo con un hacha en la mano. Por un momento, Leire estuvo a punto de gritar pero la anciana dijo:
– ¿Es usted la persona que viene a cuidar a Mikel?
Recobrando ligeramente el valor e incorporándose la joven respondió casi sin voz:
– Sí, soy yo.
La anciana llevaba un pañuelo negro cubriéndole la cabeza. Su cara tenía unas arrugas muy marcadas sin duda causadas por una larga vida trabajando en el campo. En la mano que no llevaba el hacha tenía un hatillo de leña, cosa que tranquilizó a Leire ya que cambió su percepción de que el hacha era un arma a que era una herramienta de trabajo.
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"Ha llegado a su destino"
HorrorÉsta es una corta historia de terror que trascurre al norte de España. Una joven conduce por una solitaria carretera hacia su nuevo trabajo...