Motel California - Stydia

Capítulo 21

27 de Diciembre. (Parte 2)

Cuando salgo de la cocina, Stiles está anotando algo en un cuaderno. Me mira inmediatamente en cuanto entro.

Se gira en su silla para mirarme. — ¿Estás bien?

Asiento con la cabeza y tomo asiento frente a él. Me mira abiertamente y se inclina para acercar mi silla a la suya. — Stiles-

— Sólo necesito decirte algo muy rápido.

Lo miro, esperando. Entonces se lame los labios. — Te ves hermosa.

Mi corazón gana contraste de repente. Aprieto los labios, esbozando una sonrisa. — Gracias — susurro.

Sus ojos nunca fueron tan suaves como ahora. Vuelve a trabajar, pero mi corazón se acelera y lo siento dentro de mi pecho. Intento encontrar el control remoto en alguna parte y pongo las noticias.

« Todo el condado de Glandale está ahora catalogado como estado de ventiscas diarias que duran al menos 3 tres horas cada día. Se trata de una gran cantidad de nieve cayendo con viento de más de 30 millas por hora. Esto puede causar un gran volumen de nieve en las calles, el aire y cerca de las aceras, disminuyendo su oportunidad de visibilidad necesaria. Le animamos a no viajar todavía »

No puedo evitar mirar la pantalla con el ceño fruncido. Supongo que voy a estar atrapada aquí un tiempo más, pero estoy empezando a preocuparme de verdad. ¿Cuánto va a durar esto? ¿Llegaré a casa para el día de Año Nuevo?

Oigo a Stiles suspirar detrás de mí. Entonces, siento que su silla gira hasta estar más cerca de mí. — Esperaré — su voz ronca es suficiente para mimarme. — Incluso esperaré a que la nieve deje de caer.

No consigo conectar conmigo misma. Cuando lo miro, sus ojos siguen girando hacia mí. Pero no puedo hablar. Me limito a asentir con la cabeza.

Pronto el silencio nos sepulta. Sigo trabajando y pensando a velocidades crueles. Stiles nunca dice nada, pero siento que sus ojos se precipitan detrás de mí de vez en cuando. Y siempre que sé que no está mirando, miro igualmente por encima del hombro.

Cuando llega la hora del almuerzo, me llama para que coma con él en la cocina. Es la primera vez que le veo almorzar en la cocina, normalmente se va a su habitación minutos antes de que sea mediodía. Pero me dice que estaré bien y que desde aquí se oye el timbre. Pero mis nervios fluyen temblorosos, porque siempre me está mirando.

Nuestros ojos se encuentran al otro lado de la mesa durante breves fracciones de segundo, pero de forma repetitiva. El silencio es una parte crucial todo el tiempo. Pero es cuando estoy a punto de lavar los platos, que siento su toque en mi brazo, deteniéndome. Me quita la vajilla de las manos. Al principio no sé por qué, pero luego abre el fregadero y empieza a lavarlos él mismo.

— Gracias — suelto, con esfuerzo.

Siento que Stiles se inclina y se acerca a mí, sin soltar los platos. Inclina la cabeza hacia un lado una vez que llega a mí y presiona sus labios rápidamente en mi mejilla.

No necesita palabras. Sonrío.

Tras unas horas más de silencio, miradas de reojo y pensamientos, mi turno por fin termina. Dejo escapar un gran suspiro interior. Casi se me hizo eterno.

Stiles estaba en su silla como siempre, cuando se inclinó más hacia mí antes de que me fuera.

— Puedes tomarte todo el tiempo que necesites. Yo estaré en mi habitación.

Cuando lo miro, se me hace un nudo en la garganta que me cuesta tragar, y tengo que morderme los labios. Pero entonces sus ojos bajan y sus pupilas se expanden con bullicio. Mueve la cabeza, me agarra los labios con los dedos y siento escalofríos. Lo arrastra hacia abajo fuera de mis dientes.