✝ 01. ¿Quién atrapó a quién? ✝

4.5K 453 484
                                    

"When I wake up, I'm afraidSomebody else might take my place"

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"When I wake up, I'm afraid
Somebody else might take my place"

—The Neighbourhood; Afraid

¿Quién atrapó a quién?

ADAM

Si alguien miraba en su dirección, vería la cara de un chico que prefería haberse quedado en casa que presentarse a la última noche de la feria del pueblo.

El viento se sentía diez veces más frío gracias a la cercanía de los altos pinos. Adam de verdad deseaba que Jules se hubiera echado para atrás y no estuviera de pie junto al carrito de palomitas agitando una mano en lo alto para que la viera.

Por desgracia, esa morena de cabello ondulado y labios gruesos que medía diez centímetros menos que él, era Jules, su mejor amiga.

Cuando accedió a ir con ella a la feria, lo hizo presa de la manipulación y el engaño. Jules sabía qué decir para que Adam hiciera lo que le pedía. Una lagrimita por un lado y una mirada de perrito abandonado por otro, y la promesa de que publicaría las fotografías de su infancia en el periódico escolar si se negaba.

No era un ermitaño, le gustaba caminar en la parte segura del bosque, participaba en las reuniones de jóvenes voluntarios de la iglesia y no se perdía los festivales que organizaba la sociedad de alumnos en la preparatoria. Había noches en las que su mente no quería trabajar y las ganas de socializar eran inexistentes. Esa era una de esas noches.

Algo que Jules, la maestra del relajo, amante del chisme y fanática de los puestos de comida de la feria no entendía. Jules había ido cada fin de semana a la feria desde que comenzó unas semanas atrás. Coleccionaba estampas que venían en los boletos de la entrada y a Adam no le sorprendería que llevara un recuento de ellas en alguna libreta.

—No me digas que quedarte solo en tu habitación es más emocionante que esto, Adam, porque estarías mintiendo —comentó Jules.

Caminaron hacia la fila del puesto de banderillas. Eran los penúltimos y solo había una chica atendiendo tras el mostrador. Adam calculó como mínimo veinte minutos antes de que fuera su turno. Y no se equivocó.

Jules se reía de una broma que escuchó de alguien en la fila y lo miraba cada tanto para comprobar que estuviera sonriendo también. En el fondo ella sabía que él sí creía más emocionante quedarse en su habitación que ir a la feria.

Se subieron a tantos juegos como Jules logró convencerlo de probar. No era persona de grandes riesgos. La rueda de la fortuna y los dardos eran juegos para él, seguros y nada cardiacos. No disfrutaba la sensación de que su vida corriera peligro. Al contrario de Jules.

Mientras sostenía las dos banderillas, un algodón de azúcar, el bolso y el teléfono de su amiga en las manos, Jules estaba de cabeza sobre una atracción en forma de martillo que subía y bajaba en círculos sobre una barra que Adam, sin conocimiento alguno de ingeniería, no creía que fuera segura.

Las reglas de los privilegiadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora