Capítulo 53.-«Shake It Out» Florence + The Machine.

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El silencio y el vacío duraron tres años, y yo seguía en el mismo lugar de siempre

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El silencio y el vacío duraron tres años, y yo seguía en el mismo lugar de siempre. Con el silencio de siempre y el polvo cayendo sobre mi cabello, congelada. Cualquiera podía hasta escuchar una aguja cayendo del silencio que había en mi vida. 

Todos avanzaron, menos yo. Noah seguía con su vida en Los Ángeles, descubriendo estrellas y representándolas, Brianna de alguna forma plasmó todo en el arte y dirigió una película multi premiada, Bea se encargó de la disquera de Dem, continuó con el legado de su hermano y lo que a él le hubiera gustado hacer de su disquera, Lotty construyó un hospital a nombre de Demian, Abigail tuvo otro hijo, Alicia se convirtió en modelo. Lucía encontró inspiración en la poesía. Ana continuaba con su vida, cuidaba de sus hijos, Dorian continuaba con su firma de abogados. Amy se divorció de Isabel. Leo se casó. Incluso Owen se casó de nuevo, con una chica más joven, tuvo otro hijo,  mientras me seguía mandando cartas cada cumpleaños y confesándome lo mucho que me extrañaba. Joe tenía su propio gimnasio. David Bardo se suicidó en prisión. El cielo cambiaba, el clima cambiaba, los tiempos cambiaban, la gente cambiaba, gente moría y nacía, y yo seguía ahí, en el mismo lugar.

De alguna forma el mundo esperaba que continuara, que avanzara y encontrara alguna expectativa, meta o destino, pero yo seguía ahí. Congelada. Justo donde había estado hacía tres años, en el pasado, recordando a Demian e intentando recuperarlo de alguna forma por medio de mi mente y memorias.

Qué fácil era perderse en el océano de recuerdos. El tiempo se detenía, bebía, lloraba, a veces me reía, mientras el polvo se acumulaba a mi alrededor. Entonces Valentina requería de mi atención y yo la atendía, pero por lo mientras la otra Giselle, la del pasado, la herida, se encontraba en el mismo lugar, mirándolo todo y no reconociéndolo. Congelada a la edad de 31 años, bebiendo, pensando en él. Pensando en cómo debió de haber sido todo, lamentándose, viviendo en su propia fantasía, mientras todos seguían con su vida, ella seguía ahí. Convirtiéndose en hueso y polvo.

Todos me visitaban seguido, demasiado seguido para el gusto de aquella Giselle vieja y amargada. Pero el que me visitaba prácticamente cada fin de semana era Noah.

Y a la nueva Giselle le gusta eso. Noah le agrada, lo quiere, pero yo no lo soporto.  No soporto la forma en la que me mira, no soporto la idea de reemplazar a Demian, no soporto la idea de ser tocada por nadie más, no soporto la mera idea de salir de casa, no soporto la idea de levantarme por las mañanas, no soporto cuando Noah me abraza. Lo odio, lo odio y quisiera que se muriera y me dejara en paz para siempre. Pero ella lo quiere, y tengo que soportarlo. Tengo que aguantar la forma en la que me abraza y la forma en la que juega con Valentina, aún cuando quiero salir y gritarle que se largue. Ella, aquella Giselle, por el contrario, se une a ellos y le enseñan a nadar a Val juntos.

ESTÁBAMOS CONDENADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora