Fuera todo estaba más tranquilo ahora. Para Sara aquella calma resultaba mucho más inquietante que cualquier otra cosa. No quiso acercarse a la ventana por si la veían, pero de alguna forma le parecía igual de peligroso acercarse a la puerta para intentar captar algo de lo que se estuviera diciendo. «O haciendo», pensó. Se zafó rápidamente de esa idea, la idea de que quisieran hacerle daño a su padre.
«Todavía no te has enterado, ¿verdad?"» replicó una vocecilla detrás de su cabeza. «Te buscan a ti, y tu padre no podrá impedir que esa muchedumbre enfurecida entre por la puerta en cualquier momento».
«¿Por qué están furiosos? Si no he salido nunca de esta granja. ¿Quién soy? ¿Qué secreto me ocultas, papá? ¿Qué he hecho?», se preguntaba Sara sin parar.
De repente, la gente empezó a gritar. Se escuchaba cómo corrían de aquí para allá. Sin tan siquiera moverse de donde estaba Sara pudo ver a través del cristal de la ventana el fuego haciendo del campo de trigo su propio pasto.
Una imagen apareció durante una décima de segundo en la mente de Sara, la de una serpiente gigante con cuernos en la cabeza y colmillos ponzoñosos. Y una voz que le heló la sangre: «Desde ahora la gran Serpiente se alimentará de ti y de tus allegados. Acércate y contempla el terror que se avecina».
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Crónicas de Camael: Una ciudad de ensueño
FantasyA LA VENTA EN AMAZON Y CASA DEL LIBRO En un planeta lejano, un anciano misterioso narra una extraña historia sobre lo que ocurrió en la Tierra en un tiempo ya olvidado. El viejo vagabundo cuenta cómo los ángeles asolaron a la humanidad, dejando solo...