~7~
Nuestro profesor de matemáticas no me deja levantarme de la mesa, es muy antipático, pero eso se debe a la edad, el tiempo ha hecho que se le termine la paciencia.
Es castaño, pero por culpa de las abundantes cana y su muy atrasado corte de cabello, apenas se puede identificar la tonalidad. Tiene unos ojos marrones muy grandes, pero lo que más resalta de su físico a parte de la corta estatura, son las arrugas que se le crean cuando habla o hace alguna mueca, incluso cuando no hace nada de eso se le pueden detectar. Mi profesor ya está mayor, y me gustaría decir que el día que se jubile lo echaré de menos, pero este cascarrabias más harto de la vida incluso que yo, a pocas personas va a dejar aquí que lo extrañen.
He acabado mi examen hace más de diez minutos, y todavía sigo aquí, al igual que John. En cambio, Will continúa haciendo su prueba, estuvimos estudiando hace ya unos días, y según lo que entendí se lo sabía todo bien. Pero por las caras que ha estado poniendo cada vez que leía una pregunta, me parece que tan bien no se le está dando. No he parado de mirarle desde que he acabado el examen, tratando de tener superpoderes y darle ánimos con la mirada, o incluso decirle la respuesta por telequinesis, aunque él ni se ha molestado en girarse y verme.
Siento un dolor en el pecho que me da ganas de llorar, pues no he conseguido que se sepa bien la lección antes del examen, y por alguna razón esa era mi responsabilidad, pues el confiaba en mí. Hemos estado estudiando cuatro días seguidos desde que nos enteramos de que ya íbamos a tener nuestra primera prueba de matemáticas, y él se ha empeñado tanto...
Al terminar la clase, me acerco a la mesa de Will. Me coloco tras su espalda, y le pongo las manos en los hombros. Su olor me inunda por completo, y mis fosas nasales me agradecen el haberme acercado a él. Le doy un ligero apretón para hacerle saber que estoy ahí, y este responde echando la cabeza hacia atrás para poder mirarme directamente a los ojos. Su rostro se destensa en un acto casi fugaz, permitiéndome ver esa sonrisa que tanto me gusta, aunque esta vez está un poco forzada, pues las preocupaciones por suspender el examen acaparan la mayoría de su mente, supongo.
-¿Apruebas?- Le pregunto. Creo que ya sé la respuesta, pero igualmente una parte de mí espera que esté equivocada. Mi voz es dulce y un poco bajita, como si le estuviera desvelando un secreto que le va a doler mucho, y estuviera tratando de encontrar las palabras correctas para comunicárselo. William se encoje de hombros en un gesto despreocupado. Y añade.
-Puede- La sonrisa que acompaña esta palabra no es la que me gustaría estar presenciando. De hecho es muy distinta, no expresa alegría ni diversión, si no tristeza. Pronto la pena se apodera de mi cuerpo, y tengo que hacerme de todo mi auto control para no tirar mi dignidad y abrazarle. En vez de eso, le doy una sonrisa comprensiva y me retiro de su sitio para ir con John, el cual nos está observando con una pequeña sonrisita, como hace siempre que nos mira.
Noto como los ojos de Will me siguen allá a donde estoy yendo, pero no me giro a pesar de ello. En cuanto llego a la mesa de John, este me sigue mirando con una sonrisa pícara mientras enarca una ceja. En respuesta yo le lanzo una mirada asesina. Y él se empieza a reír mientras que junta las muñecas levantando las manos, como si fuera un preso. Nos empezamos a reír a carcajadas el uno del otro, casi quedándonos sin aire.
-¿Te ha salido bien?- Le pregunto, tras respirar bien hondo recuperando el aire. Mi pelinegro favorito me sonríe, dejando ver sus dientes blancos, y asiente con la cabeza, indicándome que efectivamente le ha salido bien el examen. - A mí como mucho me da para un seis con cinco, James es un asqueroso- Le digo exasperada, y llena de rabia en mi interior. De verdad me fastidia que las mates de primero sean tan complicadas, en cuarto de la ESO, no bajaba del ocho, y ahora estoy aquí, suplicando por que mi nota llegue al seis y no caiga en el cinco.
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Contigo y sin ti
RomanceBritney Paige, ese es mi nombre, pero el comienzo de los peores y mejores días de mi vida tiene otro nombre; William Kaest. Y por suerte o por desgracia me tocó enamorarme de él.