CAPÍTULO 21

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Días después del incidente.




—Bien, Ezra, estos huesos han estado aquí por muchos siglos y casi nada ha podido moverlos, fueron momificados gracias al calor del desierto y la arena, y también se han descubierto por las tormentas de arena constantes del lugar –explicó este con gran interés.

—¿Y me estás diciendo eso porque tengo que...? –interrumpió el chico menor con clara duda, aunque ya se hacía una idea.

—Últimamente no has querido entrenar, así que te traje aquí para encontrar algo, pero ya que Hera me contó que vió ésto me dió la idea de que aprendas a tu modo. Si logras extraer al menos un recuerdo de estos viejos huesos te diré a lo que vinimos y nos iremos antes. Si no lo logras, nos quedaremos aquí todo el día y noche hasta el amanecer mientras el fantasma va a la ciudad para hacer el mercado, descansar, comer, etcétera.

—Bonita tu forma de imponerme un castigo, Kanan –soltó aire por los labios, claramente en desacuerdo.

—Recuerda que las noches son las más duras –se cruza de brazos sintiendo cómo el chico se acercaba a los huesos con lentitud.

Posó una de sus mano sobre los huesos, no parecía alentador, hacía calor, estaba sudando, comenzó a sentir picazón por una que otra parte de su cuerpo, incómodo hasta más no poder.

Gracias a eso no se pudo concentrar, abrió los ojos y con un poco de recelo volvió a cerrarlos para iniciar la orden de su maestro una vez más.

Esta vez fue más sencillo encontrar algo, pero los huesos eran tan antiguos que no sabía qué estaba observando con claridad.

Personas pasando, naves volando, colores centellates, el cielo nocturno y estrellarse en la arena.
Ezra se armó toda una historia en la cabeza, ¿de verdad es lo que vivió la criatura o es lo que vivieron los huesos?
Abrió los ojos para descubrir que los huesos estaban más viejos que la última vez que abrió los ojos. ¿Qué quería decir?
Volteó a ver a Kanan, quien ya se estaba sentando, con una mano lo invitó a su lado. Ezra caminó para acercárcele.

—Como sabes, necesitamos estar concentrados ahora más que nunca en encontrarte un nuevo cristal kyber –Kanan estaba sentado sobre sus rodillas en un claro intento de meditación, dedicando unas palabras a su padawan–. Así que haz lo mismo que hiciste cuando encontramos el templo en Lothal.

—No sabes lo que me encantaría hacer eso, maestro, de no ser porque no estamos en Lothal y tampoco estamos en ningún lugar poblado –señala con ambas manos a todo su alrededor en un planeta arenoso y demasiado caluroso–. Digo, solo es un dato.

Él curva sus labios en una sonrisa de medio lado en simpatía —Ezra, no todo lo que necesitamos estará en un solo lugar. Recuerda que la fuerza está por doquier, hasta en el polvo que nos acaricia el rostro llevado por el viento, o la lluvia que cae en nuestro rostro en los días nublados. La fuerza no es un ser vivo, es...

—Es nuestro entorno –completa la oración en un profundo respirar agotado–. Pero así como podemos ver aquí, también pudimos ver en la base.

—Sí, pero no sería tan divertido –admite con gracia.

—¿Entonces va a ponerse a escuchar la arena o cómo funciona esto? –Zeb ríe en burla viendo lo que para él era ridículo e innecesario.

Star Wars Rebels: La nueva historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora