Ponte a prueba

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La inmunda bestia no dejaba de llorar.

Las nubes se arremolinaron y chocaron dejando escapar truenos y relámpagos. Después, una copiosa lluvia cayó sobre todos. El sol titilaba como una estrella distante y Susie estaba armada y a la defensiva, esperando el mínimo movimiento para atacar y defender a su esponjoso amigo, mientras a la vez cubría al otro.

Ralsei seguía sosteniendo su mano dando palmadas cariñosas y alentadoras a la princesa, hasta que la mueca de la alimaña volvió a endurecerse y le soltó con furia, lanzándolo contra el piso.

-Tú... hablas tonterías como ellos. No sabes lo que es luchar, ni perder. Ven y pruébate a ti mismo: si logras vencerme con mis armas, y sobrevives, terminaré con esto.- dijo mientras la tormenta mutaba a un enorme huracán, cuyo ojo se posaba sobre los héroes.

- ¡NO! ¡Ralsei, aléjate!.- vociferó Susie, pero Mareridt le lanzó a un horrible y enorme oponente sacado de sus peores alucinaciones, para obligarla a pelear y dejar al caído solo.

Kris, lentamente recuperó el conocimiento cuando fue consciente de lo que estaba sucediendo. Se paró en el acto e invocó su escudo para proteger al príncipe. Perplejo notó que las pesadillas no podían alcanzarlo y corrió hacia donde Ralsei, para cubrirlo, hasta que logró ver la reliquia que portaba el mago, ahora en su pecho. Una mirada preocupada se dejó entrever entre sus desordenados cabellos, cuando se inclinó a ayudarlo a levantarse de su caída.

-K-kris, no te preocupes... -le dijo mientras se paraba nuevamente -Estoy d-deseando con todas mis fuerzas salvarlos. Ella no me puede dañar; no lo conseguirá porque creo en eso.

Apenas se puso en pie, comenzó a conjurar un hechizo que nadie nunca había oído antes de su parte. Los héroes contemplaron por primera vez el espectáculo que iba liberando, hasta que sus ojos resplandecieron vivos por la magia. Una luz divina y poderosa pareció partir el Valle en dos y deshacer todo mal sueño y disipar el terror, cubriendo todo de luminosos destellos, que cegaron a Mareridt.

- ¿Qué? ¡No puedes hacer eso! Usar magia es trampa, pequeño debilucho.- dijo el monstruo enojado, al ver que los niños que tanto le molestaban, volvían a estar seguros frente a ella.

Con sus garras infectadas en tinieblas, dio fuertes zarpazos a los tres, quienes a pesar del dolor volvieron a pararse y a mirarla con decisión.

Rápidamente el mago les pidió a sus amigos, que así como enfrentaron al dragón unidos, ahora también necesitaba que trabajaran juntos.

- Rápido, amigos: levanten sus armas al albor de la batalla. Esto es por Hometown, por la Pandilla Divertida, por el mundo Onírico y sus dos reinos; por los sueños del mundo entero...

Al levantar el hacha y la espada, una cegadora luz las transformó en un decorado arco y flecha que cayó en las manos de Ralsei, a quien le tocaba apuntar.

Con solemne decisión, lanzó la poderosa saeta contra la princesa, que a pesar de que trató de esquivarla, no consiguió eludirla. Aquella herida no era común, ni pareció dañarla físicamente. Sólo sintió como su pecho comenzaba a derramar un líquido negro que la devolvió lentamente a su antigua forma, esta vez por completo.

Susie abrió los ojos como platos al ver que aquella visión perturbadora y siniestra no era nada más que una joven bastante bella, engalanada de un vestido esmeralda, aunque sus ojos eran completamente negros, como el más oscuro abismo.

Derrotada, exigió que se marcharán y la dejaran sola, pero Ralsei, mirándola con cariño fue corriendo a abrazarla.

- ¿Qué he hecho?, ¿Qué he hecho?- repetía la princesa mientras miraba con cargo de consciencia la escena completa. El sol estaba tan pequeño como la luz de una vela, sus cercanos estaban petrificados y los héroes estaban completamente heridos.

- Princesa Mareridt, nunca es tarde para mejorar. La amistad y el amor sincero pueden con el alma más destruida, y el corazón más perdido...- dijo Kris, que miraba a sus amigos de batalla, posando sus rojos ojos sobre la desdichada muchacha, que se había sentado sobre sus rodillas, pidiendo perdón, aunque parecía ser tarde para eso.

-¡Pero ya es tarde! Maldito sea mi rencor. Si mi hermano estuviera aquí de nuevo, sabría que hacer.- respondió, para luego echarse a llorar, como alguien que lo ha perdido todo.

Ralsei comenzó a meditar en todo lo que había pasado. Recordó cada frase de los dos príncipes caídos. Mirando la estatua de Soare, recordó lo que le había contado de las reliquias, y de pronto una idea se alojó en su cabeza.

- Si juntamos las tres, como dijo Soare, tal vez podamos arreglarlo todo. ¿Tiene la reliquia que le quitó a Kris? ¡Lo último que se pierde es la fe!

🌌Bitácora de un Nuevo Mundo🌌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora