Un guardián eterno

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Shen, el más destacable y fuerte de los guardianes de la luna sangrienta fue asignado a proteger a un nuevo integrante del consejo. Había escuchado que las balas de su arma, potenciadas con la luz roja de esa eterna luna carmesí, típica de sus dominios, lograba atravesar inclusive montañas. -Si es tan fuerte ¿Por que debes protegerlo? Era ligeramente entretenido que vinieras a la matanza con nosotros. -aseguró Akali, acompañando a lo que era casi una figura paterna al enorme palacio digno de un shogun, donde vivían los más experimentados en el culto y habían sido meticulosamente seleccionados. -A pesar de ser fuerte es un recién llegado, parece ser arrogante y la confianza es la debilidad. Además escuché que es físicamente frágil...al menos para los ataques que acostumbran a recibir los del culto. -Shen cargaba con su intimidante espada y su pesada armadura. La máscara le cubría el rostro, inexpresivo. Eventualmente, siendo solo guardianes los que tenian permiso de entrar al palacio junto con los miembros principales del culto, se despidió de Akali y entro por aquellas puertas. Con firmeza recibió varias reverencias de otros guardianes que acompañaban a sus respectivos "amos". Así funcionaba, cada guardián era asignado a un cultista para protegerlo y obedecer órdenes. Solo eran liberados cuando los "dueños" decidían no necesitar más cuidados. Shen subió hasta el doceavo piso de aquella imponente fortaleza y pudo ver a los más poderosos brujos y asesinos iluminados por la luz de la luna sangrienta. Se arrodilló y bajo la cabeza. Verlos directamente sin permiso sería una falta de respeto. Escucho pasos que resonaban casi rítmicamente y finalmente escucho la voz. -Te ordeno me observes. -Masculló esa arrogante persona. Shen obedeció y frente a sus ojos pudo ver el cañón del arma, ni se inmutó, era consciente de que si ese hombre quería dispararle podía hacerlo, de igual forma, para guerreros como el, morir sería un lujo que no tenían permitido. -Dime tu nombre. -Shen, mi apellido fue borrado y olvidado cuando me entregué al culto. -No hables de más. -Lo lamento, mi señor. -De ahora en más, deberás llamarme de forma respetuosa por mi nombre, Jhin, Khada Jhin. -Si, amo Khada. El pistolero quitó el arma de entre los ojos de Shen y finalmente pudieron verse con claridad. Ambos portaban máscaras con cuernos y dientes, era raro que aquella aristocracia mostrara sus rostros, a diferencia de los asesinos, como Akali o Katarina entre varios, que se deleitan de sentir la sangre en la piel. Shen por su parte ocultaba su rostro ya que consideraba que solo sus amos debían tener el derecho de verlo si así lo deseaban. -Jhin, se te otorgó uno de nuestros mejores protectores, espero sepas aprovecharlo. -Exclamó Zilean, uno de los más viejos en el culto. El recién llegado no respondió, solo hizo una seña a Shen para que lo siguiera y se retiró. -Como esclavo a mi disposición, debo enseñarte sobre mi, debes conocerme para saber servirme. -Explicó Jhin guiando al ajeno al cuarto piso, donde estaba su habitación. Shen odiaba la palabra esclavo, la sentía degradante, sin embargo no podía hacer más que aceptar. -Si, amo Khada. Shen apenas pudo entrar a aquel cuarto pudo ver numerosos cuadros colgados en las paredes y en cada esquina una "escultura". Pero estas no estaban talladas en piedra, mármol o cualquier elemento. Se podía notar que aquellas flores, raíces y manchas de sangre meticulosamente colocadas estaban sobre cuerpos humanos, congelados en una eterna obra. Las pinturas pudo deducir también habían sido pintadas con sangre. -Di algo al respecto de mis obras, aprécialas bien. Jhin caminó cerca de Shen, el cual se acercó a cada cuadro y estatua para apreciarla. -Obras que reflejan el dolor, ese exquisito sabor que sentimos al devorar la esperanza y terror de las víctimas, retratado con elegancia y belleza.- El guardián volteó a ver al artista.- Sin duda joyas que agradezco tener la dicha de observar. Jhin sonrió por debajo de la máscara y empezó a ver las balas de su arma. -Los guardianes...no pueden morir ¿verdad? -No tenemos permitido el morir, eternamente debemos servir a la luna sangrienta. -Quítate la máscara. Shen obedeció y expuso su rostro serio y e inexpresivo, con múltiples cicatrices y ojos blancos que podían ver más de lo que cualquiera podría. Jhin apenas lo vio avanzó rápidamente a el y le agarró la cara, clavando sus uñas en la piel fría haciéndolo sangrar. -Dijiste que amaste mis obras. -Lo hago. -¿Y por que esa cara tan poco sorprendida? Deberías estar impactado, sorprendido, horrorizado o algo. -¿Desea que exprese eso? -Si no es un sentimiento auténtico ¡No me sirve! -Exclamó alterado, soltado a Shen solo para atravesarle su rostro de una cachetada. Le frustraba ver que nisiquiera así la expresión del samurái cambiaba. -Lo lamento, durante demasiado tiempo e reservado mis expresiones y "sentimientos", obstaculizan mi deber. -Pues ahora esa mentalidad me irrita. El guerrero suspiró y eso solo generó que recibiera otro golpe. -¡NO RESOPLES! Te exigí especialmente por que me dijeron que podías hacer lo que sea, que eras lo mejor. Inclusive si eres tan halagado no estás a mi altura. -Nunca estaré a la altura de un cultista como usted y mucho menos si es tan buen artista. -Al menos reconoces tu posición. Arrodíllate ante mí. Nuevamente Shen obedeció y pudo sentir, ahora contra su piel el cañón del arma impropia, se deslizó por su mentón, mejilla, labios y finalmente fue presionada contra uno de sus ojos. -Si no eres capaz de apreciar mi arte, tus ojos no sirven. ¿Debería hacerlos explotar? -Si esos son sus deseos. -No, si llegara a jalar el gatillo tú cabeza explotaría y tardarías en recuperarte. Jhin apartó el arma de su ojo pero siguió acariciando la piel con el metal. -Tantas heridas...ninguna es hermosa, das tanto asco, no puedo permitir que un despojo como tú esté a mi lado. Levántate y quítate la armadura. Un tanto extrañado, Shen obedeció y se despojó del metal que recubría su cuerpo, dejando a la vista su abdomen y pecho principalmente. Cortes de espadas cicatrizaban en su piel pálida mientras que observaba al pistolero aparentemente transformar lo que era una pistola en un arma mucho más grande y apuntar directamente a su pecho. -Serás...hermoso. Shen al oírlo endureció los músculos y recibió la bala. De nada sirvió su acción, el plomo corrompido por la magia sangrienta lo atravesó, entrando por su pecho y saliendo por su espalda. La sangre empezó a brotar de forma peculiar, eran líneas finas que le recorrían la columna. Era impresionante, por la magnitud del disparo ya debería estar parado sobre un charco de su propia sangre, pero no fue así. Llego a apretar la mandíbula para poder mantenerse firme e inmutable, cosa que hizo chasquear la lengua a Jhin, el cual se acercó y paso sus finos dedos por la sangre del cuerpo de Shen, casi dibujando sobre su piel, esos dedos tan finos esparcian la sangre con suaves caricias que ardían como el infierno. El dolor era inexplicable, estaba acostumbrado a recibir daño de parte de humanos, espectros, monstruos, etc. Pero no era tan común que miembros del culto, siendo tan poderosos con su magia, le hicieran daño a sus propios guardianes. Jhin finalmente pudo deleitarse con el primer quejido de dolor, tras haber pasado al menos diez minutos de tortura. -Tu sangre se está volviendo tinta que se usa para exorcizar demonios más débiles que nosotros... no vas a morir y el efecto acabará en una horas. Pero por mientras...Se mi lienzo. Shen tenía a Jhin a sus espaldas, podía sentir sus vestimentas contra los omóplatos. El pistolero se despojó de su máscara y sin darle por ahora el lujo de verlo, pasó lentamente su lengua por la oreja impropia. -Sabia que esto te haría reaccionar...¿Por que haces que sea más complejo? -susurró Jhin notando como la carne de Shen se estremecía ante la lamida. Tal vez fue por que estaba desesperado por ver una verdadera expresión en ese rostro o tal vez fue algo más, pero luego de suspirar en la oreja ajena se apartó y deslizó sus manos manchadas de aquella tinta hasta la cadera de Shen, colando sus dedos lentamente por debajo de las vestimentas inferiores. Estaba por empezar a hacerlas descender cuando sintió la fuerte mano de su guardián agarrar una de sus muñecas. -Te ordeno me sueltes y no vuelvas a atreverte a interrumpirme mientras creo arte. -Jhin, con cualquier otra persona podría haber llegado a reaccionar de forma inclusive violenta al ser agarrado con tal presión. Pero Shen...¿Como podía enojarse de tal reacción si era lo que buscaba? Esa tensión en sus músculos era encantadora y deseaba ver lo que intentaba ocultar. Claramente su guardián soltó su mano y eventualmente pudo darse el lujo de hacer descender aquellos pesados ropajes. Paso sus dedos por la cadera, haciendo espirales con la yema de sus dedos para redireccionarlos a los glúteos de su compañero. -Cierra los ojos- Ordernó con seriedad, para seguido apartarse y pararse ahora justo frente a él. Ahora podía ver el rostro de Shen, por más que los ojos estuvieran cerrados ya podía empezar a notar expresiones faciales. Se acercó a su rostro, sintió como las respiraciones de ambos se juntaban y justo cuando los labios se rozaron Jhin se río. - Puedo ver que estás enojado. Tu rostro ya no logra ocultarlo. -Si ya logró lo que quería...¿Puede detener... -Shen no fue capaz de terminar de hablar, su amo había juntado finalmente ambas bocas e invadido la suya con su lengua, no pudo apartarse, no estaba seguro del por qué, pero simplemente de quedó estático mientras sentía por primera vez en mucho tiempo calidez. Que gradualmente iba aumentando al sentir como Jhin pegaba su cuerpo al suyo, que al estar desnudo provocaba un roce más directo. Jhin se ensañó con su boca y empezó a morder sus labios cada vez que tenía la oportunidad, ambos ya sentían en sabor a sangre, aquella convertida en tinta que tanto lastimaba al samurái. Shen finalmente abrió los ojos alterado al sentir como su miembro era agarrado descaradamente por las manos de Jhin. No pudo decir nada al tener la lengua ajena contra la suya, por lo tanto, ya en su límite agarró con fuerza el cuerpo del pistolero y lo aprisionó contra él. Khada finalmente apartó su boca de la ajena y un tanto exaltado se limitó a sonreirle. -Muestrame lo que un esclavo miserable como tú puede hacer. Quiero que me silencies y me demuestres que eres más que una eterna obra inconclusa. Shen aún sujetando con fuerza bruta el cuerpo frágil de su amo lo llevó a la enorme cama del mencionado y sometió ahí. Arrancandole la ropa con una de sus manos, mientra que con la otra sujetaba su garganta, manteniéndolo pegado al colchón y a las almohadas de plumas. Esa bestialidad encantaba a Jhin, que se deleitaba viendo la furia en aquellos ojos, el como había logrado hacer una obra tan salvaje, que se volvía cada vez más obscena, en un lienzo tan complejo como parecía ser Shen. De su garganta salió un grito ahogado al sentir aquellos dientes morderle el cuello, las clavículas y pezones. Esas atenciones no podría haberlas jamás imaginado, pero ahora que las experimentaba, deseaba más. -E...esta bestia, sabía que fuiste buena elección. -Susurró con dificultad- Pero...¡¿Por que te limitas?! Jhin sintió a Shen dejar de morderlo y pasar rápidamente a silenciarlo con un húmedo beso, del cual disfrutó hasta que sintió aquellas garras deslizarse entre sus desnudos muslos, subiendo peligrosamente. Nisiquiera logró resistirse y tuvo que limitarse a intentar gritar y cruzar las piernas cuando sintió tres dedos irrumpir en su cuerpo de forma terriblemente abrupta. Era doloroso, seguro no tanto como la maldición temporal que puso en Shen, pero él no estaba acostumbrado al dolor y mucho menos en esa zona. Apenas se liberó su boca empezó a gritar de dolor y placer con total libertad. -Abre más las piernas. -Sentenció Shen en voz baja mientras respiraba contra el cuello impropio. -Y...yo soy el amo, tu deb...-Jhin no logró terminar de hablar que su guardián lo obligó a abrirse por la fuerza. Aquello podría ser perfectamente una violación, el pistolero podría acusar a Shen de un grave delito y causarle el exilio o un destino peor. Podría hacer eso y mucho más si no fuera por que disfrutaba de la energía ajena. Quería devorar su odio y se dejaría devorar si era necesario. Tras unos cuantos minutos de forcejeos e intentos patéticos por parte de Jhin para aunque sea acomodarse mejor, Shen sacó sus dedos y se colocó entre las piernas ajenas, sujetando estas con suficiente fuerza como para dejar sus manos marcadas. Se observaron en silencio por unos segundos, Shen, antes errático apenas pudo ver aquel cuerpo que juró proteger, herido y cansado, bajo el suyo sintió asco de si mismo, sin embargo, aquella expresión de malicia en los ojos de su amo le indicaban que debía seguir, ya no podría simplemente hacerse para atrás. - Eres el primero que ve la maravillosa obra que es mi cuerpo... -Susurró Jhin, notando como su subordinado dejaba de actuar por unos momentos. Tras inclinarse un poco, con sus finos dedos agarró la punta del miembro de Shen y lo guió a su propia entrada, masturbandolo un poco de forma brusca, casi buscando causarle dolor. Para acabar con aquella tortuosa espera, Shen de un preciso y fuerte movimiento metió casi por completo su pene en el cuerpo de Jhin, haciéndolo gritar y contraerse lo suficiente como para hacer jadear al samurái, el cual apenas tras unos segundos empezó a moverse rápidamente en ese cuerpo que aún no se acostumbraba a él. El artista casi podía sentir la sangre deslizarse por su piel desde su entrada, le dolía y casi que se arrepentía de haber llegado a eso...casi. Ese sufrimiento gradualmente se convirtió en placer, en algo que lo hacía gemir más y más fuerte. Su acompañante se deleitaba de esos melódicos ruidos provenientes de su garganta marcada con la presión y los dientes del guardián. Las piernas las tenía entumecidas y cada embestida la nublaba más la visión con placer y lágrimas, hasta el punto en que sin resistir más, el pistolero acabó sobre su propio abdomen. Lejos de ser esto un alivio, simplemente fue hincapié a una nueva tortura. Su cuerpo, ahora mucho más sensible que antes, continuaba siendo abusado por la fuerza indomable de Shen, quien tras verlo llegar al orgasmo pareció tomar empeño en ponerse inclusive más brusco, dando embestidas fuertes contra la próstata de su superior, haciéndolo sollozar del éxtasis. Jadeos agotados y adoloridos que intentaban pedirle un respiro eran totalmente ignorados. La temperatura corporal del más delgado era alta, mucho más de lo que estaba acostumbrado, apenas podía mantener los ojos abiertos y cuando pensó que iba a perder el conocimiento un escalofrío le recorrió todo el cuerpo al sentir la calida semilla ajena dentro de sí. Un último grito de placer salió de su adolorida garganta, seguido de jadeos y quejidos. Inclusive cuando Shen salió y el semen se mezcló con la sangre que brotaba del interior de Jhin, este último aún sentía dolor y sobre todo, vacío. - Que...que obra...tan obscena, tan sucia y denigrante que hiciste de mí. Un lienzo tan puro lo manchaste con huellas de nuestra sangre convertida en tinta. ¿Pueden tus ojos apreciar el arte que tu mismo creaste? -Yo no lo hice. Solo fui el pincel que tu mano guió. Esta obra...es nuestra.
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fuente de la imagen: https://lucylied.tumblr.com/post/655641377448787968/my-night-was-awful-didnt-fall-asleep-till-8-in

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𝐋𝐚 𝐨𝐛𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐬𝐚𝐧𝐠𝐫𝐞 (𝐒𝐡𝐞𝐧 𝐱 𝐉𝐡𝐢𝐧 𝐎𝐧𝐞𝐬𝐡𝐨𝐭)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora