XIV • Felicidad Dentro de la Imaginación •

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Seis meses transcurrieron en un constante ajetreo que parecía no tener fin. El sentimiento de ansiedad iba en incremento, para todos y en especial para la pareja, en cuanto la fecha se veía más próxima. Helmut era de gran ayuda en los preparativos al aportar un punto de vista adicional para que todo fuese perfecto y fuera de lo común. Un mes antes de la boda, George estaba frente a todo el consejo y parlamento en una ceremonia que daría comienzo a más nuevos cambios dentro de su vida. El rubio estaba nervioso, pero al ver a su amada Winnie entre los presentes, le dio confianza en seguir y reafirmar todas las decisiones que había tomado.

—Hace años, has renunciado a su título real como príncipe de Ucrania, siendo sólo George Khozlov. A partir de hoy, ante el consejo, parlamento real y la sociedad, serás conocido como George Khozlov, duque de Bucarest. Aceptando y abrazando este reino como el tuyo.

El rey Ikaris terminó de pronunciar aquellas palabras mientras que con la espada tocaba sus hombros, después colocó una insignia con el símbolo real sobre su pecho y una banda azul marino con líneas doradas que atravesaba desde su hombro derecho hasta su costado izquierdo. Estrecharon sus manos y los aplausos resonaron por la sala mientras los flashes destellaban ante sus ojos y las cámaras tomaban varias fotografías desde diferentes ángulos. Winnie estaba conmovida al tiempo que observaba la escena. Helmut se mantuvo serio y sin emitir algún gesto desde la distancia, a pesar de haber mantenido su título como barón. La princesa corrió a abrazar a George y él le correspondió con gran fuerza al acercarla contra su cuerpo.

Con el paso de los días, las invitaciones fueron distribuidas y el rubio tenía una de ellas entre sus manos mientras recorría la frontera entre naciones con un automóvil con guardias custodiándolo y protegiéndolo a la distancia. Su primo también lo acompañaba en esta ocasión. Los dos veían el lugar, que alguna vez fue su reino, ahora reconstruyéndose después de la guerra que la reina había provocado. Iban de calle en calle hasta que se detuvieron en una casa modesta de dos pisos con un pequeño huerto. Por un momento, creyeron que se habían equivocado de lugar; pero al ver un hombre de cabellos cenizos con un sombrero y ropas sencillas casi sucias, éste había levantado la mirada al verlos; acertando con su búsqueda. George se acercó a él y el hombre hizo lo mismo.

—Veo que después de todo, encontraste el lugar al que realmente perteneces— le dijo el ex monarca a su hijo al verlo con ropas finas, pero sus palabras no sonaron con decepción sino de felicidad por ver a su único hijo siendo feliz— También digo lo mismo para ti, Helmut.

—¿Eres feliz después de haber dejado de ser el rey?— le preguntó George.

Pensó en que se había equivocado al dejarlo solo y que debió llevarlo con él a Rumanía, aunque pronto se arrepintió de tal pensamiento al recordar tanto caos del que se recuperaba el distrito costero.

—Es más tranquilo que estar al frente de todo un reino... Así que sí, lo soy—. Los dos jóvenes rubios se sintieron aliviados al saber que después de haber partido de esa nación, el destino acomodó todo a su favor— Pasen. Tuvieron un largo viaje y estoy seguro que estarán cansados.

El interior de la casa mantenía su sencillez, pero las paredes estaban adornadas por unas cuantas fotografías familiares de lo que alguna vez conocieron. El padre de George les sirvió un par de tazas con infusiones que recibieron gustosamente y bebieron con calma.

—Tengo algo para ti. Espero que puedas venir, ya que para mí es importante que estés presente— el joven rubio mayor extendió la invitación que era adornada con un fino papel que se asemejaba al encaje. El hombre la recibió y comenzó a leerla.

—Estoy orgulloso de ti, George. Debimos escucharte, aunque todo ahora está en paz otra vez.

—¿Vendrás a la boda?— preguntó tímidamente y acompañado de una pizca de ilusión.

LINAJE BARNESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora