Aquella noche fue realmente extraña para estos dos chicos..
La habían pasado solos, bueno, ellos dos juntos, pero "solos" porque sus amigos no estaban allí –cosa realmente extraña–.
Ni ellos saben realmente cómo llegaron a aquel punto.
Tal vez fue el alcohol, habían ingerido más de lo que acostumbraban, por lo que podían culparlo de lo sucedido. Aunque era evidente que no fue la única razón, las cosas entre ellos últimamente habían estado tensas, desde aquel dulce beso que habían tenido días atrás, su relación no era la misma, se suponía que eran tan solo amigos, pero los amigos no hacen este tipo de cosas.. ¿Verdad?
El punto es que, sin saber del todo el porqué, la noche comenzó con un apasionado beso, el cual fue proporcionado por el menor. Éste, a pesar de que fue una sorpresa, fue correspondido por el de cabello azulado, quien luego tomó fuertemente de la cintura al castaño. Tras ese beso siguió otro, y otro más, sus cuerpos estaban pegados, no querían separarse del otro, la temperatura para ambos iba aumentando, los besos se volvieron más húmedos y necesitados, comenzaron a acariciarse por encima de la ropa, con ansias de que ésta desapareciera. Sus pensamientos estaban nublados, solamente tenían en mente lo que estaba ocurriendo en ese momento, lo que les provocaba el roce de sus cuerpos, al igual que sus pelvis, las cuales habían tenido constantes roces, provocándoles inevitables erecciones. En cualquier otra ocasión les hubiera dado vergüenza, pero ahora les daba igual, lo único que importaba era el como sus prendas estaban comenzando a desaparecer poco a poco.
Entre besos, suspiros y jadeos, fueron a la habitación del mayor de ambos, los besos apasionados siguieron, apenas se separaban cuando necesitaban aire, para luego volver a unir sus labios con desesperación y lujuria. Las caricias subieron de tono, provocándose escalofríos a ambos.
Cuando se dieron cuenta, se encontraban en la cama, besándose con deseo, trayendo apenas la ropa interior, aunque los toques por parte del mayor ya se habían adentrado en el bóxer del de orbes bicolores, mientras éste se movía ligeramente en círculos, sentado en el regazo del más alto.
Era irónico que sintieran tanto calor, siendo que afuera helaba, pero así era, sus cuerpos no sentían ni un poco de frío, y, de hecho, ya habían comenzado a sudar.
Se separaron de aquellos besos cuando se comenzaron a sentir insatisfechos con estos, necesitaban aún más, las erecciones empezaron a doler, sus miembros parecían suplicar ser atendidos de una vez. Aquella única prenda que portaban yacía en el suelo, mientras los toques continuaban, sin importar donde fueran. Exploraron por completo el cuerpo contrario, admirando algunas de sus características, repartiendo besos y caricias por cada zona, dejando marcas en algunas ocasiones.
Tras algunos minutos así, comenzaron a sentirse preparados para lo que vendría a continuación, se miraron fijamente a los ojos, en ambos se notaba la lujuria, el deseo de unirse al otro durante toda la noche –y durante otras, de ser posible–. Volvieron a besarse, con la necesidad de transmitir lo que las palabras no podían decir, expresando aquellos sentimientos que llevaban guardados durante tanto tiempo, pero que nunca se habían atrevido a mostrar.
Claramente, como en ningún momento se habían planteado que algo así podría suceder, no tenían las cosas necesarias para la noche, si bien el lubricante puede ser reemplazado por saliva, no es lo mismo, y, desde luego, tampoco tenían condones, a lo cual parecieron no darle la debida importancia, ninguno creía tener alguna ETS como para tener que preocuparse por la protección, un enorme error, pero que, afortunadamente, no les trajo consecuencias.
Como fue dicho anteriormente, el lubricante fue reemplazado por saliva, con la cual el ano del menor fue dilatado y preparado para tener el pene del contrario dentro suyo, poco después.
Cuando ambos creyeron que estaban listos, volvieron a unir sus labios, mientras poco a poco el miembro del peli azul entraba en el más bajo, cosa que provocó que el castaño mordiera el labio inferior del mayor, para contener el gemido que le había provocado. Ambos se quedaron quietos durante unos minutos, con apenas unos leves movimientos, para que el bicolor se acostumbrara. Tardó varios minutos para que esto ocurriera, realmente le estaba doliendo, pero poco a poco el dolor se fue convirtiendo en placer, un placer indescriptible para el menor, el cual le provocaba miles de sensaciones que nunca antes había sentido, comenzó a moverse un poco más, indicándole al de ojos oscuros que estaba listo.¿Cómo describir con claridad lo que sentían en ese momento?
Bueno, estaban cegados por el placer, el alcohol en su sangre los había llevado hasta allí, y no pensaban detenerse por ningún motivo, se sentía demasiado bien. Durante aquella noche todo fue olvidado, el miedo de arruinar su amistad, los nervios al ver al contrario a los ojos tras el beso, el hecho de que sus amigos regresarían en la mañana y encontrarían la cocina hecha un asco –ya que claramente no se iban a molestar en limpiar el desastre de comida y botellas que habían dejado–, nada importaba, tan solo el placer que ambos estaban experimentando.
Más y más gemidos salían de las bocas de ambos, los cuales, junto al ruido que provocaban los choques de pieles, creaban un ambiente perfecto para ambos. Tenían el cabello pegado a las caras, debido al sudor, el cual recorría los dos cuerpos. En caso del mayor, sentía un gran ardor en la espalda y los hombros, pues estaba siendo muy brusco, cosa que hacía que el castaño le dejara rasguños y mordidas, para contener el dolor, el cual se mezclaba intensamente con el placer.
Cualquiera que pasara fuera de la habitación escucharía todo lo que ocurría ahí dentro, y posiblemente estaría rezando para que el menor pudiera seguir caminando después de eso, pues los gemidos tan altos y los choques de pieles rápidos podrían preocupar a cualquiera.
No querían detenerse, sólo deseaban follar hasta el amanecer, y, bueno... Eso hicieron.
No saben bien cuántas rondas tuvieron, ni que tantas marcas se dejaron el uno al otro, imposible saber con exactitud todas las horas que pasaron, sólo sabían que el sol había salido, y que estaban muriendo de cansancio. Se acostaron abrazados, sin molestarse de bañarse o cambiar las sábanas, las cuales estaban llenas de sudor y semen, al igual que ellos.
No era muy probable que sus versiones sobrias fueran a tomarse del todo bien lo que ocurrió, pero ya no había marcha atrás, además, no podían negar que lo habían disfrutado a lo grande.
¿Quién imaginaría que unas copas de más podrían llevar a un simple par de amigos a esto?
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