𝐈𝐧 𝐀𝐧𝐨𝐭𝐡𝐞𝐫 𝐋𝐢𝐟𝐞 || sᴜᴋᴜɴᴀ

𝐄𝐍 𝐎𝐓𝐑𝐀 𝐕𝐈𝐃𝐀

[Apariencia del rayito en la imagen de arriba, tienen la opción de usar su propia apariencia si gustan]

[Único capítulo]

            Fue una tarde de verano cuando te conocí, yo llevaba un tiempo ya como el coronado rey de las maldiciones y tú apareciste frente a mi como ofrenda para mantener la paz en el pueblo que te despreció. Eras un tipo muy pequeño en comparación a mi, tan frágil y al mismo tiempo tan fuerte, bailaste la danza del dios del fuego y me hechizaste con tus suaves y fuertes movimientos.

Acabé con toda la aldea y lo hicimos en la cama del jefe del pueblo con los gritos de agonía de todos los pueblerinos de fondo, pero no nos importó, nuestros propios sonidos fueron la música del momento de goce.

Pasamos juntos 18 años de tu vida y en tus 30 años te hice un tatuaje con mi símbolo maldito que te marcó eternamente como mío. Fue a esa edad que comenzaste a alejarte de mi lentamente sin que yo me diera cuenta. Robavamos de los mejores licores, nos poníamos a hablar de nuestro futuro como si tuviéramos ideas, pero nunca planifique que un día te perdería.

En otra vida será.

Yo era tu June y tú mi Jonny Cage, no éramos uno sin el otro, hicimos un pacto. A veces cuando te extraño escucho los gritos de agonía de la gente para distraerme.
En mis mil años jamás pensé en enamorarme, en llegar a querer a alguien, soy una maldición y nací sin sentimiento alguno, sin un corazón el cual lata por alguien. Por eso siento que tú hiciste un hechizo contra mí para enamorarme y atarme a ti.

En otra vida, tú serías mi chico eternamente.

—Sukuna... — me llamaste desesperado. Si te hubiera prestado atención en ese momento.

—Ya te lo dije, no hablaré de eso.

— ¡No soy inmortal!

Todo este dinero y estas joyas no me alcanzan para comprar una máquina del tiempo, no. Nada de eso sirve para recuperarte.
No te puedo remplazar ni con un millón de anillos, no. Tampoco con otros cuerpos que inútilmente buscaron satisfacerme.

Debí decirte lo que significabas para mí en ese momento, mi diamante en bruto, porque ahora estoy pagando el precio

—Sukuna... — tus manos arrugadas sostuvieron las mías. Podía apreciar la majestuosidad de esos relieves en tu piel, aquellas marcas de tu vejez que no quitaban ni un ápice de tu belleza natural — En otra vida, estaremos eternamente juntos.

—En otra vida haré que te quedes eternamente a mi lado. — juro decidido.

Ese día moriste entre mis brazos mientras dormíamos juntos, tenías una bella sonrisa en tu rostro y fue por eso que tuve miedo de despertarte, de moverte o de siquiera tocarte.

En otra vida yo, sería tu chico, seguiríamos con nuestras promesas, seríamos nosotros contra el mundo.

En otra vida, haría que te quedes, entonces no tendré que decir que fuiste tú el que se fue.

El que se fue.

[Año 2019]

Itadori Yuji caminaba con una mano en su cabeza bastante cansado. Desde hace un tiempo Sukuna se hizo propio de sus emociones y siempre siente un apretón en su pecho cada que se va a dormir, en todo momento va aumentando, cada día que pasa ese dolor se hace más fuerte y está seguro que es por la tristeza.

Porque él también sintió ese apretón cuando perdió a su abuelo.

Gojo, Megumi y Nanami le dicen que jamás baje la guardia o intente empatizar con aquella maldición, pero le es imposible cuando es con quién convive las 24 horas de su vida.

Tuvo que detenerse de golpe cuando sintió que perdía por completo el control en paleta calle, usó todas sus fuerzas para evitarlo y lo logró, logró contener a Sukuna en su cuerpo. Se dirigió rápido a un callejón para hablar seriamente con la maldición y descubrir de una vez lo que estaba pasando.

Pero no había tiempo.

Si no puedo usurpar el cuerpo, será una parte de él. Es lo que decretó aquella maldición antes de apropiarse de las piernas de Yuji para ir corriendo a una dirección, sus ojos no lo engañaron, sabe que lo vio pasar muy cerca de él. Maldijo en todos los idiomas cuando el mocoso se dió la vuelta y usó sus brazos para ir a dónde él quería.

— ¡¿Qué haces, mocoso malcriado?! — le grita desde su mejilla muy molesto por perder el rastro.

— ¡Yo te iba a preguntar eso! ¡¿Qué te pasa, loco?!

Ambos se estuvieron gritando mutuamente, llamando la atención de cierto chico que se acercó curioso al par. Itadori seguía con su charla hacía Sukuna, pero este último mantenía contacto visual con el nuevo intruso; piel canela, cabellos cafés, ojos oscuros y curvas de bailarín. Su hermoso canario renació nuevamente en lo que era y siente que ahora no tiene nada que envidiarle a su yo pasado.

Mientras tanto el moreno sentía una fuerte conección a aquel chico pelirosa, pero al mismo tiempo no. Cuando veía el ojo en su mejilla (algo muy creepy) sentía su corazón latir velozmente en su pecho, pero al ver a los del muchacho no sentía nada hacía él.

¿Qué le pasaba ...?

—Umh... Lo siento, te escuché gritar y, bueno- ¿Estás bien? — pregunta con algo de incomodidad.

—Eh... ¡Si! Estoy bien. — agradece Yuji algo avergonzado, el chico era guapo ante sus ojos. — Gracias por preocuparte ¡Soy Itadori Yuji!

—Yo-

—Sukuna, pero me puedes decir "papi", dulzura.

Ambos adolescentes chillaron, no se esperaron que la maldición hablara como si nada, es entonces que el pelirosa recordó la boca y ojo en su mejilla que palmeó esa zona con fuerza para callarlo.

— ¡Me voy! — se despide rápidamente el Itadori.

—En esta vida serás eternamente mío, muñeco. — grita desde el dorso de la mano aquella maldición.

Ahora tenía un objetivo para seguir adelante; su amado diamante en bruto.