Capítulo 18: Rompiendo el hielo

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Sintiendo que la cama se hundía bajo el peso de otra persona, Tom se giró de inmediato con los labios separados, dispuesto a echar a quien tan dulcemente se le abrazaba a la espalda y se la besaba.

Pero no eran solo sus besos los que notaba, una humedad bajaba por su espalda y se perdía bajo las sábanas. Era Bill, y estaba llorando.

—Bill—llamó en voz baja—No debemos...

—Por favor—suplicó Bill abrazándole más fuerte.

¿Cómo negarse? Bill estaba sufriendo, el dolor le traspasaba y le rompía en dos. Pero una vocecilla en su interior le gritaba que estaba mal, que si padre desde el cielo los vería y se escandalizaría.

Sin dejar de pensar en su padre, Tom bajó las manos y trató de soltarse, pero solo consiguió que Bill sollozara más fuerte.

—Me lo prometiste—dijo Bill entre lágrimas.

— ¿El qué? —preguntó Tom extrañado en voz baja.

—Dijiste que haríamos el amor cuando lo necesitara, y en estos momentos....Tom, te necesito—confesó Bill besándole la piel—Me siento desvalido, no puedo con este dolor,...me cuesta hasta respirar...

Las lágrimas le impidieron seguir hablando, los sollozos se le escapaban de sus labios entre abiertos y Tom solo pudo hacer lo que mejor sabía para acallarlos. Le levantó la cara con una mano y le besó con suavidad en los labios, ordenando a esa vocecilla interior que se callara, que Bill le necesitaba.

Sin despegar los labios, Tom rodó hasta quedar encima de Bill, quien logró esbozar una débil sonrisa contra ellos sin dejar de aferrarse a su espalda, mostrándole cuanto le necesitaba.

Tom lo sabía y no se hizo de rogar. Se acomodó entre sus piernas, frotando sus erecciones a través de las finas telas de sus bóxers. Ninguno de los dos llevaba un pijama, como si presintieran que esa sería su noche y nadie se lo impediría.

Alzando las caderas de Bill, bajó sus temblorosos dedos acariciando su desnudo cuerpo, provocándole miles de escalofríos que le recorrieron a ambos por dentro.

Bajó más las manos y las metió por el borde de sus bóxers, tirando de él a la vez que se incorporaba y se lo sacaba. Una vez desnudo y temblando de emoción bajo su cuerpo, él también se desnudó y de nuevo se acostó, frotando esa vez piel contra piel.

—Tom...te necesito...—sollozaba Bill muy bajito.

Odiándose por hacerle sufrir, Tom le alzó las caderas de nuevo y la acarició las nalgas con ambas manos, separándoselas, entrando en su cuerpo con un dedo y haciéndole soltar un gemido intenso.

Se apoderó de sus labios de nuevo, por miedo a que Alice les escuchara y rompiera esa ilusión que estaban viviendo. Comenzó a besarle más profundamente esa vez, acariciando con su lengua ese piercing que desde que por primera vez lo viera le hizo desear rozar y probar.

Sabía a Bill, el sabor más dulce que jamás había probado....

Siguió besándole y moviéndose sobre él, aguantándose las inmensas ganas de estar ya dentro de él. Pero no quería hacerle llorar de nuevo, que sufriera una vez más por su culpa. Jugaba con su entrada preparándola, sintiendo como lentamente el cuerpo de Bill se iba a abriendo...como el hielo que rodeaba su dulce corazón se iba deshaciendo....

Ya le sentía listo y dispuesto, ya no tenía ningún tipo de remordimiento. Si, era su hermano, pero le amaba, y a él eso le bastaba.

Sacó sus dedos de su cuerpo y sintió como Bill separaba más las piernas y las alzaba, elevando sus caderas por instinto cuando esa vez fue su erección lo que le rozó la entrada.

Besando con suavidad sus labios fue entrando poco a poco en su interior, ahogando en su boca los sollozos que dieron paso a los primeros suspiros de Bill. Jadeando por el esfuerzo, entró del todo en su cuerpo y comenzó a moverse con lentitud, dejando que Bill marcara el ritmo de las embestidas alzando las caderas cuando creía que se iba y recibiéndolo con los brazos abiertos cuando entraba de nuevo.

Marcaron un ritmo lento que solo se aceleró cuando la pasión los rodeó. Perdieron la noción del tiempo, se olvidaron de que debían amarse en secreto y al momento la habitación se llenó de suspiros y jadeos.

Aumentando más el ritmo, levantando una pierna de Bill que enroscó alrededor de su cintura, Tom Trümper dio sus últimas embestidas hasta que no pudo más y se derramó en su interior, sintiendo como Bill hacía lo mismo sobre su agitado estómago.

— ¡Oh...Tom....!—fue lo único que Bill gimió.

"Mi dulce hermanito....mi amado Bill"—pensó Tom suspirando.

Se dejó caer sobre su pecho exhausto, jadeando tratando de recuperar al aliento. Era como si hubiera corrido una maratón, sentía que el corazón se le quería salir de su agitado pecho, las ganas de gritar bien alto lo mucho que amaba a Bill.

Y no era el único. Abrazando con fuerza a Tom, que aún seguía en su interior, Bill bajó la cara y le besó tiernamente en la mejilla.

—Te amo, Tom Kaulitz—susurró con voz emocionada.

Se estremeció entre sus brazos, sintiendo como el hielo que rodeaba el corazón de Bill se resquebrajaba y dejaba paso al amor que desde la primera vez que se vieron ambos sintieron.

Suspirando emocionado, salió de su cuerpo con suavidad y se tumbó a su lado, atrayéndole en sus brazos para que pasara la noche en su cama. No quería volver a dejarle solo, pero a la vez tenía miedo de que Alice los pillara y los separa. No podría soportarlo, tras tantos años, por fin estaba al lado de su hermano.

Le sintió acomodarse contra su pecho, poner la cara en la curva de cuello y suspirar echándole el aliento. Sonrió cuando le sintió separar los labios y besarle mientras murmuraba un "dulces sueños" y cerraba los ojos exhausto.

Pero él no podía dormir. No quería cerrar los ojos y despertarse al día siguiente solo. Se quedaría despierto, velaría su sueño y vigilaría que nadie se lo rompiera.




Al día siguiente y no pudiendo aguantar más, bajó la cara y comenzó a besarle con suavidad. Se apoderó de sus dormidos labios, que se separaron de inmediato y se dejaron besar. Sonrió contra ellos y haciéndole rodar para que quedase encima hizo más profundo el beso cuando le escuchó suspirar.

Lentamente Bill se fue despertando sin poder evitar sonreír además de suspirar. Levantó las manos y las pasó por el desnudo pecho sobre el que descansaba, bajando hasta su vientre para perderse más abajo.

Sabiendo perfectamente a donde se dirigía Bill, Tom dio el beso por finalizado y negando con la cabeza bajó su mano y le cogió por la muñeca.

—No podemos—dijo con pesar.

— ¿Por qué no? —preguntó Bill travieso.

—Alice nos podía escuchar—contestó Tom resoplando.

—Odio a Alice—dijo Bill con firmeza—Nunca me quiere ver feliz, en cuanto ve que algo me hace sonreír, se apresura a alejarlo de mi lado. A veces he llegado a pensar que me odia, que nunca quiso tener un hijo y está decepcionada porque....porque le he salido "rarito".

—No eres raro para nada, eres muy especial—susurró Tom —Y por eso te amo tanto.

— ¿Me amas? —preguntó Bill emocionado.

—Te amo—repitió Tom con firmeza.

Le cogió la barbilla con una mano y se la levantó para besarle brevemente en los labios.

—Ahora debemos levantarnos y actuar como si lo de esta noche no hubiera pasado— pidió Tom incorporándose.

—No sé si podré, será verte y querer echar a correr a abrazarte—sonrió Bill imitándole.

Se levantaron de la cama y se pusieron los bóxers que encontraron bajo ella. Abrieron la puerta interior que comunicaban ambas habitaciones y tras un largo beso de despedida, cada uno se sumió en sus pensamientos sin poder dejar de pensar en lo que acababan de hacer, en esperar impacientemente a poder tener otra oportunidad de repetirlo una y otra vez....

Hermano hielo, hermano fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora