Mis pies no alcanzan a tocar el suelo, así que balanceo las piernas como si fueran columpios. La doctora Hernández, me revisa. Es doctora general pero se especializó en el área quirúrgica, creo que el nombre correcto es "cirujana general". No es que necesite una cirugía pero Allan no confía en los médicos generales que solo te hacen un chequeo, así me manda con ambos, doctora general y cirujana quirúrgica para ver si se encuentran algún defecto.
Ella escucha los sonidos de mi corazón, pide que respire mientras revisa mis pulmones "inhale y exhale", toma mi temperatura, revisa mis amígdalas, mis oídos, aprieta mi estómago, y también revisa mi peso. Hace muchas cosas, un chequeo completo hecho por dos doctoras.
Pero mis pies sigues sin tocar el suelo.
Las medidas que se han tomado han sido extremas y tienen razón, pues, estoy viviendo en el cuarto del campus cuando debería estar internada. ¿Recuerdan qué dije que mi habitación en el campus no cambió? Retiro lo dicho, sacaron muchísimas cosas que ahora se encuentran en casa, ¡tengo mi propio carrito rojo! Debo andar con mascarilla y cada noche, Max se encarga de limpiar mi cuarto, eliminando casi todas las bacterias. Cuando mi amigos vienen, deben quitarse los zapatos y ponerse unos desechables, usar mascarilla y ser rociados por alcohol. Mi cuarto debe permanecer limpio, ya que, lo peligroso sucede cuando duermo. Yo salgo al campus sin mascarilla, todo afuera de mi habitación es normal pero cuando regreso; debo deshacerme de todo lo que traigo conmigo. Reiteró, salgo de mi habitación y no necesito mascarilla, uso ropa cómoda, no me estreso, todo está bien.
Este consultorio es bonito pero estas doctoras no son Allan, ¿y si se equivocan? No dudo de su capacidad pero, mi confianza esta en Allan. Ellas son amables conmigo pero, ¿dónde está Allan? Debería estar aquí, opinando y haciéndome sentir cómoda.
Max se encarga de que me tome los medicamentos, a veces me duermo y con pena él me tiene que despertar para dármelos. Lo hace simple, me puso un catéter que cambia cada dos días y medio para poder recibir algunos medicamentos por ahí pero, no puede hacer lo mismo con las pastillas. Max me ha cuidado y yo he puesto de mi parte, le prometí no morir y aunque fue algo muy tonto porque, probablemente lo haga muy pronto; se lo prometí.
Y quiero que se quede con el recuerdo de que lo intente y que luche por mantenerme con vida, que pelee y casi gano. No quiero que sienta que no dio lo suficiente, porque dio más que suficiente al cuidarme. Sé que le pagan, es su trabajo pero en serio, he encontrado un amigo en Max, mi amigo.
–¿Ha tenido problemas para respirar? –Hernández pregunta y yo asiento. –¿El inhalador le funciona?
–Si, funciona cuando no llevo el oxígeno conmigo. Me mantiene estable.
–¿Y los nuevos medicamentos? Cuéntame sus efectos.
Si, retiraron alguno medicamentos que ya no me funcionaban y me estaban haciendo daño ñor unos nuevos, más eficaces y la verdad es que me siento mejor con ellos pero, son muy pesados. Mis primeros días pensé que no los aguantaría, vomitas, colapsaba, me ponía de mal humor, diarrea, calentura pero poco a poco mi cuerpo se fue adaptando y aquí estoy, aún sufriendo los síntomas pero mi vuelto ya se adaptó. Me he sentido bien, no como para correr un maratón pero empiezo con algo.
–Al principio fue difícil pero ahora supongo que está bien.
–¿Supones qué está bien? –Asiento. –¿Y qué es lo que está bien?
Dudo.
–Ya sabe, a estas alturas el no estar muerta está bien.
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Mi corazón insiste
JugendliteraturSamara Herzt está pasando por sus "últimos meses de vida". Esperar ya no es una opción, ella ya lo acepto pero los demás no. Ella solo quiere ser una universitaria normal pero siempre están los obstáculos y esta vez; no son terceras personas. Esta...