Una EcoNavidad

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Cuando Gonzalo empezó a echarse la manito de gato eran como las 5 de la tarde.

Estaba decidido a no atrasarse para la junta con los compañeros de universidad que se quedaban en Santiago para navidad.

Nunca había tenido el "honor" pero se quedó dormido para un examen en julio, y para cuando llegó a la sala el profe no lo dejó entrar, contestándole a su negligencia que "para el repete será". Tendría que estar el 26 de diciembre dando "el repete" en vez que en su Temuco.

Un chiste.

Asi que ahí estaba frente al espejo, viendo al flacucho con una toalla en la cintura goteando agua de ducha mientras le vibra el celular.

El grupo en whatsapp "los repetes Navideños"

Preguntaban a cada rato a que hora se tenían que juntar, que recordaran que la Moni era vegetariana y no le echaran jugo de carne a toda la comida, alguien comentaba algo del repete del 26 y le abucheaban con sticker y memes, de que aquello no era para hablarlo ahora.

Al Gonza le daba lo mismo esos mensajes, a excepción de unos que buscaba entre montones, que hacía que no silenciara el grupo. Los mensajes de la Cata.

A la Cata la conoció en el primer año de universidad, hicieron grupos por apellido y él como Morales y ella como Nuñez trabajaron juntos, antes no la había notado en la sala pero le comenzó a gustar luego de ese momento.

Se habían topado en varios carretes, se habían reído juntos, tomado algunos tragos y sentado en el pasto de la U a conversar entre clases, pero nunca había pasado a nada más.

Pero lo que sí había pasado más de una vez era, que cuando el Gonzalo iba a botar un vaso plástico en el carrete, la cata se lo quitaba y revisaba el número del plástico.

-    Este es número 5 Gonza, lavémoslo y lo llevo a mi casa para reciclar.

Así, un montón de veces, con las botellas de bebida entre clases, con las cajas de cartón de las pizzas. La Cata sacaba una bolsa de género y llenaba todo y se lo llevaba a reciclar. Era de Quinteros y estaba full comprometida con el medio ambiente.

Y la noche de navidad no era la excepción.

La Cata en el grupo de whatsapp les envió una imagen pro reciclaje pidiendo que fuera una navidad consciente y el Gonzalo decidió que tenía que impresionarla.

Con el tiempo comenzó a investigar y empezó a ser un aficionado en reciclar, llenaba las botellas de vidrio a los puntos limpios de las plazas, estaba en buen camino.

Se había comprometido a llevar papas duquesa, hielo y una botella de pisco, así que luego de mirarse por última vez al espejo y decirse a sí mismo que se veía bien con guayabera se dirigió al supermercado de la esquina de su pensión y buscó las papas duquesas, abrió todos los congeladores revisando las marcas que su plastico no fuera número 3, 6 o 7, hasta que encontró unas de número 5 y echó al carrito 2 bolsas que acompañaban la botella de pisco.

Pensaba mientras en lo rico que quedaría un cola de mono, aunque nunca tan rico como el de su mamá en el sur, pero, no era hora de apenarse, le faltaba el hielo y podría ir a encontrarse con la Cata.

Abrió un congelador.

Luego otro.

Y otro.

No había ningún hielo que su bolsa fuera de plástico reciclable. Le pidió ayuda a un reponedor del supermercado que lo miro extrañado, y le dijo que no tenían más hielo que el de vitrina.

Con cara de niño que recibió carbón en navidad, Gonzalo compró lo que tenía en el carro y empezó a buscar en los negocios alrededor si encontraba hielo, pero en muchos no quedaba ni una bolsa para regodearse.

Llego a un barrio antiguo, al cual nunca había ido cerca de la estación del metro que debía ocupar. Llegó a una botillería con poca luz, la cual tenía unas mesitas en su interior donde estaban unos abuelitos compartiendo un vino en cartón y unas papas fritas, se acercó desconfiado al mesón, en donde le atendió un señor de la misma edad que sus clientes.

-    Disculpe señor ¿tendrá hielo?

-    Hijoto no me quedan bolsas de hielo.

Gonzalo se apoyó en el mostrador con las manos en la cabeza, arrepentido de no haber comprado en el supermercado, se le estaba haciendo tarde, tan tarde que ya los negocios no los encontraría abiertos camino al metro. A el dueño de la botillería se le angustió la garganta al verlo y miró la congeladora.

-    Hijito no tengo hielo en bolsa pero, tengo unas cubetas con hielo con la que hago unos tragos ¿te servirá?

La luz que brotó de los ojos de Gonzalo iluminó el oscuro local, era mejor de lo que esperaba, hielo sin bolsa, sería razón para que lo reconociera la Cata.

Inmediatamente le dice a su salvador que le servía, que por favor, le servía mucho, así que el caballero entró a lo que parece que era su casa y trajo un paquete de bolsas de basura, Gonzalo le pidió el paquete a lo que el anciano accedió extrañado. "Plástico número 5" bien, todo iba bien. Entre ambos echaron los hielos caseros a la bolsa y al terminar Gonzalo le pregunta que cuánto le debe.

-    Tranquilo, no es nada, feliz navidad.

Gonzalo se fue agradecido y comenzó a correr al metro.

Línea 2, metro Cementerio, conexión a la 3 en Cal y Canto, cambio a la 6 en Ñuñoa y por fin bajarse en Estadio Nacional. Caminar 5 cuadras hasta el edificio que tenía las enredaderas "bonitas" y subir al 6to piso.

Con un jadeo ahogado tocó el timbre y para su sorpresa, le abrió la mismísima, la Cata.

Una sonrisa sentida brotó de Gonzalo, la cual cambió cuando vio una mueca en la cara de la Cata que bajaba hasta su manos, la siguió hasta encontrarse con una bolsa de la cual chorreaba agua, y solo agua.

-    No puede ser- dijo Gonzalo apretando los ojos, no le daba la vergüenza para mirar en frente.

-    ¿Qué onda Gonza? ¿Qué traes en esa bolsa?- pregunto la Cata.

-    ¡Buena Gonzalo! ¿trajiste el hielo? Ya se nos está acabando.- se asoma en la entrada el dueño de casa que le quita la bolsa de genero con las cosas de supermercado.

-    Eh... no.... No...- dice escondiendo la bolsa de basura tras sus piernas.- voy a comprar ahora... se... se me olvidó.

-    Ya anda, que nos queda poquito.- dice el chico entrando con las demás cosas.

Quedaron en la puerta Gonzalo y Cata, que al quedar solos no pudo más que explotar en una risotada, Gonzalo en su nivel de vergüenza comparable con las de que se te quedara la mochila en el colegio en 5to básico, sólo escucho el cerrar de la puerta y el "vamos" de la Cata.

Mientras iban de camino a un negocio cercano la Cata que cacho todo, tomo la bolsa de agua que aún acarreaba Gonzalo y la vertió en un arbolito de la calle, y le pidió la explicación a esto, y en ese lapsus en donde ya la dignidad se te fue al carajo, le cuenta toda la historia del famoso hielo reciclable.

-    No quería quedar mal contigo.- resignado, Gonzalo llevaba en las manos la nueva bolsa de hielo no-reciclable camino al departamento.

-    ¿No te suenan los eco ladrillos?

-    ¿Los qué?

-    Los eco ladrillos, opciones al plástico no reciclable, te cuento durante la noche.

Conversaron durante toda la junta, se rieron como si no hubiera examen, se miraron a cada rato.

Les fue bien en el examen y, la navidad del otro año, Gonzalo la pasó en Quinteros.

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