Capitulo único

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-¡te dije que te fueras a la izquierda maldita sea! ¡¿acaso eres sordo?!- el cenizo estaba a punto de romperle los tímpanos a sus compañeros.

Llevaban cerca de cinco horas jugando en linea y habían avanzado muy poco, a ese paso jamás terminarían el juego. Bakugou no sabia en que estaba pensando cuando aceptó jugar con aquel grupo de idiotas que se hacían llamar sus amigos si apenas los soportaba en la escuela. Al final se desconectó. 

Aburrido, observó su pieza buscando con que cosa podría distraerse ahora y decidió leer algunos mangas que tenia pendiente. Cogió cualquiera y se sentó en el suelo a leer. Todo estaba tranquilo hasta que una voz lo llamó desde su balcón.

-Katsuki-kun- una castaña de cabello corto y cuerpo voluptuoso le hacia señas a través del vidrio. El muchacho rodo los ojos y abrió la ventana 

-¿que mierdas quieres Uraraka?- ella solo sonrió y le mostró un canasto lleno de dulces, pero él, en lo único que podía fijarse era en la falda  y esa camisa de tirantes ¿acaso ella olvidaba que era un hombre?

-vengo a compartir- sin siquiera preguntar, la muchacha entró a la habitación y se sentó en la cama, apoyando su espalda en la pared. 

-no me gustan los dulces-

-lo sé, pero estos son con sabores surtidos... por cierto ¿que tanto gritabas antes?- Bakugou se sentó a su lado y tomó un dulce al azar.

Uraraka Ochaco, era su vecina y prácticamente amiga de la infancia. Se llevaban por dos años de diferencia siendo ella la mayor. Debido al carácter del cenizo, eran poco los niños que se atrevían a jugar con él, excepto por ella, quien era la única capaz de comprender sus gruñidos. El matrimonio Bakugou estaba encantado con la muchacha por lo que siempre la invitaban a jugar con el bestia de su hijo, gracias a eso, Katsuki aprendió a tratar con otras personas y milagrosamente no se volvió un antisocial pero mantenía el mal carácter. 

-unos bastardos me invitaron a jugar pero fue una perdida de tiempo- el cenizo hizo una mueca de asco, el dulce que sacó era demasiado amargo.

-te la pasas jugando y haciendo ejercicio, así nunca conseguirás novia- 

-ni que fuera la gran cosa estar en una relación- 

-eso lo dices porque no haz estado en una, este es tu ultimo año en la escuela, debería dejar de rechazar a las chicas y salir con una para vivir un romance escolar- Uraraka era consiente del atractivo varonil del cenizo, y por lo mismo no dudaba que recibía varias confesiones  

-¿y que hay de ti? no he visto al idiota de tu novio con pecas últimamente-

-ha si... terminamos la semana pasada- el cenizo casi se atragante con el dulce en la boca. No esperaba esa noticia, ni mucho menos esperaba sentir ese alivio en el pecho.

-ya sabia que era un idiota, olvídalo, no te llegaba ni a los talones- 

-aww Katsuki-kun que lindo que quieras consolarme- sin previo aviso, la castaña le dio un beso en la mejilla, provocando que Bakugou se colocara como un tomate.

-¡¿por que mierda hiciste eso?!- Uraraka se reía de la reacción del muchacho

-Bakugou Katsuki ¿acaso no tienes experiencias con los besos?- 

-¿y que si no? tampoco es que me vaya a morir por eso, idiota- 

-¿y no te da curiosidad saber?- el cenizo tragó nervioso. Nunca la había escuchado con ese tono de voz.

-¿no te gustaría que tu hermana mayor te enseñara?- la muchacha se acercó más a él, dejando su rostro a menos de un metro del suyo.

-no eres mi puta hermana mayor Uraraka y ya deja de molestar-  nervioso por la situación, apartó el rostro y se fijo en un punto de la pared. 

Oye Katsuki ¿quieres jugar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora