Take Me To Church (Michaeng)

Capítulo 1.

                                                                                                                                  --1980--

"¿A dónde crees que vas, Mina?" Escuché la voz de mi padre y me giré solo para encontrarlo parado al pie de la escalera con los brazos cruzados y el ceño fruncido.

"A mi habitación" Respondí fingiendo estar calmada pero la verdad es que estaba muerta de miedo.

"No has terminado tu cena"

"No tengo hambre" Fui cortante y me encerré en mi habitación rápidamente.

No vi la reacción de mi padre, pero puedo jurar que negó la cabeza un par de veces y después volvió al comedor a discutir con mi madre.

Odiaba los sábados porque mis padres no hacían más que discutir todo el día, discutían por cosas realmente estúpidas, y lo que más odiaba de sus peleas es que no existían a los ojos de nadie más que nosotros. Para los ojos del pueblo mis padres eran la pareja perfecta, digna de admirar y un completo modelo a seguir, pero la verdad era muy distinta a esa, ni siquiera éramos una familia perfecta, mis padres no tenían nada de perfectos, excepto el ser unos perfectos mentirosos.

Y como dicen por ahí, de tal palo tal astilla. Es lo único que me han enseñado y que me ha servido en la vida, y tengo que admitir que las mentiras fluyen de mi boca como el agua fluye en el rio. No me siento orgullosa de admitirlo, pero las personas como yo necesitamos mentir, fingir ser algo que no somos y ocultarnos entre las sombras para encontrar nuestro propio cielo.

Suspiré fuerte y esperé a escuchar la puerta del cuarto de mis padres ser cerrada para confirmar que era seguro salir, cuando escuché el portazo abrí la ventana de mi habitación y escapé de casa. Me monté en mi vieja bicicleta y pedalee hasta el lago que estaba a las afueras de la ciudad.

La sensación del viento golpeando mi cara y llenando mis pulmones era excitante, pero siempre las cosas prohibidas lo son ¿verdad?

Cuando llegue al lago divisé a alguien sentado en la orilla, bajé de mi bicicleta y me acerqué lentamente, ahi estaba ella con su libreta dibujando y con la mitad de sus pies estaban sumergidos en el agua y una sonrisa adornaba su hermosa cara cuando se volteo a verme.

"Pensé que no vendrías" Me dijo volviendo su mirada al horizonte.

"Lo siento, ha sido culpa de mis padres." La abracé por la espalda y ella se puso cómoda dentro de mis brazos.

"No importa" Me susurró mientras dejaba a un lado el cuaderno. "¿Puedo besarte?"

"Sabes que sí." Deshice el abrazo y me senté junto a ella en la orilla, tome su rostro entre mis manos y comenzamos a besarnos como si no hubiera un mañana.

Para cuando nos separamos del beso por falta de aire me di cuenta de que Chaeyoung no había dicho ni una sola palabra en toda la noche, está de más decir que eso raro en ella. Chaeyoung siempre tenía algo que decir, algo de que burlarse o quejarse. Siempre estaba de humor para decir algo inapropiado o gracioso.

"¿Ocurre algo?" Pregunte acercándome a ella.

"No" Dijo pero su mirada me decía todo lo contrario.

Nunca fui buena para tratar a las personas cuando están deprimidas, tal vez eso tiene algo que ver con el hecho de que yo misma me encuentro deprimida la mayoría del tiempo, usualmente es Chaeyoung quien me anima y me salva de la ansiedad que mis padres se esfuerzan tanto en ignorar.

Miré a Chaeyoung morder su labio nerviosa y no pude hacer nada más que abrazarla, sabía que tenía problemas, al igual que yo y cualquier otra persona, pero con la diferencia que sus padres estaban pensando seriamente en enviarla a una escuela cristiana en otra ciudad. Y todo eso solo porque les había dicho lo furiosa que se sentía cuando lo obligaban a ir a la iglesia todos los domingos a escuchar los estúpidos sermones del viejo aburrido que era mi padre, por supuesto sus padres enloquecieron y le pidieron consejos a la única persona que nunca debieron, fue mi padre quien les dijo a los padres de Chaeyoung que enviarla a una escuela cristiana para que "siguiera el camino de Dios" sería la mejor idea de todas.

Mi propio padre estaba enviando a mi amada lejos de mí, claro que él no sabía esto último, pero de haberlo sabido nos hubiera mandado a matar a las dos, y tal vez la gente del pueblo lo hubiera hecho porque todo lo que dice mi padre es la ley, en un pueblito tan pequeño y miserable como lo es Cheongju las personas no tienen más remedio que entregarle sus vidas a un ser superior y todo poderoso para que los salve de todos los pecados que cometen, y por lo tanto siguen la voz de mi padre cual borrego sigue a un pastor, porque mi padre es, como ellos dice, la voz de Dios dentro del pueblo.

Estaba cansada de todo esto, pero a diferencia de Chaeyoung yo no era atea, solo que no compartía la percepción que otros, y en especial mi padre, tenían de Dios. Él mismo fue que me dijo que Dios amaba a todos y cada uno de nosotros por igual, que hacía de nosotros perfectos, y que siempre y cuando hagamos el bien él nos salvaría de la perdición. Pero aparentemente eso no aplica si eres homosexual. Mi padre dice que las personas así nacen rotas, imperfectas y no tienen salvación, pero yo me pregunto ¿Por qué? Si mi único pecado es amar a alguien que también me ama a mí.

Y de eso estoy segura, Chaeyoung me ama tanto como yo a ella. Desde el primer momento que la vi en la capilla de la iglesia, cuando la conocí llevaba un horrendo vestido verde pero su cara era tan hermosa que hacía que todo lo que estuviera a su alrededor se volviera nublado para mí. Pero al principio no sabía cómo sentirme con respecto a eso porque no fui criada con la idea de que una mujer puede amar o desear a otra mujer de la forma en la que se supone que debe hacerlo con un hombre. Solo sabía que de una u otra forma tenía que conocerla, tenía la desesperante necesidad de saber quién era y hacerla parte de mi vida, y si no hubiera sido porque Chaeyoung era mucho más sociable que yo nunca nos hubiéramos conocido. Recuerdo que ella se acercó a mí ese día y fue ella quien inicio todo.

Al fin había encontrado alguien que me entendiera, que fuera igual que yo, alguien con quien finalmente podía ser yo misma y no solo la hija perfecto del matrimonio Myoui, si no yo, Mina, la chica imperfecta con ansiedad y deprimida que en el fondo solo quería ser amada.

Y eso fue lo que conseguí, amor, porque Chaeyoung me amó desde la primera vez en que hablamos y aunque no me di cuenta en ese momento yo también la ame, claro que me costó mucho tiempo darme cuenta de que lo que en verdad sentía por ella era amor, y por qué no decirlo, también sentía deseo.

Fue difícil aceptarlo al principio, pero estaba enamorada de una mujer, me lo negué a mí misma muchas veces pero al final me di cuenta de que no había nada que ocultar, yo amaba a Chaeyoung y eso era todo, no tenía nada que ver con mi educación cristiana y con las plegarias, yo ama a una mujer y esa era la única verdad que tenía en mi vida.

"Te amo" Susurró Chaeyoung mientras hundía su cabeza en mi hombro y me devolvía el abrazo.

"Y yo te amo a ti" Le respondí mientras levantaba su cabeza para volver a besarla tiernamente. En ese momento no me importó que alguien nos viera, después de todo era casi la media noche y estábamos a las afueras de la ciudad, ¿Quién iba a espiarnos? ¿Cierto?