Hermano hielo, hermano fuego

Capítulo 21: Verdades al descubierto

Mientras que esperaba a que Bill se cambiara de ropa, cosa que le podía llevar una hora, Tom se esforzaba en resolver el problema de álgebra con el que llevaba desde esa misma mañana. No podía concentrarse para los exámenes finales, no después haber escuchado la conversación del día anterior.

¿Por qué le había contado su madrastra a Gordon que ni él ni Bill eran sus hijos? ¿Por qué le dijo que él se lo había inventado todo, haciéndose pasar por otro hijo bastardo?

No le gustaba nada el aspecto que estaban tomando las cosas, el día menos pensado su madrastra le echaba de la casa de una patada, y a Bill... ¿qué le tendría planeado?

—Me rindo, esto no hay quien lo saque—dijo cerrando el libro de golpe.

Gustav se echó a reír a su lado y le imitó. No era muy bueno con los estudios, si aprobaba era gracias a que Georg se apiadaba de él y le chivaba. Dudaba que pasara ese curso, pues su amigo tenía cosas mejores que hacer que estar perdiendo el tiempo con la cabeza metida en un libro....

"A saber donde la tiene metida en estos momentos"—pensó sonriendo.

— ¿Qué piensas? —preguntó Tom al ver su sonrisa.

—Mejor no quieras saberlo—contestó Gustav riendo.

—Me das miedo cuando hablas así, me recuerdas a Bill. A saber que cochinada estabas pensando y sobre quién—dijo Tom suspirando.

—Pensaba en Georg— contestó Gustav al fin— ¿No te parece raro que haya dejado a tu hermano así como así? Y a Bill le parece dar igual, aunque antes esa hubiera sido su típica reacción, ahora ha cambiado tanto y ya no es tan...frío, no sé si me entiendes.

Tom asintió en silencio, le entendía perfectamente. Bill había pasado de ser la persona más egoísta del planeta a convertirse en un ser indefenso y carente de amor, que él con todo gusto le daba siempre que se lo pedía.

—Andreas es muy afortunado—continuó diciendo Gustav—Georg es una buena persona, si no mira lo que tuvo que aguantar con Bill....no, en serio, no podía haber encontrado a nadie mejor.

— ¿Y tú? —preguntó Tom de repente.

— ¿Yo? Pues nada, como siempre me tendré que aguantar—contestó Gustav encogiéndose de hombros.

Tom le estudió en silencio, de repente se había puesto muy nervioso. Con el bolígrafo que tenía en la mano estaba garabateando un folio en blanco, mientras que con la otra rozaba por encima el libro de álgebra de Bill...

—Gustav...—llamó en voz baja.

—Si queremos coger mesa, tenemos que movernos—dijo Gustav poniéndose en pie—Os pasamos a buscar dentro de 1 hora, dile a Bill que se dé prisa o nos vamos sin él.

Sin esperar respuesta, recogió sus apuntes y echó a correr por el jardín. Tom le vio salir de la casa atravesando la verja y se puso en pie suspirando. Estaba claro que su amigo estaba colado por Bill y nunca dejaría de estarlo.

—Lo siento—murmuró sonriendo—Pero yo le vi primero.

Cogiendo sus libros y los de Bill, entró en la casa para ver porque tardaba tanto en vestirse y dispuesto a vestirle él mismo con lo primero que pillara.

Estaba llegando cuando un gritó le hizo soltar los libros y echar a correr, abriendo de golpe la puerta de la habitación de Bill. Lo que vio le dejó paralizado....

—Gordon...—susurró Bill tragando con esfuerzo— ¿Qué estás haciendo?