Constelación

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Yennefer x Oc

Miraste con curiosidad a la recién llegada entrar por las hermosas puertas de Aretuza. Pudiste notar su miedo al estar en un nuevo y desconocido lugar, tú habías sentido lo mismo cuando llegaste.

La viste abandonar el vestíbulo junto a la directora de la escuela, Tissaia de Vries, y sigilosamente te dispusiste a seguirlas manteniendo una distancia prudente. Recibirías un terrible regaño si la mujer mayor te viese, no sería misericordiosa con tu escarmiento.

Asomaste tu cabeza en una de las paredes de Aretuza mirando a ambas entrar a una habitación. Escuchaste que hablaban, pero no sabías de qué hablaban y no quisiste acercarse más.

Minutos más tarde, Tissaia salió de la habitación de la recién llegada tan sumida en sus pensamientos que te vio escondida detrás de la pared. Respiraste con alivio al verla irse, aunque esperaste unos instantes para asegurarte que no regresaría.

Al estar segura, te dirigiste a donde se hallaba la contraria con la idea de darle una cálida bienvenida.
Te detuviste de golpe cuando oíste un chillido. Aquel sonido provenía de la habitación de la chica nueva y corriste hasta el lugar.
Abriste la puerta encontrándola llorando desconsoladamente con trozos de vidrio cerca de ella.

—¿Que sucedió? ¿Te encuentras bien?— interrogaste preocupada.

—¿Tu-tu qué crees?— respondió con una pregunta de manera defensiva.

—Lo siento— murmuraste apenada y te mantuviste en tu lugar sin dejar de verla. Esperabas que te diese permiso para acercarte a ella.

La miraste expectante a que dijera algo más ya que en cualquier momento hablaría de lo sucedido. Sin embargo, la contraria simplemente te dio la espalda

—Sé lo difícil que es...

—¡Tú no sabes nada!— gritó exasperada. Limpió su rostro con agresividad e ira —. No sabes lo qué es difícil de verdad. Ni siquiera te molestes en compadecerme y vete de una vez

—Tienes razón. No sé nada en absoluto de lo que es o no difícil. Aunque también pienso que mi conocimiento es tan escaso como el tuyo— le dijiste tranquilamente.

—Vete— dijo en voz baja.

—Bien— aceptaste y comenzaste a caminar a la salida de la habitación.

Saliste de la recamara de la chica y te dirijiste a la tuya. Ya era tarde, debías dormir para poder tener energía suficiente para las clases con la directora Tissaia.
Ella era demasiado exigente con sus alumnas.

Aunque quisiste descansar no pudiste, puesto que permaneciste toda la noche pensando en la chica nueva. Recordaste su apariencia, sin duda era alguien que no se podría olvidar por su físico. No tenía demasiada presencia y le causaría demasiado problemas a la hora de ser elegida para pertenecer a una corte real.
No obstante, que la elegiesen sería casi un milagro ya que a causa de su físico ella estaría en el último lugar de la lista de opciones. Ella tendría que ser de las mejores alumnas para tener la oportunidad de ascender a hechicera, obtener el cambio y estar en una corte.

La pobre chica jorobada tendría demasiados problemas en Aretuza. Su estadía sería terrible.
Tal vez igual que la tuya.

Al día siguiente te levantaste como era de costumbre. Cuando saliste de tu habitación, te encontraste con algunas de tus compañeras hablando entre ellas.

—Buen día, ¿que sucede?— preguntaste curiosa.

—Al parecer la chica nueva intentó suicidarse— informó Sabrina en tono preocupado.

Lanza una moneda  [One-Shot's]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora