Motel California - Stydia

Capítulo 37

31 de Diciembre. (Parte 1)

Siento sus dedos subiendo por mis brazos incluso antes de abrir los ojos.

Me esfuerzo por contener una sonrisa de cansancio. Sus dedos recorren mi hombro y se detienen en mi pecho, jugando con mi collar.

— Lydia — susurra, rodeando mi cintura con un brazo.

Gimo un poco y me pongo de espaldas para poder enfrentarlo. Cuando abro los ojos, me está mirando fijamente.

Me quita el pelo de la cara. — Buenos días.

La cercanía me hace sonreír. — Buenos días... ¿qué hora es?

Comienza a agacharse con sus manos aún rodeando mi cintura. Su cara se esconde a un lado de mi mejilla para besarme. — Las seis — susurra, aún sin tener que mirar ningún reloj a nuestro alrededor.

El nerviosismo asciende inmediatamente. Su tacto es tentativo y cálido. Mi corazón se une al encanto en una fracción de segundo cuando él sigue recorriendo con sus labios mi piel. Enfilando mi cuello hasta la mandíbula. Siento mi pecho como una pesada carga contra una resistencia.

Un suspiro sale de mis labios cuando siento que la energía interna me inclina por dentro. — Uhmm...

Los dedos de Stiles atraviesan mi cuello hasta rozar ligeramente mis labios antes de besarme. Mi corazón palpita al instante.

Es la primera vez que nos despertamos así, las otras veces sólo he intentado escapar y huir. Pero no me quejo de esto en absoluto.

El sentimiento se desgarra en mi estómago. Mis labios se rompen sobre los suyos mientras respondo el beso, abriéndose aún más en una críptica aspiración. Noto cómo empieza a provocarme con sus labios.

— Sabes, tengo que agradecerte lo de anoche — dice en voz baja, sonando como una insinuación.

Sonrío. — ¿No lo hiciste ya?

Me hace un gesto con la cabeza. — No lo suficiente.

Y eso es todo lo que hace falta para que todo mi cuerpo reaccione. El calor de sus manos es como una fiebre brillante. Y sus labios siguen su ejemplo como un rubor. Siento que el cosquilleo podría aplastar mis huesos.

Sus labios crecen en intención cuando se aleja de los míos y cae en el corte de mi mandíbula. No pienso en nada, con la cabeza ahora hundida desde lo más profundo.

Stiles sigue bajando sus labios, el calor de su aliento recorriendo mi cuello. Hasta que sus besos descienden cada vez más. Está en mi pecho y en mi vientre. El calor se espesa, se quiebra y se vuelve a espesar. Es como si se librara una batalla dentro de mí, pero el humo gana por mucho.

En un abrir y cerrar de ojos, está a un suspiro sobre mis piernas, su aliento abanica la piel. Y sigue bajando. Tiene las manos abiertas mientras me sujeta. Se acerca... aún más. Respira profundamente justo antes de que coloca sus labios sobre mí.

Una vibración en mi garganta señala el gemido. Mi sangre se enciende, arde a través de mí, abrasando todo a su paso. El sofoco es todo lo que conozco en este momento, todo lo que quería conocer.

El sonido ronco de sus labios se mezcla con mis gemidos. Mis ojos se cierran inmediatamente, dejándome hundir bajo él. La desesperación inicial recubre mi garganta y se filtra por mi piel. Pero él cambia la profundidad y la amplitud en una corriente de ajetreos incontables. Los sonidos que salen de mis labios son sólo murmullos incoherentes a estas alturas.

— Stiles...

Mis caderas se arquean contra él, pero me sostiene, relanzándome. Intento controlar los gritos satinados de mi cabeza, pero me atacan por detrás. Stiles inclina su cara entre mis piernas, buscando un contacto aún más profundo, moviéndose más rápido. Hasta que siento la interferencia de sus dedos y mi cabeza cae hacia atrás. Esto debe ser el cielo.