"Solo bastará mi voz, mi olor, mi presencia, y tus recuerdos conmigo para que vuelvas a mi poder."
La humedad del césped se siente tan bien por la delgada tela que llevo, mi cuerpo no reacciona aunque lo siga intentando y sin embargo mi respiración sigue apacible, en el fondo, con los ojos cerrados, sonrío sabiendo que me rodea oscuridad y el silencio de algún bosque.
Y sé que no estoy sola.
Me observa.
Su olor se mezcla con la brisa que mueve las hojas de los árboles, algunas caen a mi alrededor, y aún no puedo ver. Quiero, pero no puedo ante ese alguien.
—Recuerda que volveré.
«Sé que lo harás» me advierte la voz en mi interior.
Es su despedida, pero no por mucho. Lo dejo ir aunque la aprensión en mi pecho se intensifique, entonces me dejo llevar por el sueño como escapatoria a la realidad. Duermo. Mi cuerpo se acurruca en la tierra y pasto, los árboles cubren el cielo, y todo termina con el sonido de las ramas siendo movidas por la brisa.
El sol, la luna.
El día, la noche.
El calor, el frío.
Los días, los meses, pasan como segundos mientras permanezco en el mismo lugar sin ser molestada por nadie.
O eso creí hasta que los oí.
—Me llamo Tanjiro Kamado. —Una voz.. amistosa. Esa es mi definición ante su alegría inexplicable.
—Muy bien, Gonpachiro Kamaboko, ¡te voy a derrotar! —Y otra voz... como un demonio furioso, o quizás alguien que ruge y no habla.
—¡¿A quién le hablas?!
—A ti, por supuesto.
—¡No!
—¡Oigan! ¡¿Podrían no hacer ruido?! —Hay alguien más, tiene una voz... temblorosa a pesar de haber gritado con enfado.
Abrí los ojos y me fue difícil por unos segundos acostumbrarme a lo que tenía alrededor, sin levantarme. Me estiré y por accidente rompí una rama. Parpadeé.
—¡Ahí! ¡Oí algo!
—Yo no oí nada. ¿Estás seguro, Zenitsu?
—¡Que sí! ¡Ya vámonos!
Bostezo y me adentro entre los arbustos para acercarme.
—¡Ahí! ¡EN LOS ARBUSTOS!!!!! ¡AAAHHHH!
—Sh.. No veo nada, quizá solo sea un animal.
—¡Seguro que es un demonio! ¡Yo lo mataré!
—¡Espera, Inosuke!
Asomé mi cabeza y los tres me vieron.
Analicé la situación que tenía frente a mí: uno que tenía una ropa muy rara, con cuadros negros y verdes, tenía sujetado a... ¿Eso es un jabalí? Recuerdo que comí uno.
La cabeza de jabalí no ocultaba su torso, y alcé una de mis cejas. ¿Cuándo.. fue la última vez que vi el torso de alguien? Creo que.. nunca, quizá en un dibujo. Veo a un lado, donde el tercero se oculta detrás de un pajarito amarillo —igual que el cabello de ese chico—. Y cuando salgo del arbusto, él ya no parece estar tan asustado.
—Hola —dice el que trae unos aretes—. Me llamo Tanjiro Kamado. —Sus labios se curvan hacia arriba y no entiendo esa expresión.
Inclino el rostro a un lado:
—... ¿Tanjiro..?
