Conexión

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Se quedó embelesado viendo cómo me acaricio por él. Si supiera como me encanta esa miradita tan jodidamente tierna y sensual que tiene ahora mismo, no me tentaría tanto con ella.

—¿No vas a dejar que te toque? — relamía y mordía sus labios constantemente.

—Por supuesto que me tocarás, luego de que te alimentes bien — introduje un dedo en mi interior y hasta lo vi contener el aliento con mi acción —. ¿Papi stripper está con ganas? —se me salió.

Enarcó una ceja para después asentir con una medio sonrisa, Acercó su rostro a mi pierna izquierda y estampó sus labios húmedamente en mi rodilla.

Su beso hizo que acelerara el movimiento de mi dedo; saliendo y entrando con mayor ímpetu.

—Estás muy mojadita — mordió sus labios.

—Quiero saber una a una de tus fantasías — sacaba el dedo solo para frotar en el medio de mis labios y volverlo a introducir, provocándolo aún más de lo que ya se encuentra—. Cuéntame.

—¿Y si mejor te hago las demostraciones? — acercó su mano a su miembro y lo apretó por encima del pantalón—. Como duele, joder.

—Tócate para mí — le ordené.

Bajó la cremallera de su pantalón sin dejar de mirarme a los ojos, luego sacó su miembro de su lugar y lo frotó lentamente, haciendo que de la punta de el brotara sus fluidos. Húmedo, erecto y a punto de reventar de ganas, empezó a masturbarse, agilizando la muñeca a la par que sus ojos se centraban en los dedicados movimientos de mis dedos.

Los gemidos fueron saliendo de nuestros labios, acompañando nuestros movimientos y las miradas tan profundas que nos conectaban en el acto. No era yo quien me tocaba a mí misma; era él, con sus dedos, llegando al punto más sensible de mi cuerpo y haciéndome explotar de sensaciones. No era el quien se tocaba a sí mismo; era yo, con mis manos, con mi boca; rodeándolo y devorándolo por completo. No podía más, las piernas me temblaron, por lo que me sostuve de su hombro y mordí mis labios sin dejar de ver lo húmedo y erecto que su pene se encuentra.

—Quiero estar dentro de ti, Jade — mi nombre en sus labios fue la gloria para mis oídos—. Por favor.

Enrollé mi mano en su corbata, lo acerqué a mí y devoré su boca; primero separando sus labios con mi lengua para luego apoderarme por completo de ellos. Lo besé con rudeza, haciendo que nuestros dientes chocasen entre sí y la calentura se nos subiera aún más a la cabeza. Con la otra mano tomé su miembro y lo masturbé un poco, provocándole gemidos incesantes.

—Tranquilo, gatito. Tócame — ordené.

Lo primero que sus dedos atacaron fue el punto más sensible de mis nervios, presionando con suma malicia y lascivia el arete que decora mi intimidad. Involuntarios gemidos y escalofríos me gobernaron por varios minutos en los que me torturó, rozando la yema de sus dedos sin cesar, incluso viré los ojos con tan deliciosa estimulación. Los espasmos se agudizaron en mi vientre, provocando un gran terremoto en mí. Su toque me deja con las defensas en el suelo, porque con el arete la sensibilidad en esa zona es mucho mayor.

—Estás tan mojadita — mordió sus labios sin dejar de acariciarme—. Tan lista para mí.

Sonreí maliciosa, apartando su mano y protestó casi dolorosamente. Me acerqué un poco más y el curvó la espalda al sentir el roce de la punta de su pene en la entrada de mi vagina. Humedeciéndonos con movimientos sumamente lentos, poco a poco se fue abriendo paso en mi interior, provocándonos en esa conexión un gemido lleno de satisfacción. Ver la manera en la que su expresión cambia es sumamente erótico.

Sebastián me tomó por la pierna elevada y me apretó el trasero mientras movía la cadera de adelante y hacia atrás; entrándolo y sacándolo con mis embestidas. Él solo se quedó quieto, dejándose follar como tanto le gusta y gimiendo para mí. Con las uñas enterradas en mi muslo, dejó una estela de besos y mordidas por mi cuello. Se acompasó a mis movimientos, haciendo que el choque de nuestros cuerpos sea salvaje. La profundidad que alcanza me deja sin gota de aliento.

—Oh, papi stripper — las palabras salieron de mi boca, bajo la bruma del inmenso placer que estoy sintiendo.

No me considero dominante en la cama. Me gusta recibir de la misma forma en la que doy. Me encanta dominar y ser dominada a la vez. Disfrutar y experimentar de un hombre que está dispuesto a dejarse llevar por la pasión del momento. Creo que es el poder de confiar en la otra persona; más allá de un acto, que haya una verdadera conexión, pero son muy poco los hombres que ceden el control en el sexo. Para muchos, la mujer debe estar debajo de ellos y con las piernas abiertas o en forma de perrito. Con Sebastián sé que, si le doy todo de mí; sacando esa dominante y sumisa que llevo por dentro; recibiré la misma sumisión y dominación por parte de él.

—Tu si sabes cómo volver loco a un hombre — me levantó con gran facilidad en sus brazos, por lo que no tuve de otra que enrollar mis piernas en su cadera y mis brazos a su cuello.

La conexión al ser más profunda, nos dejó por un momento extasiados y en un mismo punto. Estar completamente llena de él hizo que todo a mi alrededor se me olvidara una vez más. Sus estocadas se volvieron bestiales, en cada una de ellas demostró cuanto deseaba estar en mis profundidades. Las embestidas resonando en la oficina, más los gemidos haciendo un eco para cualquier oído fue el detonante de que la locura se desatara de nuestras manos. La precisión y la presión de él entrando y saliendo de mí con tal rudeza, agudizó cada segundo más aquellos temblores.

—¡Sebastián!

—Jade... — me desarmó la profundidad y el deseo con el que saboreó mi nombre en su boca.

Mi espalda sintió la dureza del ventanal, para él seguir con el ritmo preciso y profunda de cada una de sus estocadas. Los besos que me dio fueron llenos de humedad, trazando un juego muy erótico con su lengua, mientras saliendo y entrando en mí con el mismo ritmo del beso; preciso, profundo e intenso. Seguidamente, como piezas de rompecabezas, me deshice en sus brazos. Liberando la presión que sus estocadas me prolongaron, los espasmos se alargaron aun y con sus ataques bestiales, dejándome llevar a la cima del éxtasis con una última estocada que calentó mi interior.

—Salgamos esta noche, Jade — me llevó hacia el escritorio y salió de mí—. Perdóname por no salirme antes, pero es que me retienes de una forma que...

—No te preocupes; planifico desde hace mucho. No puedo salir esta noche — le corté las palabras—. ¿Sabes? Se siente un poco raro hablar después del sexo. No estoy para algo serio, espero lo entiendas.

Se quedó viéndome y luego asintió con una sonrisa.

—Claro, tampoco estoy para nada serio — tomó mi barbilla entre sus dedos y besó mis labios brevemente—. Pero eso no quiere decir que no me gustes. Ahora siento que me gustas y me atraes un poco más, si es que es posible eso. 

—Sebastián... — me sentí muy incómoda. 

—Ya te lo había dicho antes; quiero repetirte, usarte y desecharte, pero no pienses que la última parte, cuenta como un borrón de mentes — aseguró—. Créeme, lo último que quiero es perder la única oportunidad que tengo de disfrutarte como tanto lo he venido deseando desde hace mucho. 

Está hablando como si supiera mi verdad, como si él supiera que dos pequeñas fotocopias suyas nos unen. Entre más pronto se lo diga, más rápido acabara su gusto y su atracción por mí.

—Acepto la invitación a salir, pero no será esta noche — empecé a acomodarme la ropa y el hizo la misma acción—. ¿Qué te parece el sábado? Salimos temprano de la oficina. Tendremos tiempo de sobra para hablar. 

—Es una cita, entonces — me besó, sin darme tiempo a decirle que no lo era, pero la emoción en el beso me dejó sin habla. Además de que el teléfono de mi escritorio no nos permitió cruzar más palabras. 

Noches De Fantasía[En Físico][✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora