4. Todavía quiero

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Mira. Este soy yo portándome bien. Yupi.

Salí del Meet and Greet con 6 post it con números de teléfono, uno de ellos con una propuesta abierta y escandalosa, pero no hice uso de ninguno.

En parte porque mi mano ha empezado a doler de nuevo, y en parte porque Mónica es una mujer pequeña con acceso directo a un rodillazo en mis partes bajas, lo cual amenazó con hacer si no me comportaba al menos por hoy.

Consideré su narrativa bastante persuasiva, así que ahora estoy en mi habitación y estoy mortalmente aburrido.

Son cerca de las dos de la mañana, así que debería estar pensando en irme a dormir, pero por alguna razón no tengo una pizca de sueño.

Bajo al bar del hotel, y el destino con sus juegos extraños quiere que me la encuentre allí, excepto porque no parece ella. Está vestida con una camiseta negra de una banda que no conozco, lleva unos shorts de jean y unas converse rojas en los pies. Su pelo rojo está recogido en lo alto de su cabeza con un palillo chino, no está usando una gota de maquillaje y por primera vez aparenta solamente los 30 años que sé que tiene.

Levanta un documento de la pila que hay frente a ella y lo lee con el ceño fruncido. Luego, se lleva una copa a los labios y bebe un sorbo. Frunce el ceño mientras lee. Resalta algo en el documento. Vuelve a beber.

Levanta la mirada y me ve allí. Como si no hubiera visto nada, vuelve a bajar los ojos a los papeles y sigue leyendo.

Me acerco a su mesa y saco una silla.

- No estoy interesada en tener compañía – Anuncia, en cuanto mi culo toca la silla

- ¿Está bien?

- Sí. Genial – Responde

Pero no está bien. Sus ojos están enrojecidos, y se está frotando el cuello más de lo que suele, lo que me indica que está estresada. Tiene puestas sus gafas de lectura, así que está demasiado cansada para usar sus lentillas.

Definitivamente no está bien.

- Candela... – La llamo

- Alexandra – Me corrige, desechando el apodo que tengo para ella desde esa noche, y que sé que normalmente no le disgusta – Vete, Isaza. Si necesitas algo, Mónica puede conseguírtelo

- ¿Qué pasa?, ¿Qué puedo hacer? – Pregunto. Ella suspira.

Veo con alarma como sus ojos se llenan de lágrimas, aunque aparta la mirada rápidamente para impedirme verlas.

- No puedes hacer nada. Nadie puede. Así que me voy a sentar aquí y voy a tomar whiskey hasta que esta mierda desaparezca

- Alex – La llamo de nuevo.

Me devuelve una mirada altiva. Estiro la mano a través de la mesa y tomo la suya.

Parpadea rápidamente para apartar las lágrimas, pero una se le escurre. La seca rápidamente.

- Fui demandada por una persona bastante hija de puta por un asunto del que prefiero no hablar. Ahora me voy a tener que presentar ante un jurado a hablar de uno de los pasajes más dolorosos de mi vida, solo porque a esta perra se le ocurrió que 5 años después algo de esto tiene un objetivo – Me dice sin contexto alguno, aunque deja que sostenga su mano en la mía

Tiene razón. No puedo ayudar en nada.

Generalmente, estoy muy orgulloso de lo que hago, pero en situaciones como esta, en las que la vida real se impone sobre la magia de la música, a veces siento que tengo un juego de habilidades bastante inútiles para hacerle frente a la crudeza del mundo real.

No te vayas  » Juan Pablo Isaza (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora