10. GRACIAS FRANCISCO

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Eran las 21:00 horas del lunes 10 de septiembre, como estaba previsto Tom llegaba de Londres mientras María se recuperaba de su episodio de ansiedad.

En el Hospital

-¿Familiares de la Señorita Guillén?

-¡Nosotros! Hola Doctor somos sus padres.

-María ha despertado, se encuentra estable aunque sólo pregunta por sus hijos. Sería recomendable que entraran a verla. Habitación 305.

-Gracias Doctor.

Los padres corren con cierta angustia a la habitación y cuando entran no pueden evitar las lágrimas al ver a su pequeña María con la maquinaria de control...

-¡Mamá!.- Exclamó María llorando y con labios temblorosos.

-Hija... tranquila, papá y mamá están aquí contigo.

-¿Dónde están los niños?

-Tranquila, están con Patri, ellos no saben nada.

María comenzó a llorar desconsoladamente, pues la idea de que sus pequeños se sintieran abandonados por su madre era un sentimiento que desde la separación le superaba.

-¿Mamá el trabajo...?

-Tranquila, Gemma se está encargando de todo. Sólo necesitamos que estés serena y ahora esperaremos a que venga el doctor.

Al fondo estaba su padre, la observaba con precaución intentando controlar las lágrimas que se mezclaban con el nudo en la garganta. Alguien tocó la espalda del Sr. Guillén.

-Disculpe, soy el Doctor Mena, encargado del caso de su hija.

-¡Ohh! claro disculpe pase por favor.

Buenas noches Srta. Guillén, me llamo Francisco y estoy a cargo de usted. María asentía y su madre se apartó para no molestar la tarea de reconocimiento.

-Ahora si me lo permite quiero comprobar algunas funciones básicas de coordinación y respuesta por su parte. Sólo necesito que mire aquí... ajam... perfecto, mire abajo, arriba, a los lados.... De acuerdo, todo está genial.

-Me gustaría hablar con la paciente en privado.- María miró a sus padres como dando un gesto de consentimiento y ellos lo entendieron saliendo con discreción de la habitación.

- Dígame Doctor.

-Antes de nada, quiero que estés relajada, sólo pretendo hablar contigo para entenderte para poder ayudarte. ¿Entendido?.- María asiente.

-¿Sabes o recuerdas por qué estás aquí?

-No muy bien... recuerdo estar en el trabajo hablando con mi jefe y...- María empezó a respirar rápido como si le faltara el aire, el Doctor la cogió de la mano para tranquilizarla ante la clara respuesta de un estrés severo...

-María, tranquilízate. Sólo estamos hablando, aquí estás segura y no puede pasar nada. Tus hijos están al cuidado de tu hermana, tus padres están aquí contigo y en el trabajo ya están informados.

-Gracias....-Dijo ella con los ojos vidriosos.

-¿Ha pasado algo en el trabajo de carácter grave?

-Pues... es que no sé cómo comentarlo porque es complicado. Digamos que no me siento muy cómoda con mi Jefe.

El Doctor Mena la miraba con comprensión mientras dejaba unos segundos para que ella siguiera hablando. De repente María comenzó a llorar como queriendo desahogarse.

-Mi vida es complicada Doctor. Llevo 5 años separada del padre de mis hijos y no ha sido nada fácil. Fuí víctima de un maltrato psicológico por su parte y me quedé sola con los niños y tuve que ponerme a trabajar y estudiar para sacar a mis pequeños adelante...

-Y aún no has pasado el duelo, ni has podido trabajar tu parte emocional.-Le comentó cariñosamente el Doctor.

-¡¡Exacto!!.- Dijo María con voz elevada haciendo aspavientos con las manos.- Además, mi jefe me incomoda con sus comentarios, me siento como una gacela acorralada por el cazador. Temo el momento de quedarme con él a solas y hoy se acercó demasiado a mí susurrándome al oído.

-La gota que colmó el vaso...-Le dijo el Dr. Mena.- ¿Sabes por qué te he preguntado de forma clara si ha pasado algo grave?- María negaba con la cabeza.

-Bien he recibido los resultados de tus analíticas y el cortisol está en niveles demasiado elevados. Esos niveles de cortisol sostenidos en el tiempo ante cualquier situación de shock como la que sucedió hoy provoca desconexiones neuronales provocando estos episodios de desmayos así como otros problemas de hormonas, presión arterial... En definitiva es peligroso.

María se quedó callada mirando sus manos...

-Además por todo lo que me ha contado, es posible que sufra de algún tipo de estrés postraumático y eso es necesario verlo con un profesional de la salud mental.

-¿Estoy loca?

-No, sólo necesitas ayuda para sentirte mejor. La salud mental no debería ser entendida como algo malo, es un tipo de ayuda igual que una persona que acude al médico porque le duele la espalda.

-¿Qué tengo que hacer entonces?

-Verá, hasta que el nivel de Cortisol no disminuya no podemos enviarle a casa. Entienda que si vuelve a sufrir otro shock la respuesta puede ser igual o peor a la de hoy. Por tanto, le voy a poner una medicación para regular esos niveles y mañana pasará mi compañero el Dr. Párraga para evaluar su situación psicológica.

-¿Cuándo cree usted que podré irme?.-Preguntó María algo molesta.

-Si se porta bien en menos de una semana.

-De acuerdo, seré buena.

-Muy bien, voy a llamar a sus padres.

-¡Doctor!- María hizo un amago de levantarse de la cama pero no podía por los efectos de la sedación.

-¿Sí?

-Gracias por todo Doctor.

-Llámeme Francisco.

-Gracias... Francisco.

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Los padres de María entran y el Doctor les mantiene informados del necesario ingreso de María así como el tratamiento a seguir. Su madre no puede evitar llorar pues sabe de primera mano todo lo que su hija lleva encima, aunque la parte del acoso de su jefe es completamente desconocedora.

-María, hemos hablado con Patri, ella está en tu casa con los peques. Quédate tranquila que los ha bañado, han hecho los deberes, han cenado y están dormiditos.

-Gracias mamá... me gustaría haber podido hablar con ellos...

-No te preocupes cariño, mañana los llamas para el desayuno. Además habrá que explicarles que estarás unos días aquí. Esta noche sólo procura descansar que hoy velo yo por tus sueños.

-Mamá...-María comenzó a llorar mirando a su madre con cara de agradecimiento.

-Mamá nada, es lo mismo que haces tú con tus hijos. Quererlos y cuidarlos.

-Te quiero mami.- Quedó abrazada a su madre mientras ella acariciaba su cabellera y no tardó en quedarse dormida.

El padre de María entró con delicadeza y las miraba con cierta pena...

-Aún la miro y parece mi pequeña que dormía con sus trencitas.- y por fin el padre habló.

-Alfonso... siempre será nuestra pequeña.- Le contestó la madre con ternura y una sonrisa entristecida.

-¿Necesitas alguna cosa antes de marcharme?

-Nada tranquilo, ve a casa y descansa que mañana será un día largo.

ENTRE CLASE Y CLASE / TOM HIDDLESTON /LOKI LAUFEYSONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora