XXXVII. Herencia

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La verdad dejó sin palabras al menor de ojos verdes, «¿Mi apellido es Adair?» decía en su mente, pensaba en cómo iba a acostumbrarse a su nuevo nombre, ya que, toda su vida había sido un Jhons. Aunque claro, era más fácil adaptarse a un nuevo apellido que hacerlo con un nombre.

—Sé que no esperabas esto, pero tuve que cambiar mi apellido por seguridad; era un mecanismo de protección que me vi obligada a adoptar y dejé de hacerlo en el preciso momento en el que naciste, no quería que te confundieras siendo sólo un niño —Ella hablaba y él sólo se limitaba a asentir, no tenía palabras que decir, estaba simplemente en estado de shock.

—Mamá, ¿Qué está ocurriendo? Escapamos de algo toda mi vida, y al parecer también lo hiciste antes de mí, ¿qué es tan peligroso como para hacer que una bruja poderosa se vea obligada a correr toda una vida? Porque ya sé que podías hacer magia poderosa, ¿por qué nunca la usaste cuando yo estuve contigo? —August tenía demasiadas preguntas, no entendía nada, deseaba con todas sus fuerzas que los secretos que se habían guardado sólo terminaran de una buena vez.

—August, tranquilo... Tenemos mucho tiempo y tu madre está aquí para decirte todo lo que necesitas, dejemos que hable a su ritmo —Pidió Christopher, la vampira acarició los brazos del menor para generar calor, ya que la noche no estaba cálida, el rojo sobrenatural sobre ellos daba una apariencia algo siniestra; lo único bueno era que tendrían toda la noche.

Daggiah volvió a situarse sobre su amo y miró a la mujer expectante.

—Está bien. Lo primero que tienes que saber es mi pasado, porque lo que debo contarte va a cambiar tu vida por completo, mi cielo; y deseo que entiendas por qué tomé algunas decisiones y lo más importante, quiero que comprendas que lo que te revelaré después de las cosas que voy a contarte es algo que no puedes tomar a la ligera —Los ojos verdes de la mujer se cerraron y suspiró—. Escucha... ¿Te has preguntado por qué nunca conociste a tu abuela?

—En realidad, no. Creo que nunca tuve tiempo para pensar en sí tenía otra familia aparte de ti... —Confesó el brujo de cabello castaño y su madre asintió comprensiva.

—Eso es porque yo la asesiné —La sorpresa en los tres chicos fue más que evidente, Giah se encogió con algo de temor y Beth junto con Chris tomaron la mano de Gust nuevamente para brindarle apoyo, él estaba viendo una cara distinta de su madre y sabían que podría afectarlo a gran escala.

—Mamá... Pero ¿qué? —No podía comprenderlo, estaba demasiado confundido— ¿Por eso nos persiguen? ¿Por asesinar a tu madre?

—No. Claro que no. Tienes que escucharlo todo para entender los motivos y lo que está sucediendo. Las brujas de nuestra línea de sangre son natas en la rama psíquica, y precisamente por eso es por lo que ha existido una misma premonición que se remonta muchos siglos —Comenzó a explicar con mejor detalle la mujer—. La visión dice que nacerá una última bruja en nuestro linaje y que ésta nacerá con el poder necesario para destruir a la oscuridad que está infectando este mundo.

—¿Es por la guerra sobrenatural? El señor Jason y el rey Tristán mencionaron algo al respecto-

—¿Qué? ¿Conociste a Tristán? —La noticia sorprendió a la mujer, ella sólo había escuchado de él por la nana de Sotiría que se transmitió por siglos en su linaje.

—Sí, cuando fui a Sotiría tuve una visión del pasado, y luego en el pantano de camino hacia acá pude hablar con él por un momento —Eyra asintió comprensiva.

—Pues sí, de cierta forma tiene algo de relación con todo lo de la guerra. Ahora escucha, lo que pasó con mamá fue que...

Eyra tenía ya quince años, y su vida era poco más que miserable. Vivió encerrada en unos bosques toda su vida, ya que su madre no le permitió salir a ningún sitio, interesada únicamente en que la chica explotara al máximo su potencial antes del despertar.

August: Heredero © |Libro 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora