Promesa

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JADE

En el último mes, Sebastián ha estado muy al pendiente de todo lo que necesiten los niños. Ha pasado mucho de su tiempo compartiendo con ellos, llevándolos a la escuela, al parque, al cine, al centro comercial. Les compra todo lo que ese par de diablillos les pida, pero aún no le hemos dicho a los niños que él se su padre. Aunque en la confidencialidad de madre e hijos, ellos me han preguntado si lo es. No he sabido qué responderles, porque siento que es algo que nos compete a los dos de decirles.

Con el pasar de todos estos días, lo he ido conociendo, no solo en la cama, sino también en el tipo de persona que es. A pesar de actuar muchas veces con descaro y prepotencia, es un hombre de buen corazón. Lo veo flaquear cada que tiene a los gemelos frente a sus ojos. Y ni que decir con el Sr. King, quien se ha visto estos últimos un poco enfermo. Se nota el cariño que le tiene a su tío, y yo pensando en que todo era mentira.

Nuestra relación de cama sigue siendo muy suculenta. Incluso cada vez se vuelve mejor. Me encanta todo de él. Es muy difícil negar lo mucho que me está gustando. Pero es muy delicado con las palabras, por lo que ese pequeño detalle me frena mucho. Estoy empezando a notar que su gusto por mí va más allá; tal vez ha empezado a interponer sentimientos. No puedo estar segura de ello, porque ha sido un mes en el que su presencia nos ha cambiado mucho la vida. Sin embargo, lo siento con tan solo la forma en la que me mira o en la que me besa; como queriendo absorber todo de mí cada que nuestros cuerpos se rozan. Y todo eso me asusta. 

Me gusta mucho, no lo niego, pero, ¿quererlo? Creo que aun faltaría pasar mucho más tiempo juntos para sentir un querer por él.

Nos encontramos en el hospital, esperando alguna noticia del Sr. King. Sebastián no ha dicho muchas palabras. Ha estado muy pensativo desde que el médico le llamó de emergencia a la empresa.

—No entiendo para qué nos hizo venir ese doctor.

—Debe estar ocupado. Todo estará bien, ¿sí? Confía en que es así.

—Gracias por venir conmigo — me atacó tan de repente con un beso, que no me di cuenta como corresponderle debido al latir furioso de mi corazón—. Contar con tu apoyo en este momento significa mucho para mí.

—El Sr. King ha sido más que un jefe para mí. Ha sido como un padre y un abuelo para mis hijos. Lo quiero muchísimo — lo abracé—. Tienes que estar tranquilo, Sebas. Todo va a estar bien. 

Me abrazó de vuelta, engulléndome entre sus fuertes brazos. Su corazón late con mucha fuerza, casi con la misma en que lo hace el mío. Presiento que sufriremos de taquicardia en cualquier momento. 

—¿Sebastián Cruz? — llamó una voz masculina que nos obligó a romper el abrazo.

—Sí, soy yo — Sebastián caminó hacia el doctor y luego de varias palabras me hizo alguna seña antes de desaparecerse con el hombre de blanco.

Aun no comprendo por qué si son familia, no tienen el mismo apellido. Aunque no me he atrevido a preguntarle a Sebastián, supongo que con el tiempo podrá confiar en mí y contarme. Hay muchas cosas que me gustaría saber de él; como sus padres. Nunca lo he escuchado hablar de ellos, más que su padre es el hermano gemelo de Ignacio King.

Luego de eternos cuarenta minutos, salió con la corbata deshecha y el cabello revuelto. Por la expresión que tiene en el rostro, supe que nada bueno está ocurriendo.

—¿Qué te dijo el doctor? — llegué a él, pero su abrazo más su inesperado llanto me paralizó por completo—. Oh, Sebas... ¿Qué sucedió?

—Está muy mal. Ni siquiera van a intentar operarlo una vez más. No pueden hacer nada por él...

—Tranquilo — lo estreché entre mis brazos, dándole mi fortaleza y todo mi apoyo en un cálido abrazo.

El Sr. King sufre de alguna enfermedad que heredó de su abuelo. Una enfermedad a la cual ha sobrevivido por muchos años, pero que nunca pudieron hallar la cura. El corazón se me parte en dos al saber que el hombre que me tendió la mano en el momento más difícil de mi vida, esté apagándose poco a poco. El cariño y la gratitud es muy grande. Nunca podré devolverle todo lo que ha hecho por mí.

—Quiere verte... — susurró.

—¿A mí?

—Te quiere como si fueras una hija, Jade. Ve, habla con él — besó mi frente y me sonrió.

Lo rojizo de sus ojos y las lágrimas que acumulan en ellos, terminó por arrugarme el corazón. La opresión se agudizó con los pasos que di hacia la habitación del Sr. King. Hace mucho no lo veo en una cama de hospital, con muchos cables conectados a su cuerpo y tratando por respirar mejor.

Una vez me vio, tendió la mano y la recibí. Lo frio de su piel me heló el cuerpo. Su mano se encuentra muy fría y pálida, al igual que su rostro.

—Apuesto que Sebastián lloró en tus brazos — murmuró con cierta dificultad—. Es un hombre sensible, aunque no lo parezca por lo grande que es.

—No se esfuerce, señor. Guarde todas esas energías para que juegue con los gemelos.

—Mis pequeños — lo vi sonreí, aun a través de la mascarilla—. Después de todo resultaron ser parte de mí.

—Sí, son familia. Y ellos necesitan a su tío abuelo fuerte y sano para correr por aquel jardín tan grande.

—Ahora tienen a su padre. Sebas les dará amor de sobra, estará siempre ahí para ellos. Nunca pienses que se va a alejar de su lado y dejarlos solos. Es un hombre demasiado responsable — tomó aire por unos instantes—. ¿Sabes? Que sea viejo y esté a punto de morir, no quiere decir que sea ciego y tonto. Sé que ambos sienten algo, pero lo niegan aun no sé por qué razón. Ustedes no le deben nada a nadie; ni lealtad ni promesas ni fidelidad. Entonces, ¿por qué no? ¿Por qué no darle una oportunidad al amor? La química entre ustedes se percibe en el aire, ni que decir de lo mucho que se atraen y se gustan. Sin contar que en el poco tiempo que llevan compartiendo su deber, los he visto muy unidos, maduros e incluso conectados.

—Ignacio...

—No, Jade, no le temas al amor. No te cierres a permanecer sola por miedo a sufrir — respiró profundamente—. No vas a fallar, ni Sebastián tampoco. A decir verdad, eso va en cada quien. Uno mismo decide si irse, quedarse o fallar. Quiero lo mejor para los dos; él ha sido el hijo que nunca tuve, y tú has sido la hija que me prestó la vida. Inténtalo; por los gemelos, por mí; pero, sobre todo, por ti y tu felicidad. Los he visto coquetearse, insultarse, besarse con pasión y sonreír cómplices de sus travesuras. No lo niegues más; no te prives del amor, porque no siempre es tan malo como lo queremos pensar. Si no funcionan como pareja, pueden seguir siendo amantes nocturnos; alimentado fantasías del alma. Inténtenlo; o se pierde o se gana, pero por lo menos hagan un pequeño esfuerzo en la vida.

Lo abracé y lloré en su pecho hasta que mis lágrimas dejaron de caer. Cada palabra fue un puñal venenoso y lleno de razón en el centro de mi corazón.

—Prométeme que lucharás por tu felicidad, la de tus hijos y la de aquel hombre que muere por ti — su caricia en mi cabello me estremeció—. No pude traer hijos al mundo, pero tuve la oportunidad de conocerte. Me siento muy orgulloso de la mujer fuerte y llena de tenacidad que eres. Sé que cumplirás tus metas; esas mismas de las que tantas veces me hablaste. Sé que lograras todo lo que te propongas, pero no todo se basa en lo material o en lo exterior. El interior también debe ser alimentado, Jade.

—Te quiero mucho, Ignacio. Eres y serás mipadre; el único — lloré desconsolada encima de su pecho—. Prometo que me daréla oportunidad de ser feliz, así como se la daré a ese hombre que dice ser tusobrino y que te adora con el alma. Pero no nos dejes, Ignacio. Aun tienesmucho que hacer ydisfrutar de nosotros; como la familia que somos.

Noches De Fantasía[En Físico][✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora